Qué Suerte, Me Despidieron

07 marzo 2010 ·

Por lo general, el anuncio de un despido laboral no es para nada gratificante, salvo en aquellos casos en donde el empleado venía especulando –y hasta haciendo “méritos”– para que ello ocurriera; en esos casos el interés seguramente está puesto en la suma de dinero que se especula cobrar para destinarlo a un fin personal.

Pero en realidad el foco de este artículo apunta a la creciente nómina de personas que, imprevistamente y no necesariamente por un motivo de crisis, se ven afectados porque la empresa decide reducirse o reconvertirse. De allí que el despido, en estos casos, suele caer sobre el damnificado como “un balde de agua fría”.

Una vez repuesto y asimilada la noticia, sobreviene la siguiente y natural pregunta: ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo se lo digo a mi familia? Por cierto que el shock es muy fuerte, no sólo por el impacto emocional que produce –incluyendo el desconcierto– sino porque hasta ese momento la persona nunca había previsto que también a él podría llegarle la hora.

Tradicionalmente las empresas de primer nivel y también las más consustanciadas con la angustia que produce un anuncio de estas características, suelen asistir y derivar a estas personas a participar de un programa conocido como outplacement, para que puedan así tomar conciencia de su nueva situación y ponerse a trabajar para equilibrar su autoestima, llegar a recuperar el buen estado de ánimo y comenzar a enfrentar el contexto para lograr reinsertarse en el mundo laboral. Las estadísticas dicen que más del 70% de las personas desvinculadas realizan un programa de outplacement y que sólo un 20% logran asimilar su situación con una actitud positiva, desde el primer momento; tal vez éstos se encuentran más identificados con el famoso refrán: “No hay mal que por bien no venga”.

En el presente que estamos viviendo, caracterizado por cambios permanentes y acelerados, resulta difícil poder garantizar la estabilidad laboral. Y en ello no se salvan ni las grandes empresas, tal como frecuentemente nos informan los medios.

¿Cuál es el impacto en los empleados y ejecutivos de “marca blanca”?

Son los más desprotegidos, porque carecen de explícitas competencias diferenciales, a pesar de haber sido seguramente personas muy incondicionales, honestas, muy aplicadas y responsables. Tal vez alguno piense o se pregunte cómo es posible que con tales avales no se pueda lograr una pronta reinserción laboral. Porque si bien se tratan de atributos básicos y fundamentales, a la hora de buscar un nuevo empleo hoy no es suficiente: “es sólo la llave de entrada”, es decir, lo básico y fundamental que todo postulante a un puesto debe poseer.

Para calificar en un contexto competitivo y complejo, es necesario además poder exhibir atributos de diferenciación tales que permitan al Departamento de Personal ver que están ante una persona que bien vale tenerla en cuenta. Este requisito nos conduce a otro interrogante.

¿Cuál es el valor agregado esperado?

Aquel que la persona posee –atributo o talento– y que sirva para “marcar” ante los demás el estilo que caracteriza su forma de ser, trabajar y actuar. Los que ya disponen de este valor agregado serán los que más rápido lograrán su objetivo. Y aquellos que no cuentan con ello, pero que están decididos a ser también de la partida, seguramente que se movilizarán rápidamente para ponerse a pensar y optar por las herramientas que brinda el Personal Branding; aquí es justo decir que ello lleva su tiempo, que para nada se trata de una receta mágica pero que sí es la opción inteligente e imprescindible para dejar de ser una “marca blanca”.

Como hoy no sabemos en qué momento llegará el despido, es necesario cambiar nuestro rol o actitud frente al empleo o profesión. Los que ya cuentan con Tu Marca Personal serán los primeros en capitalizar la oportunidad, pues disponen del valor agregado para ello. Para los que decidan estar mejor preparados a futuro, deberán poner manos a la obra, antes que llegue la notificación del despedido, de modo que ir construyendo un posicionamiento personal que, a partir de un momento determinado, comience a funcionar y acompañarlos en la vida.

En consecuencia, cuando el despido se convierte en realidad, las emociones también pueden ayudar para replantearse la carrera laboral-profesional, explorando las potencialidades descuidadas o relegadas que permitirán ir construyendo Tu Marca Personal. Pero sin lugar a dudas, es mucho mejor negocio anticiparse ya al eventual suceso.

José Podestá

 

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