Compromiso Profesional y Algo Más

28 agosto 2011 ·

En el ámbito docente, tanto en carreras de grado como posgrado, uno tiene la oportunidad de interactuar con alumnos y profesores de distintas orientaciones. Contrariamente al paisaje que se daba en décadas pasadas, en donde imperaba en la mayoría de los alumnos el deseo de aprender y en el docente un compromiso de rigurosidad y calidad, hoy se observa mayoritariamente un devaluado interés en ambas partes: un alumnado desmotivado, con deseos de ir “pasando” materias y profesores que han licuado y revertido la pasión de enseñar por la de conversar y compartir. El resultado de ello luego se materializa y percibe en el magro nivel de conocimientos y habilidades del profesional egresado.

Del 90-10 al 10-90

En el ayer, nueve de cada diez alumnos –incluso los que trabajaban– se esforzaban por aprender, avanzar en la carrera y autosuperarse, convencidos de la importancia que ello tendría en la profesión elegida. En este entorno el rol del profesor era clave, brindando calidad académica-pedagógica, pasión, transmisión de experiencias y orientación.

Hoy la relación está literalmente invertida. El diez por ciento es el que estudia y hace la diferencia, mientras el resto sólo cumple con “el trabajo” de ir a la universidad, tal como ocurre con la gran legión de trabajadores desmotivados que, diariamente, se dirigen a sus empleos sin saber para qué lo están haciendo. Y como están aburridos en clase, tratan de paliar su propio tedio y “sacrificio” chateando a través del celular o simplemente navegando por el éter en búsqueda de la nada.

Al final de la carrera estos alumnos quedan expuestos al momento de la verdad. La mayoría cree que podrá postularse para acceder a las mejores empresas, con la ilusión de ganar un buen sueldo. Pero al poco tiempo sobreviene la frustración, por las carencias y la inseguridad personal derivadas del entorno laboral.

El síndrome de ilusiones no correspondidas

Ante la realidad descripta, no todos se encuentran luego preparados y con la estima en alto para superar el tiempo perdido y la oportunidad desaprovechada en la universidad. Sobreviene el momento de las culpas compartidas, la proyección del problema a terceros y la falta de sensatez y valor para salir de este nuevo estadio de frustración.

Las consecuencias de esta situación, fruto de una adolescencia tardía no resuelta, se irán revirtiendo en función de la toma de conciencia del involucrado y el deseo por cambiar.

En dónde estuvo el error

La universidad todavía es uno de los eslabones clave para la formación profesional. Sin embargo, ya no lo es como algunos creen o sueñan. ¿Por qué? Porque en la mayoría de las universidades las carreras de grado han devenido en propuestas uniformes, del tipo “me too”, y con programas devaluados en rigor académico, pero funcionales a un alumnado que presenta dificultades estructurales de comprensión y atención.
En consecuencia, el profesional egresado que pretenda llevar adelante “su proyecto profesional”, necesitará suplir esta carencia accediendo a otras fuentes de conocimientos.

Para poder constituirse en el artífice de esta superación, un camino posible es reconstruir la cadena de valor personal en función de la visión que se desea alcanzar en un plazo determinado. La misma luego deberá guardar relación con la estrategia vinculada al proyecto personal-profesional. En tal sentido, el proceso conducente que hoy se sigue para plasmar y gestionar el Personal Branding es una instancia-recurso que el interesado no debiera subestimar.

¡Si bien la graduación universitaria se ha tornado en un “commodity” aspiracional de mejora y consideración, sólo tendrá sentido a partir del valor agregado que su portador sepa potenciar mientras avanza en el desarrollo y posicionamiento de Tu Marca Personal!


José Podestá

 

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