Muchas
empresas se entusiasman al decir que brindan un trabajo sin horario fijo,
disponen del recurso online, salas para dormir la siesta, practicar yoga,
juegos o eventualmente ir al gimnasio –por supuesto en el horario de oficina–
provisión de soportes tecnológicos, etc. Con ello no sólo creen haberse aggiornado a los tiempos que corren sino
que también pretenden demostrar que están preparados para contener a la
Generación Y.
Otros
piensan, en realidad, que han humanizado
el trabajo porque los nuevos espacios de libertad hacen sentir al empleado que es un ser autónomo que puede decidir las
condiciones del hacer.
La otra realidad
La creencia
de la humanización es, sin embargo, la versión actualizada del taylorismo, a
pesar del sentido aparentemente opuesto que Frederick Taylor introdujo en el
ámbito industrial. Al respecto, recordemos que Taylor sostenía, entre otras
cosas, que la tarea debía estar disociada del proceso mental, convirtiendo al
empleado en una pieza del proceso productivo.
Es
justamente lo que ocurre hoy. Trabajar sin horario fijo equivale, en la
práctica, a estar vinculado con la tarea las veinticuatro horas del día. Aquí
la tecnología hace lo suyo, porque ya sea a través del celular o de la red, el
empleado libre está siempre a
disposición de la empresa y sin la exigencia de la presencia física, con el
ahorro de costo que ello representa.
Vemos
entonces que el lugar del trabajo se ha extendido. Va desde la propia casa –
devenida en un SOHO, es decir, Small Office
Home Office– pasando por el avión, el hotel, el baño, el automóvil, el
restaurante, etc. Esta realidad vale tanto para el CEO como el empleado, el
profesional independiente y el comerciante. Por tanto, la conexión es la nueva
taylorización, motivo por el cual el empleado libre pasó a estar más “atado” al trabajo y a la empresa, que los
del ayer.
Del trabajo cautivo al cautivo del trabajo
Hoy está
plenamente aceptado que se puede salir de la casa sin el documento de
identidad, pero no sin el celular; el olvido activa el retorno inmediato
porque, de lo que se trata, es estar conectado. Caso contrario, muchos sienten y hasta creen que podrían llegar a ser considerados desertores e incluyo
perder su identidad y por ello ser socialmente recriminados, sea por sus amigos
o la empresa flexible a la que
pertenece.
Vemos,
entonces, que hoy se trabaja diariamente mucho más de las ocho horas que
legalmente acordaron los sindicatos tiempo atrás. El trabajo, al no tener
horario ni días francos, pasó a constituirse en una engañosa forma de elección.
¿Por qué? Porque la mente no se desconecta nunca, lo que termina produciendo
serios conflictos de relaciones sociales y familiares a todo nivel; quizás
alguno de ustedes hasta conozca el caso de personas que se han separado por
ello de sus parejas, pero no de su trabajo.
Como
contrapartida, reincidentes encuestas laborales señalan y hasta advierten que
el lugar donde uno pasa más horas del día –y de la vida– se constituye para las
personas como el más rechazado y frustrante. Esto también alerta que los
aspectos más significativos del trabajo no tienen que ver con lo económico-comercial
o institucional sino con cuestiones fundamentalmente existenciales.
En
consecuencia, en la medida que las empresas aggiornadas
sigan sin poder o querer comprender que la demanda del cambio cultural
organizacional involucra al empleado, y que éste ya no puede ser considerado un
medio ni mucho menos un recurso –justamente porque si es recurso
no es humano– no lograrán seducir ni captar a los talentos que las hagan
viables y sustentables.
¡El
portador de Tu Marca Personal, más allá de tener muy en claro su visión y plan
de carrera, también deberá velar y no claudicar en el sentido que el trabajo
tiene en su vida!
José
Podestá