Talento y Personal Branding

12 mayo 2013 ·

Las organizaciones líderes hoy ya saben que para alcanzar la visión – desafío realista previsto para el mediano o largo plazo– se necesita contar con personas capaces, motivadas y con talento. Esto nos dice que algo está cambiando en el paisaje de algunas empresas, incluso más allá del área de personal, y que el paradigma del recurso humano ya no es lo redituable que era en otros tiempos.

Tipificación de recursos humanos versus defunción anticipada

Lo bueno de algunos títulos fuertes es no sólo llamar la atención sino también motivar el pensar. Si bien lo que expresa este título era impensable hasta no hace mucho tiempo, a partir de la revolución tecnológica y de las telecomunicaciones las personas dejaron de ser un recurso manipulable y sujeto a una tipificación o encasillamiento estándar.

Así, las empresas se han visto sorprendidas por una realidad poco permeable y amigable a las prácticas de las reglas de oro del ayer. Tampoco las bases, es decir los empleados, responden hoy al verticalismo autoritario ni a los controles y prácticas de sumisión: ¡Enhorabuena!

El paradigma del poder-empresa, por su parte, se ha venido licuando en las últimas décadas, aunque algunos se resistan aún a tal pérdida. El empleado ya no está predispuesto a ser reducido a un código o número de legajo, ni mucho menos a un objeto o recurso asignado a una tarea-función con un costo laboral predeterminado. ¡Enhorabuena!

¿Por qué?

A medida que la información se fue compartiendo y extendiendo globalmente gracias al medio de comunicación más democrático disponible desde mediados de la última década del siglo pasado –la Internet– paulatinamente el ser humano fue tomando consciencia del rol central que tiene en el mundo que le ha tocado vivir. Al respecto, hoy se cuestionan cosas muy importantes. Una de ellas es que el empleado, cualquiera sea el rol y responsabilidad que ocupe en una organización, no es un medio al servicio de la empresa de turno. Tampoco es un objeto-recurso porque refiere a lo descartable, y como individuo-persona no es descartable, aunque estemos cansados de ver que muchos así lo consideren.

El empleado, tal como ocurre en sus otros roles de ciudadano, cliente, público, etc., es un fin para la organización, porque ninguna organización puede ser mayor que el horizonte espiritual de las personas que la integran y conducen. De esta forma la empresa, especialmente aquella que hoy dice ser socialmente responsable, ha descubierto que para llegar a ser sustentable en el tiempo se necesita contar con las mejores personas en cada una de sus posiciones. ¿Esto qué implica y demanda? Que el empleado pasó a estar posicionando en el corazón de la organización, y por lo tanto es el artífice-responsable de alcanzar la tan mentada visión.

En consecuencia, ahora el empleado está llamado a ser parte de un proyecto que le será relevante en la medida que lo sea también para su plan de carrera laboral-profesional. Es lo que ha elegido y acordado con la empresa, además de percibir que con su decisión podrá darle un sentido al trabajo, a su vida y a los demás.

Ahora es cuando surge el talento

Más allá de la habilidad, estilo y competencias que uno vuelca en un trabajo, tal actitud-predisposición define a esa persona como un ser inteligente. ¿Por qué? Porque optó por un proyecto-desafío que lo motiva, le gusta y se compromete en hacerlo bien.

Quizás algunos creen que allí también hay talento. Esta cualidad o bien escaso en las personas es un activo que privilegian las empresas sobresalientes. Pero el talento además tiene para el trabajador o profesional otra acepción: Refiere a la vida equilibrada que éste lleva a cabo entre el trabajo y la vida personal.

Talentosa no es aquella la persona que es muy buena e incondicional en lo suyo –se trate del trabajo, emprendimiento o profesión– cualquiera sea la dimensión de horas diarias y fines de semana en la que se sacrifica o más bien se inmola. Para algunas empresas podrá ser el candidato ideal, porque brinda mucho más que el resto. Pero lamentablemente se trata de un ser enfermo, un workalcoholic o adicto al trabajo, que una vez que se haya consumado, la empresa no dudará en reemplazarlo por otro, tal como si fuera un recurso. Sin darse cuenta, los seres que carecen de talento personal, terminan resumiéndose como un medio al servicio de la organización, resignando así su propia misión y fin en la vida.

¡El portador de Tu Marca Personal va construyendo el desarrollo de su propia identidad, a través de las decisiones en las que hace valer su talento, como individuo inteligente que tiene muy en claro el sentido de su vida!
José Podestá

 

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