Existen
personas que por el nivel de identidad que sienten hacia una marca, por lo que
ésta representa en sus afectos, se convierten en fans. Algo que inicialmente se daba entre los seres humanos – como
es el caso de los seguidores de un líder, un músico o una celebridad– en la
actualidad se le han sumado las marcas globales, en sus múltiples categorías de
productos y servicios.
Pero como
el nivel de sorpresa no está acotado a límites formales ni racionales, también
se viene insinuando una tendencia peculiar y curiosa. Se trata del skinvertising, es decir, de la
publicidad en la piel humana.
No es cosa de locos
¡O sí! En
realidad, ello tiene más que ver con el nivel de autoestima, los valores y el
sentido de la vida, que no siempre se los suele tener bien en claro.
Años atrás
tuve la oportunidad de ver a un joven que decidió tatuarse en su nuca el nombre
de una empresa. El motivo fue meramente económico, para poder así compensar sus
bajos ingresos.
En el
opuesto, es más conocido el tatuaje que desde hace varias décadas llevan en sus
brazos, algunos miembros de la cofradía
Harley-Davidson. Este ejemplo sirve, además, para hacernos
ver que la decisión del skinvertising no
es afín en las personas de bajos recursos o nivel intelectual. ¡Nada que ver!
Los tatuados de la Harley-Davidson son, por mayoría, empresarios y ejecutivos
de ambos géneros.
Como tal
vez uno se pueda imaginar, parecería ser que estamos frente a un tema que es
más propio del campo de la
psicología. Pero hasta tanto algún profesional se decida
abordarlo, lo cierto es que cada vez hay más personas que nos sorprenden con
tal actitud, como lo que se viene dando en el ámbito laboral.
La otra camiseta
Así como en
el ayer era muy fuerte el grado de identificación, compromiso y vínculo que
asumían los empleados con su trabajo y la empresa, a punto tal de llevar simbólicamente puesta la camiseta de la empresa, ahora pareciera ser que se redobló la
apuesta, pero en otro sentido. En efecto, ha comenzado a proliferar la decisión
espontánea de empleados que están predispuestos a tatuarse en el cuerpo el
nombre de la empresa, sin que medie exigencia alguna. Pero tal actitud no
significa la existencia de un verdadero compromiso ni fanatismo hacia la
empresa.
En
contrapartida, tal decisión es compensada por el empleador con un aumento adicional
del sueldo, que suele partir del quince por ciento. Ello no deja de ser
llamativo, porque a pesar de la baja o nula estabilidad de empleo existente,
existan personas que se llevarán puesto el tatuaje de su empresa a otra, con lo
que ello implica.
En esta
actitud-comportamiento no es difícil percibir que el móvil es básicamente de
tipo económico. Pero si el diferencial obtenido por tal concesión personal
–comercializar una parte visible del cuerpo– al poco tiempo finaliza licuado
por la inflación, tanto la empresa como el empleado debieran darse cuenta que
no se trata de una decisión oportuna ni eficaz.
Tu Marca Personal no es la empresa
Los que se
interesan por desarrollar y posicionar Tu
Marca Personal saben que lo suyo es único e intransferible. ¿Por qué?
Porque es el nombre y apellido que acompaña e identifica al ser humano a lo
largo de su existencia. Por tanto, tatuarse en el cuerpo el nombre de una
empresa, más allá de que en algún momento ya no se pertenezca a la misma, es un
sin sentido. En última instancia, es convertirse en un recurso humano que no sólo
está asimilado al rol de objeto sino que, por unos pesos, decidió además
prostituirse por algo que le es ajeno.
¡El
portador de Tu Marca Personal sabe muy bien que su posicionamiento radica en su
peculiar propuesta de valor y en el reconocimiento que sus destinatarios hacen de
su identidad: Yo SA!
José Podestá