Las Auditorías Suelen Olvidarse del Personal

09 junio 2013 ·

Cuando una empresa necesita saber o actualizar su valor patrimonial, se pone en marcha una serie de indicadores a ser tenidos en cuenta, la mayoría de los cuales tienen foco en lo cuantitativo. Aparentemente suele ser así, porque en el mundo de los negocios el lenguaje de los números es el que manda.

Si estuviéramos en la anterior economía –la post industrial– el presente artículo carecería de interés porque el valor de las organizaciones, en esa época, provenía fundamentalmente de sus activos físicos, es decir: planta industrial, instalaciones, maquinarias, oficinas, sucursales, etc. Estadísticamente, estos activos representaban en promedio el 75% del valor de la empresa. Pero a partir de la globalización y el advenimiento de la economía de la información y del conocimiento, el paradigma pasó a ser otro.

En la actualidad el valor de una organización radica en los indicadores cualitativos, es  decir, aquellos que ponen nerviosos a los contadores, porque no los pueden auditar con sus clásicas herramientas. ¿Por qué? Porque el valor resultante vincula con los activos intangibles, como ser:

- La marca, que no se encuentra en el inventario del depósito sino en la mente de la gente.

- Los clientes, que también están afuera de la empresa y son la razón de ser de su misión.

- El conocimiento, que puede estar en las patentes, la creatividad o la innovación que diariamente aportan los empleados en sus respectivas tareas.

- La calidad del personal expresada en sus habilidades y talentos, a todo nivel.

- La imagen, reputación y trayectoria de la organización, que es una consecuencia derivada de los intangibles mencionados anteriormente.

Los activos intangibles hoy representan en promedio entre el 75% y el 80% del valor de la empresa, y se constituyen en lo opuesto de lo que se privilegiaba en el ayer.

El rol del empleado

Mientras la economía post industrial resumió al personal a la categoría de recurso humano –con los beneficios administrativos y de costos que representan– los managers en la actualidad se están dando cuenta no sólo de lo nefasto de tal reducción sino también porque con ello han generado una estructura de empleados-clones que carecen de la habilidad y del protagonismo necesarios para los tiempos que corren.

Hoy más que nunca es válida la proposición que dice que la empresa se hace y se desarrolla a través del personal. A partir de la idea-visión del emprendedor y del aporte de capital provisto por los accionistas, para hacer viable el despegue de la organización, de allí en más será el plantel de empleados de calidad el responsable de hacer el resto. De nada vale seguir inyectando capital en una organización si ésta carece de la ventaja competitiva básica, es decir, de los empleados que saben y están motivados por constituirse en uno de los factores clave del éxito.

Entonces, cuando una empresa necesita difundir su valor en el mercado y en la comunidad en donde opera, además de precisar la incidencia de sus activos intangibles también debe concentrarse en su staff, por la gravitación que éstos producen y tienen en la concreción evolutiva de la visión.

Los actores centrales

Ya en otra oportunidad hemos señalado que el empleado y el cliente deben estar establecidos en el centro de la organización. Más que una expresión de moda, deseo o de imitación, pasó a ser el signo estratégico característico de las organizaciones líderes y sustentables. Por tanto, para que una empresa del ayer pueda hacerlo realidad, deberá realizar un giro de ciento ochenta grados, partiendo de la convicción del CEO y pasando por la revisión integral de los valores, la cultura, la visión y la nueva estrategia corporativa organizacional. Concretamente, la empresa necesita reinventarse para poder seguir sustentando un desarrollo responsable.

¡El portador de Tu Marca Personal, a partir de las habilidades que lo caracteriza es un referente clave y de valor, tanto para los emprendedores como para las  organizaciones que aspiran ser competitivas y sustentables, aún en tiempos de crisis!
José Podestá

 

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