En el
ámbito corporativo, un nuevo CEO que haya logrado subsistir y pasar el umbral
de gestión de los cien días, puede comenzar a sentir que ya es parte activa de
La clave es el perfil
Hacer bien
las cosas desde el inicio, tener habilidad anticipadora, ser un crítico
disconforme de las estructuras, los procesos y las rutinas, poner en el centro
lo importante –empleados, clientes y la estrategia– estimular, liderar y dejar
hacer, son apenas el enunciado de un decálogo de atributos que, más allá del
CEO, todas las personas con nivel de responsabilidad en la organización hoy
deben disponerlo en su mochila. De lo
que se trata es de sumar valor diario, sabiendo que sólo el conocimiento y las
personas de calidad pueden dotar de una ventaja competitiva a la empresa.
Si esto se
lo entiende en su correcta dimensión, se podrá comprender que sin el apoyo y
convicción del personal ningún CEO podrá salir airoso del síndrome de los cien
días. Y lo mismo vale para el nuevo cadete, el operario de depósito o el
empleado de contaduría.
Hoy no
estamos exentos de un auto cuestionamiento sistemático de las tareas, porque si
funcionan bien es tiempo de cambiar los procesos y mejorar. Quizás alguno podrá
pensar el estrés que ello genera, pero en realidad no es tan así sino, más
bien, se trata de una forma armónica de ir gestionando sobre los cambios que
nos llegan del contexto. Por el contrario, sí termina siendo traumático el
tener que hacerlo de golpe, porque aquí ya viene dado como una imposición de
esa misma realidad.
Método y disciplina
Otros
pueden llegar a imaginarse que estar surfeando
sobre las olas para mantener a flote a la organización en los tiempos que
corren, es algo muy agotador. Quizás sí, quizás no. Todo depende de la actitud
asumida. Si lo hacemos desde la pasividad o por los condicionantes que en el
ayer caracterizaban el rol que debía asumir el empleado, el hoy se lo
consideraría alienante y frustrante.
Pero si
vemos a los desafíos diarios como lo que realmente son, paulatinamente se
trasladaría a la organización una dinámica que haría mucho más gratificante las
cosas que se hacen. ¿Por qué? Porque parten de la motivación y proactividad que
cada uno pone en acción para anticiparse o acompañar el proceso en la empresa.
Así como un
deportista de elite, un artista o un científico disfrutan en lo suyo, a partir
del esfuerzo de formación y la actitud puesta en acción para dar sentido a su
vida, lo mismo vale para el empleado en los tiempos que corren. Para lograrlo,
no estará solo sino respaldado por sus superiores y los compañeros de trabajo
que forman parte del equipo. También
irá adquiriendo solvencia, mientras transcurre el periodo de los tres meses de
prueba y accediendo, posteriormente, a los programas de capacitación y
desarrollo que le permitan estar tan entrenado como el deportista lo está en su
especialidad.
El sentido de la prueba
Gran parte
de lo que suceda en el periodo de prueba dependerá de uno mismo. Además, se
trata de una exploración remunerada en donde el empleado, más allá del puesto a
desempeñar, podrá darse cuenta si esa empresa tiene un sentido para él y si es
funcional para su plan de carrera laboral-profesional. Si no lo fuera, entonces
dispone de un importante argumento para cambiar, sin que por ello deba sentir
frustración alguna.
¡El
portador de Tu Marca Personal, toda vez que ingresa a prueba en una organización,
no está preocupado porque sabe muy bien que ello es tan sólo una instancia
necesaria para saber si luego valdrá la pena continuar o no!
José Podestá