A la vocación
la asociamos, por lo general, con la definición que uno lleva a cabo en
vísperas de la elección de un estudio, oficio o profesión. Desde este punto de
vista, la vocación humana se diluye en la categoría psico-sociológica de la
profesión y el oficio. Concretamente, a un hecho externo al ser humano que
busca y privilegia una forma o sustento de vida, acordes con ciertas aptitudes
e intereses personales.
La
exterioridad, no basta
Si tenemos en
cuenta que para construir y superar el destino personal se lo debe
integrar a un campo más amplio de la vocación, ésta debiera ser más honda que
la simple vocación-profesión. ¿Por qué? Porque el concepto de vocación
compromete a la totalidad del individuo.
Esto para nada
descarta a la resultante aspiracional que nos brinda o condiciona el contexto.
La exterioridad es un dato importante, realista y complementario. De allí la
necesidad de llevar previamente a cabo un proceso más profundo e interior sobre
sí mismo y los valores, sobre todo trascendentes. Este mismo camino es el
recomendado cuando, posteriormente, se desea incursionar en el Personal
Branding.
Una cosa es
dejarse arrastrar por los acontecimientos y oportunidades y otra es plantarse,
ante ellos, en una actitud interior atenta. Entonces, cuando el hombre
desde su presente trata de proyectar, no una determinada o parcial
figura-imagen de su existencia personal sino la figura total de su existir,
recién se estará cuestionando por la vocación y el sentido de su vida.
El discernimiento
de la propia vocación a desarrollar y cumplir en la vida lo podemos hacer
porque estamos dotados para planificar nuestro comportamiento y fijarnos
proyectos como meta. De allí que en la tarea de la vocación –como en la tarea
de la creación y el desarrollo del Personal Branding– debemos recurrir al
pensar, a la reflexión y su derivado: la opción. No hacerlo hace que la
existencia se frustre; es lo que lamentablemente vemos con frecuencia.
La humanidad
personal debe ser conquistada
En la medida
que el individuo no se deje llevar por la externalidad o las tentaciones del
contexto –porque mantiene una actitud atenta a su devenir– estará asumiendo una
actitud objetiva y profesional para no perder el sentido de su vocación, de la
visión y el sentido que tiene en su vida. Con ello se estará asegurando no ser
parte de ningún rebaño ni de terminar siendo domesticado por la
organización, la profesión o el oficio que partió de su vocación.
Lo interesante
es que en este devenir el hombre no está solo. ¿Por qué? Porque a la existencia
humana se la entiende como una red de relaciones. De allí que el ser humano,
para aspirar al “yo-soy”, necesita de la mediación del “otro”. El otro
puede referir no sólo a una persona sino también a una realidad física o
trascendente, a un valor. Y porque somos seres esencialmente vinculados,
gracias a ello construimos nuestra humanidad y podemos llegar a perfeccionarla.
Así como ya
hemos reiterado que el Personal Branding nos demanda recorrer un largo camino
–porque nos acompaña a lo largo de nuestra existencia– la vocación, que en
última instancia es nuestro soporte estructural y existencial, también. A veces
la partida interior que nos proponemos llevar a cabo para superar el yo cómodo,
ordinario y mediocre, viene dada por una desgarradora partida exterior; la
realidad también suele señalarnos cómo la vocación conduce al hombre a su
concreción en otros lugares, dejando atrás las figuras familiares, de amigos,
colegas,… De allí la importancia de estar atentos, para eventualmente optar y
obrar en consecuencia.
¡El
portador de Tu Marca Personal logró gestarla, con tiempo y esfuerzo, a partir
de una profunda reflexión interior, amalgamada con la vocación sobre la que
viene construyendo su biografía y la razón de ser de su existencia!
José Podestá