En la Sociedad
Informacional en la que vivimos, anclada en la Economía del Conocimiento y
la Información, se ha reiterado con frecuencia que el conocimiento incorporado
brinda poder al individuo. Por ello, todos podemos ser parte activa de la legión de ciudadanos que a diario se
hacen valer y respetar por lo que son y saben. Pero en la práctica, no es tan
así.
Todo
comienza por uno
Desde pequeños nos han enseñado que el hombre es un
ser social. Pero si vemos el fuerte individualismo imperante en el mundo, uno
bien podría pensar que tampoco es así.
Aunque la realidad indique o intente hacernos
convencer de ello, porque a diario el comportamiento actitudinal de la inmensa
mayoría nos lo hace sentir, el ser humano
es eminentemente social. ¿Por qué? Porque necesita “del otro” para
constituirse y realizarse, sin por ello perder la individualidad. Entonces,
antes de encarar una misión o un proyecto de vida, uno deberá comenzar por
darse cuenta del “qué soy”: no del que me gustaría ser o del que me atribuyo
ser.
El futuro portador del Personal Branding tampoco
está exento de ello. Si no comienza por tener en claro aspectos clave de su
persona – del “quién soy”, no del que se propone aparentar ser para llegar a seducir
con su marca al futuro mercado
objetivo– seguramente que terminará siendo una víctima de su propio autoengaño.
En consecuencia, cuanto más uno sepa de sí mismo
será más consciente de sus fortalezas, de sus debilidades y de su vocación de vida. Durante el trayecto,
además, podrá ir constatando que la huella
que va dejando es fruto del conocimiento aplicado en el trabajo y en las obras
realizadas, gracias a los vínculos, a las relaciones y a los apoyos que en el
camino de la vida fue recibiendo de otros seres.
La vida laboral y profesional, cuando se la
construye a partir del proyecto que uno aspira realizar, cobra un sentido
pleno. Las etapas que se van superando son como partículas de estímulos
sucesivos que van construyendo el camino, del cual uno se puede llegar a
enorgullecer, básicamente por dos motivos:
- Porque nace a partir del despertar interior, es
decir, del habernos dado cuenta de nuestras carencias y habilidades y del
sentido que aspiramos imprimirle a la vida. Además, la práctica de la escucha interior nos permitirá orientarnos
y mantenernos en el rumbo fijado.
- De lo que aspiramos ser –la vocación– sabiendo que
en un mundo de alta competitividad como el actual, el conocimiento es la materia prima básica, mínima y necesaria
para hacer las cosas de la mejor manera, pero sin dejar por ello de considerar
al prójimo, porque así nos lo demanda nuestra responsabilidad social.
En la medida en que uno esté persuadido de la
necesidad de tomar las riendas de la vida
en sus propias manos, en lugar de pretender tercerizar
el destino o esperar que otros lo hagan por uno, se podrá ejercer con
autoridad y convicción el poder que emana del “saber interior”. Los que se den
cuenta de ello no sólo lograrán gratificación por el sentido dado a la vida, sino porque éste, al estar en función del
otro –de los prójimos– hace que nos reconozcan y valoren.¡El portador de Tu Marca Personal, más allá de ser competente y sobresaliente en lo suyo, tiene una gran responsabilidad social, de gratitud y de compromiso por el reconocimiento cosechado en el ámbito de su vocación!
José
Podestá