Liderazgo Personal

01 noviembre 2015 ·

En los últimos años las empresas se convencieron que el liderazgo, más allá del enfoque clásico y formal, pasó a constituirse en una de las habilidades manifiestas o latentes que deben contar y ejercitar los empleados, en general.

A medida que fueron cayendo los silos o compartimientos estancos que habían sido funcionales al clásico organigrama, los empleados comenzaron a percibir una sensación de mayor exposición frente a sus pares y supervisores. Algo similar les sucedió a los ejecutivos –jefes y gerentes– cuando les fue derribado el habitáculo o reducto en el cual se “encerraban” para poder pensar y trabajar con privacidad.
Democratización integral

Por supuesto que tanto los empleados como sus superiores pasaron por una etapa de transición no exenta de estrés y desconfianza mutua. Más aún, el cambio cultural que implicó la apertura física de los espacios territoriales fue, para muchos, un trago difícil de asimilar.
En la actualidad se trata de algo no sólo superado sino hasta plenamente aceptado por las partes, especialmente por los beneficios de integración y de mayor comunicación alcanzados.

Esta evolución ha sido también muy importante para otro de los requisitos que demanda el abordaje de las tareas y los procesos en general. Ello tiene que ver con los equipos de trabajo y sus códigos de convivencia, colaboración y autogestión.
Es aquí en donde las condiciones de liderazgo natural se tornan en un factor clave para el desempeño del equipo. Para que sea viable, la empresa deberá brindar el apoyo y estímulo necesarios, incluso más allá del programa de Capacitación y Desarrollo.

Liderazgo desviado
Si bien muchas organizaciones han contado con líderes sobresalientes en las funciones clave, también es cierto que no siempre todos los que estuvieron expuestos a ello terminaron ejerciéndolo de un modo satisfactorio. En estos casos, lo importante es no quedarse con la descalificación de tales prácticas sino de asumirlas como ejemplos de aprendizaje y superación.

A continuación se enuncian algunas prácticas de mala praxis de liderazgo, que seguramente para algunos podrá resultarles familiar y para otros simples alertas o advertencias a superar o para ser tenidas en cuenta.
- Idolatrar a los superiores.

- Focalizar el problema de modo reactivo.
- Sentir indiferencia hacia los demás.

- Acaparar y no delegar.
- Vivir para trabajar.

- Sembrar incertidumbre o rivalidad.
- Mirar el árbol en lugar de bosque, sin prestar atención a lo que pasa alrededor.

- Proyectar culpas.
- Confundir empatía con debilidad.

- Ignorar que el poder es servir al prójimo.
¡El portador de Tu Marca Personal, como prestador de un servicio laboral-profesional a la organización, es esencialmente un líder que no sólo está al servicio de sus prójimos sino para ayudarlos también a crecer!
José Podestá

 

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