En los últimos años las empresas se convencieron que
el liderazgo, más allá del enfoque clásico y formal, pasó a constituirse en una
de las habilidades manifiestas o latentes que deben contar y ejercitar los
empleados, en general.
A medida que fueron cayendo los silos o compartimientos estancos que habían sido funcionales al
clásico organigrama, los empleados comenzaron a percibir una sensación de mayor
exposición frente a sus pares y supervisores. Algo similar les sucedió a los
ejecutivos –jefes y gerentes– cuando les fue derribado el habitáculo o reducto
en el cual se “encerraban” para poder pensar y trabajar con privacidad.
Democratización
integral
Por supuesto que tanto los empleados como sus
superiores pasaron por una etapa de transición no exenta de estrés y
desconfianza mutua. Más aún, el cambio cultural que implicó la apertura física
de los espacios territoriales fue, para muchos, un trago difícil de asimilar.
En la actualidad se trata de algo no sólo superado
sino hasta plenamente aceptado por las partes, especialmente por los beneficios
de integración y de mayor comunicación alcanzados.
Esta evolución ha sido también muy importante para
otro de los requisitos que demanda el abordaje de las tareas y los procesos en
general. Ello tiene que ver con los equipos de trabajo y sus códigos de
convivencia, colaboración y autogestión.
Es aquí en donde las condiciones de liderazgo natural
se tornan en un factor clave para el desempeño del equipo. Para que sea viable,
la empresa deberá brindar el apoyo y estímulo necesarios, incluso más allá del
programa de Capacitación y Desarrollo.
Liderazgo
desviado
Si bien muchas organizaciones han contado con
líderes sobresalientes en las funciones clave, también es cierto que no siempre
todos los que estuvieron expuestos a ello terminaron ejerciéndolo de un modo
satisfactorio. En estos casos, lo importante es no quedarse con la
descalificación de tales prácticas sino de asumirlas como ejemplos de
aprendizaje y superación.
A continuación se enuncian algunas prácticas de mala praxis de liderazgo, que
seguramente para algunos podrá resultarles familiar y para otros simples
alertas o advertencias a superar o para ser tenidas en cuenta.
- Idolatrar a los superiores.
- Focalizar el problema de modo reactivo.
- Sentir indiferencia hacia los demás.
- Acaparar y no delegar.
- Vivir para trabajar.
- Sembrar incertidumbre o rivalidad.
- Mirar el árbol en lugar de bosque, sin prestar
atención a lo que pasa alrededor.
- Proyectar culpas.
- Confundir empatía con debilidad.
- Ignorar que el poder es servir al prójimo.
¡El portador de Tu Marca Personal, como
prestador de un servicio laboral-profesional a la organización, es
esencialmente un líder que no sólo está al servicio de sus prójimos sino para
ayudarlos también a crecer!
José Podestá