La vida es súper atractiva porque nos demanda, a
cada uno de nosotros, una larga búsqueda. Sin embargo, cuando se trata de
postularse para un trabajo u oficio o de elegir una profesión, por lo general
las personas suelen simplemente dirigirse hacia ese encuentro con una alta
dosis de expectativas, motivación y deseos de éxito. Es decir, que asumen un
comportamiento que muchas veces está desprovisto de un trabajo previo de
introspección.
Quizás alguno de ustedes se preguntará y para qué es
necesario hacerlo así. Por la sencilla razón de querer saber si lo que
realmente se aspira en la vida tiene sentido, hace a la misión-vocación o simplemente se trata de una salida de corto
plazo. Con ello no se pretende, en absoluto, descalificar a las oportunidades
que se puedan presentar sobre la marcha. Pero sí el estar atentos para
discernir si las mismas luego servirán, para sumar o distraernos de aquello que
los demás también esperan de uno.
Vivir
con sentido
Si nos remitimos a los orígenes de la humanidad,
recordaremos cómo los pueblos fueron haciendo frente a todo tipo de
inconvenientes, llámense cataclismos, guerras, epidemias, etc. Pero a pesar de
las tremendas dificultades a las que estuvo y está expuesto el ser humano, conviene
recordar que en su interior profundo
se encuentra el motivo por el cual ha
decidido venir al planeta Tierra. Al respecto, la historia está poblada de
personas que ofrendaron su legado-misión
a la humanidad, tal como también se viene dando en el mundo actual.
Por supuesto que es más “práctico” y hasta
“divertido” para algunos ir por la vida haciendo las cosas en “piloto
automático”. Sin embargo no por ello se sienten plenos o felices, a pesar del
dinero o la fortuna que hayan logrado acumular.
Es así como el hombre ha ido descubriendo, en su
vida de relación, que no todos somos iguales y que no a todos les gustan las
mismas cosas, ni mucho menos, que se tenga que hacer lo que hacen los demás. El
hecho que gracias a este “don” también seamos distintos, no es una mera
casualidad. Al contrario, responde a esa misión
que anida en nuestro interior –tal como si fuese el ADN de nuestro existir– y
que está a la espera de nuestro “descubrimiento”; hace al proceso de búsqueda que
les había mencionado al principio.
También es un dato de la realidad que no todas las
personas tienen en claro estas cosas, ni mucho menos el tener que indagar
acerca de su misión-vocación. Pero no por ello ésta debiera
ser neutralizada o “anestesiada” con las soluciones u oportunidades del corto
plazo, porque quizás muchos de ustedes ya sepan que así es como luego se
termina haciendo cosas que para nada son gratificantes en lo personal.
Entonces, cuando uno no tiene en claro el qué
y el para qué viene haciendo lo que
hace, se comienza a resentir la autoestima, ya sea por la desmotivación, el
cansancio o la frustración que aflora desde el interior.
Es por ello que vivir
tiene sentido, en la medida que sepamos comprender para qué vivimos. Aquí
lo importante es saber que el sentido
no se encuentra de una vez y para siempre, máxime en los tiempos actuales en
donde el cambio fluye de un modo
acelerado y permanente, impactando en nuestras vidas.
Visto el tema en perspectiva, a medida que vamos
creciendo atravesamos las edades. Si estamos atentos al devenir de los doce
meses del año, vamos a llegar a percibir que algo nos aguarda o sale a nuestro
encuentro. Sin embargo, la edad que hoy tienes encierra una experiencia humana
esencial que no deberías dejarla pasar por así nomás, porque no llegarías entonces
a percibir ningún descubrimiento que quizás sume sentido a tu vocación.
¿Qué
nos dice la realidad?
Que la vida ni el ser humano pasan en vano. Todo
encierra un mensaje, nos dice algo. Entonces, para que no pierdas los instantes de sentido, es necesario que permanezcas
atento a las circunstancias que seguramente, y sin saberlo, hacen a la misión-vocación de tu vida.
Esos instantes
pueden surgir en diversas ocasiones, como ser, durante el desarrollo de la
actividad laboral o profesional, en un diálogo o bien por el hecho de mantener
una conducta coherente con tus propios valores, aunque sientas que sean contra
la corriente actual o la de los demás.
Todo ello nos lleva también a hacernos preguntas
que, sin lugar a dudas, son fundamentales para la clarificación y el sentido de
la misión-vocación. Incluso vale para
todos aquellos que se cuestionan dónde y cómo dejarán una huella, con el sello de su Personal Branding.
Las respuestas a esas preguntas, como los instantes de sentido, no están en
nosotros sino en el otro, es decir, en aquellos que nos confirman el sentido que tiene el trabajo que
llevamos a cabo en la vida. ¿Por qué? Porque para ellos es importante percibir
que estamos haciendo algo que los incluye. Es así como podrás ir construyendo
tu camino –son sentido y vocación– mientras tus prójimos van registrando
la huella de tu accionar.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe que el
sentido de su vida está presente en todo lo que hace y brinda,
desinteresadamente, a sus prójimos!
José
Podestá