Si bien son muchas las personas que idealizan el no
tener que ir a trabajar a la oficina ni cumplir con el horario –especialmente
un día lunes– también es cierto que no todos poseen la autodisciplina de poder abordar
sus responsabilidades de manera autónoma y eficaz.
El trabajador
flexible es esencialmente una persona con buen potencial emprendedor y
también muy predispuesto para llevar a cabo su Personal Branding. Este perfil
era prácticamente inexistente en las organizaciones del ayer, a tal punto que
cuando se topaban con alguien que reuniese esas características, lo excluían
del proceso de la búsqueda laboral por los eventuales conflictos y
enfrentamientos que más tarde pudieran llegar a ocurrir.
Hoy
es distinto
Seguramente que cuando alguien se traslada en
automóvil y observa a ambos lados de la ruta la presencia de vacas, para nada
le llamará la atención el paisaje. ¿Por qué? Porque sobre la marcha seguirá
encontrando vacas de color marrón, blanco y negro o eventualmente negro. Pero
si en un determinado momento “descubre” que dentro de una manada hay una vaca
de color púrpura, seguramente que terminará deteniendo el automóvil y se bajará
para verificar si la vaca en cuestión es real o bien una simple ilusión. Una vez
que confirma su veracidad, es muy probable que no dejará pasar tal “primicia”
para replicarla en imágenes por las redes sociales; y si pudiera sacarse una “selfie”, mejor aún.
Esta metáfora es útil para trasladarla también al
ámbito de las organizaciones. Ya en otras oportunidades he mencionado que a
raíz de la política de recursos humanos, las empresas se fueron poblando de un
perfil de empleados “dóciles” y muy similares, para poder así encuadrarlos dentro
de la descripción de los respectivos puestos de trabajo, los que a su vez ya
tenían estipulados un nivel promedio de salario. El resultado ha sido que, durante
varias décadas, las compañías contaron con una estructura de empleados promedio
para la función que debían cubrir. Cualquier semejanza con el paisaje monótono
y poblado de vacas que no se diferencian entre sí, es pura realidad.
Pero en el hoy, las organizaciones ya no pueden
disponer de una estructura de empleados
clones. Al contrario, para generar disrupción
en el mercado, poder ir cambiando sobre la marcha las reglas del juego, ser
innovador y competitivo, se necesita disponer de un perfil de persona muy
diferente, que sea competente, creativa, autónoma, de calidad y, además, flexible.
Para evitar hacer más de lo mismo y no caer en la
práctica del “me too”, el cambio ha
terminado por imponer el mencionado perfil del “nuevo” empleado. Así, cuando en
la oficina integra su equipo de trabajo, de la sinergia surgirán las decisiones
más adecuadas para el presente. Pero cuando no está físicamente en la empresa,
no por ello se tornará en improductivo e ineficaz. Al contrario, esos
“momentos” de ausencia del ámbito organizacional terminan siendo sumamente
útiles y necesarios para el trabajador
flexible. Desde el mercado, la calle o simplemente a la distancia, éste puede
vislumbrar la realidad y monitorear el desempeño de las variables que están
vigentes, sin por ello llegar a perder el contacto con su equipo de trabajo,
gracias a las múltiples tecnologías disponibles.
La gran diferencia de estilo entre la forma de
trabajar en el ayer y el hoy está dada por la calidad del servicio brindado. El trabajador flexible tiene bien en claro que lo suyo es, concretamente,
brindar un servicio, cosa muy distinta a la del “tradicional” empleado de
oficina que generalmente sigue condicionado por las tareas ya estipuladas de
antemano. Por supuesto que esto no significa que el trabajador flexible no deba cumplir con las actividades básicas de su
plan de trabajo; lo que aquí varía es la actitud, el sentido de involucramiento
y de participación asumida en el proyecto.
¡El portador de Tu Marca Personal es
esencialmente un trabajador flexible, más allá de encontrarse
circunstancialmente desempeñándose en relación de dependencia en una organización,
o bien llevando a cabo su carrera laboral y profesional en forma independiente!
José
Podestá