En los últimos años las instituciones académicas
privadas vienen realizando convocatorias a los futuros estudiantes
universitarios. Para ello se valen de distintas “técnicas”, entre las que se
destacan la visita que realizan a prestigiosos colegios de enseñanza secundaria
y los seminarios abiertos en donde los interesados concurren, en determinado
día y lugar, para conocer la amplia
oferta de “productos-carreras” que disponen. Realmente, ¿creen ustedes que es
así cómo uno llegaría a descubrir la “vocación
de su vida”?
El
toro por las astas
La desorientación en que se encuentran las personas
que hoy deben decidir acerca de su futuro trabajo y profesión no es nueva.
Existió siempre, con la salvedad que en el ayer el tema no era tan
problemático, por dos razones-motivos importantes.
- Los padres se ocupaban y estaban más atentos a los
procesos evolutivos de sus hijos y dialogaban más acerca del futuro. Por
supuesto que a veces los padres incurrían en la torpeza de “presionar” a sus
hijos a seguir determinadas carreras tradicionales –porque tenían futuro– o aquella especialidad que a “ellos” les
hubiera gustado seguir pero que, por distintas razones, no pudieron concretar;
ejemplos frecuentes de ello eran la danza clásica o el estudio para concertista
de piano o violín.
Pero dejando de lado estas desviaciones “patológicas”,
lo cierto era que había una mayor dedicación de los padres por el
discernimiento vocacional de sus hijos, que por otra parte no excluía la
eventual asistencia de algún orientador vocacional.
- No existía la sobreoferta de carreras y especializaciones
tal como ocurre en la actualidad; algo muy parecido se replica en el mercado de
productos de consumo y servicios. Si bien el refrán dice que “lo que abunda no daña”, en este caso más
que ayudar termina ampliando la grieta de la desorientación.
Pero contrariamente a lo que la mayoría supone o cree,
la vocación no se define por los
impulsos atractivos provenientes del mundo exterior. Si bien en la era del paradigma
de lo digital-visual, se termina súper valorando al entorno material y predisponiéndose
a los estímulos de marketing provenientes de las ofertas laborales y
académicas, la toma de decisión personal no pasa por allí.
Alguno de ustedes bien podría aquí preguntarse, “¿si
ello no fuera así, por qué entonces se promociona el despertar vocacional de
esa forma?” La respuesta, en realidad, es muy simple: ¡Porque es el “negocio”
del que vive la sobreoferta existente!
Lo mismo vale para todos aquellos que se interesan
por el Personal Branding. Cuando analizan las propuestas existentes, “descubren”
que muchos expertos en el tema señalan que el Personal Branding es la “llave de
entrada que te permitirá acceder a un empleo superlativo”, además de ser un
recurso vital y clave para “trascender y
ser rápidamente reconocido”. Pero tampoco ello es así.
¿Por
qué?
Porque ya sea que se trate de un proyecto personal, laboral
o profesional independiente, el éxito no proviene de la forma en que uno sepa
cómo “venderse” a los demás, sino por los valores,
el compromiso y la pasión puestos en lo que uno brinda y
lleva a cabo. Por tanto, nada de ello lo encontraremos en la exterioridad del
ser humano, sino en la fuerza del impulso que proviene desde su mundo interior
y que, en la práctica, se traduce en la vocación
puesta en acción.
Entonces, para que la orientación no termine a uno
desorientándolo del todo –y para que el Personal Branding luego no se reduzca a
una mera aplicación de marketing– no vayamos a “creer” que lo encontraremos
fuera de nosotros.
Si bien es muy importante conocer y estar atentos al
contexto que nos rodea –que para nada lo estamos subestimando– no nos
transformemos por ello en meros “objetos pasivos” que sólo reaccionamos, por la
habilidad que tienen los otros en hacernos consumir o hacer lo que a ellos les
conviene o interesa; tengamos en cuenta que detrás de esa “ilusión” se ocultan razones
meramente económicas y comerciales.
¡El portador de Tu Marca Personal es un ser
que sabe muy bien para qué hace lo que hace y que lo suyo sólo tiene sentido
cuando se expresa por la valoración que nace como un impulso, desde el interior,
para beneficio posterior de sus prójimos!
José
Podestá