¿Importa la Identidad Personal?

29 enero 2017 ·

En el mundo en que nos ha tocado llevar adelante nuestra misión personal, caracterizado por la veloz fluidez y licuación de las cosas –hasta de los seres humanos– nos plantea la duda acerca del impulso que las personas sienten por llegar a ser reconocidas y valoradas.

Quizás seamos una escasa minoría los que, de vez en cuando, nos cuestionamos sobre nuestro accionar y el sentido que ello tiene frente a la inmediatez, la frivolidad y el interés utilitario –incluso sobre las personas– que caracteriza a la sociedad actual. Pero por suerte, también existen pensadores como el filósofo inglés Derek Parfit [1942-2017] quién llegó a cuestionarse y relativizar la importancia de la identidad personal.

¿Y el Personal Branding?

Como estamos frente a un tema profundo que nos toca muy de cerca a cada uno de nosotros, ello nos lleva necesariamente a plantearnos algunas preguntas recurrentes, como la que titula a la presente columna. Si bien la respuesta a preguntas importantes es el trabajo básico del filósofo, ello no garantiza que tanto éste como nosotros podamos siempre arribar a una conclusión esclarecedora.

Derek Parfit falleció recientemente y nos dejó pendiente su respuesta, aunque nunca cesó en la búsqueda y el fundamento de su mencionada proposición. Más aún, en su teoría que denominó “la conclusión repugnante”, se animó a alertarnos que en la diferenciación entre una persona y otra es fundamental la moral que los caracteriza.

 Es a partir de aquí y en la motivación que nos impulsa hacia el desarrollo y el posicionamiento del Personal Branding, en donde deseo centrar el tema. ¿Por qué? Porque la moral no es un atributo ni un “tip de consumo” que, “alegremente”, uno pueda replicar o especular como una variable “atractiva” para la trascendencia de la identidad personal, pero sí tiene que ver con un impulso interno de compromiso y convicción que siempre nos debiera acompañar, porque hace a la esencia y a la dignidad del ser humano.

Alguno de ustedes se podrá preguntar cómo es posible que entonces haya personas de comportamientos, actitudes y convicciones “no éticas”, que no sólo detentan una positiva imagen de identidad, sino también cuentan con una “legión” de seguidores. Por supuesto que ello carece de toda justificación. Si estas personas son “famosas” y hasta “admiradas”, ello corre por cuenta exclusiva del portador de la misma, de su conciencia y de la “complicidad” de todos aquellos que lo adulan y lo “ayudan” a posicionarse así.

Felizmente una de las fortalezas estructurales del Personal Branding tiene que ver con el comportamiento ético-moral y solidario de su portador –cualquiera sea la vocación ejercida por la persona– porque es la que le permitirá en el tiempo ir construyendo su reputación y capitalizar el posterior reconocimiento de los otros, es decir, de sus prójimos. Lo opuesto le sucederá al clásico “ídolo de barro” que se vale de todos los artificios disponibles –incluso los de la plataforma digital– para “aparentar” algo que en esencia carece de sustento y verosimilitud. Si bien podrá llegar a ser un estupendo simulador en todo lo que dice y hace, será la variable “tiempo” la que finalmente lo terminará desenmascarándolo.

Aquí se nos presenta una nueva pregunta: ¿Por qué estos simuladores de una identidad inconsistente tienen cabida en nuestra sociedad? Al respecto, se me ocurren dos razones:

- Porque suelen ser astutos “vendedores” y “seductores” en el estilo de vida que llevan a cabo, en donde la “viveza” y el oportunismo que caracterizan su accionar los mantiene posicionados en un aceptable nivel de “visibilidad”.

- Porque existe un sector mayoritario de individuos mediocres que prefieren mimetizarse con estos “productos sociales” del mercado, por considerarlos que son mucho más fáciles de “pintar y copiar”. Entonces, ¿para qué “perder” el tiempo en todo aquello que demanda esfuerzo, constancia y un sentido honesto de superación?

En consecuencia, para todos aquellos que están persuadidos que se deben a la misión que sienten que deben llevar a cabo en la vida, a través de la vocación que hace al trabajo o profesión asumidos, la identidad personal finalmente importa y mucho. Pero no para una trascendencia efectista, egoísta o interesada, sino como una derivada natural del compromiso y la entrega social que los caracteriza.

Así como suele decirse que la economía es una actividad muy importante para que esté exclusivamente en manos de los economistas, lo mismo le vale al “marketing” que muchos consideran se debe “replicar” para la construcción exitosa del Personal Branding. Basta simplemente recordar a los grandes de la historia –en cualquiera de las especialidades– que supieron hacer aquello que en su tiempo debían hacer; es así como al día de hoy se los valora y recuerda. Que yo sepa no necesitaron del marketing, no porque era inexistente, sino porque no estaban pendientes de “su marca personal”. En cambio sí estuvieron muy predispuestos, dedicados y concentrados en lo suyo, sin pensar ni estar pendientes en el legado “atemporal” que dejaron para beneficio de la humanidad.

¡El portador de Tu Marca Personal bien pudo no haber sido inicialmente muy consciente de su rol, pero a medida que fue descubriendo el sentido de su misión en la vida, comenzó a darse cuenta que lo suyo tiene más que ver con la calidad y la entrega que sus prójimos esperan, de su trabajo y profesión!

José Podestá

 

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