Así como se espera que un filósofo brinde respuesta
a preguntas trascendentales, lo mismo se espera de nosotros, en el rol de
ciudadano, profesional o de hijo que se encuentra en la “posición de largada”
para llevar a cabo su misión en la
vida. Más que estar uno centrado en su yo, se espera –y también es lo que
deberíamos aspirar– estar en lo nuestro en “función de”. Pero no por
cumplimiento de un mandato social o de un mero “interés” profesional-comercial,
sino por estar plenamente convencidos que nos debemos a una interacción con
nuestros prójimos.
En la medida que seamos conscientes de ello y lo
llevemos a la acción vamos a estar, por ejemplo, preguntándonos con frecuencia
¿cómo puedo ayudar? Si bien es un
buen signo de responsabilidad el no descuidar la tarea u oficio que llevamos
adelante en la vida, para nada nos excluye del compromiso de asistir a un
colega o un subordinado directo frente a un tema o a una frustración. En lugar
de ofrecer soluciones –como es el caso del padre que sustituye con “dinero” la
falta de ayuda o atención a su hijo– nos obliga en cada caso a “pensar”, con
mayor claridad, acerca del tema y después en la mejor solución.
En lo personal existe una pregunta que puede parecer
obvia y que, sin embargo, no la tenemos a menudo en cuenta, sobre todo en el
contexto actual de cambios acelerados. Concretamente, me estoy refiriendo al
siguiente interrogante: ¿son estas mis
prioridades? Se trata, sin dudas, de una forma útil para simplificar
situaciones complejas. De allí que deba ser parte de una reflexión corriente y
normal, más que de una pregunta que sólo se la destine para las situaciones
especiales.
James E. Ryan, ex decano de la Universidad de Harvard
en los Estados Unidos, es el autor de “Wait,
What?”, en donde reveló una serie de interrogantes que se debieran hacerse
a los estudiantes. ¿Por qué? Porque es muy común que ante situaciones de
importancia –el Personal Branding bien puede ser una de ellas– se obtengan conclusiones
sin tener suficiente información. Hoy es muy frecuente que le prestemos
atención a algo con poco tiempo o dedicación, para formarnos una opinión rápida
que luego la apoyamos o bien nos oponemos a lo dicho.
De esta forma el riesgo de hacer juicios erróneos o
de crear “ilusiones” suele estar a la vuelta de la esquina, esperándonos con
una “sorpresa” que seguramente nos llevará rápidamente a una frustración. De
allí el valor que tiene “Espera, ¿Qué?”
como ejercicio de comprensión y de prevención.
Preguntar y preguntarse ¿por qué? es un primer paso para superar la inercia que puede
impactar en el crecimiento personal o de nuestro prójimo. Además, recordemos
que es el mejor antídoto para despertar la veta creativa y la curiosidad en general.
Ya lo practicábamos de niño toda vez que queríamos saber, por ejemplo, ¿por qué
el cielo es azul? Sin darnos cuenta, estábamos incitando a nuestros padres o
tutores a “pensar”, “razonar” y “explicar” de nuevo las cosas.
Luego el proceso de socialización y la escuela
convencional nos fueron “castrando” nuestros recursos creativos, porque de lo
que trata lamentablemente el “sistema” es de ir generando “ciudadanos y
personas promedios” –también “empleados promedios”– con lo negativo y hasta
nefasto que ello tiene para la automotivación y el desarrollo
laboral-profesional.
Entonces, es muy importante volver a ejercitarnos en
la formulación de preguntas, tanto básicas como trascendentales. Con ellas
iremos avanzando en la vida de un modo poco convencional a lo pretendido por el
establishment, haciendo uso de
nuestra libertad. Pero también podremos estimular y ayudar con nuestra práctica
a nuestros prójimos, en su propio “despertar”, frente a situaciones que hasta
ese momento no sabían cómo encarar o superar.
Para aquellos que les cuesta o resulta difícil
preguntar y preguntarse, les sugiero que se dediquen a observar, con cierta
frecuencia, cómo los niños lo llevan a la práctica con gran naturalidad y
libertad. Les aseguro que se “sorprenderán” de su maestría.
¡El portador de Tu Marca Personal es
necesariamente un “curioso-cuestionador” que necesita de esta práctica para no
perder, sobre la marcha, el rumbo conducente hacia su misión en la vida!
José
Podestá