El avance de la tecnología aplicada a la realización
de tareas generales repetitivas es el tema que, de un modo frecuente, se viene
debatiendo en los medios de comunicación. Por cierto que se trata de un nuevo
paradigma que ya está impactando en las tareas que las personas vienen
realizando en distintas áreas e industrias.
Por tratarse de tareas repetitivas que por lo
general no demandan de la persona la aplicación de conocimientos especiales,
cabe entonces hacernos aquí las siguientes preguntas:
- ¿Vale la pena que uno se pase la vida haciendo
algo que no tiene demasiado valor ni
reconocimiento?
- ¿Se justifica que hasta el presente algunas
actividades repetitivas las siga realizando el ser humano? Y si la respuesta
fuese positiva: ¿Se merece que esa persona quede entonces en igualdad de
condición al de un robot?
Así como a veces en la vida uno tiene que dar un
paso al costado, porque la situación o el trabajo que se viene realizando
termina superándonos o llevándonos hasta el umbral de una enfermedad, considero
que la futura sustitución de tareas que poco y nada nos aportan en la vida
–además del magro salario que por ello se recibe– no debería ser vista como una
amenaza apocalíptica, sino como la oportunidad que se nos presenta para cambiar
y crecer.
También es bueno tener en claro qué se entiende por
robot, porque no refiere ni es sinónimo de herramienta, tal como por ejemplo es
el caso de la impresora 3D.
Cuando a principios de la década de 1950 apareció el
lavarropas –aliado indiscutido para el lavado repetitivo de prendas en general–
nadie salió a la calle o en los medios de comunicación quejándose ni
denunciando la presencia de un “intruso” en el hogar, que venía a desmerecer y
producir una serie de “cuestionamientos existenciales” al rol que le
correspondía al ama de casa.
Décadas más tarde, cuando la industria automotriz comenzó
a incorporar sofisticados robots en las líneas de ensamblado –ídem en la
industria aerocomercial– los operarios se encontraron con un “aliado” que si
bien avanzó sobre algunos puestos tradicionales, también demandó a los obreros
el tener que “capacitarse” para pasar a ser los responsables del manejo y la
supervisión del “recién llegado”.
El robot aplicado en una operación de corazón o de
cerebro no deja de ser un “aliado” imprescindible para los cirujanos que
intervienen al paciente, y una tranquilidad para éste también.
Cuestión
ética y social
Frente a esta realidad, por supuesto que no se puede
dejar al empleado ni al profesional en una condición de abandono o
desprotección. Lamentablemente no todos los empresarios entienden lo que
implica el aporte e incorporación responsable de la robótica en su justa
medida, sino que más bien lo consideran como una “solución maravillosa” para
reducir personal, ahorrarse el pago de las cargas sociales y en definitiva,
maximizar el nivel de rentabilidad.
De allí que en la medida que se imponga esta visión
y actitud mezquina-egoísta, que implica migrar de la gestión de personas a la
gestión de robots, los empleados estarán en problemas.
Como muestra de ello me parece muy elocuente y
desmoralizante mostrar el punto de vista sustentado por Terry Gou, fundador y
consejero delegado de la empresa china Foxconn –fabricante del iPhone de Apple–
quien llegó a decir que prefería los robots porque “los seres humanos son animales y dirigir a un millón de animales me da
dolor de cabeza”. Quizás esta persona no se dio cuenta de la “animalada”
que expresó al referirse tan despectivamente de esa forma a sus prójimos. Como
esta es la clase de empresarios irresponsables y con poder que confirman la
regla, es fundamental que la sociedad establezca los mecanismos legales
pertinentes para neutralizarlos debidamente.
Qué
nos dice este ejemplo
Evidentemente al ser humano le cuesta llegar a
asumir la libertad de un modo responsable, especialmente cuando le toca ejercer
un cargo de máxima autoridad. Entonces, en la medida que ello no suceda, será
necesaria la restauración del equilibrio mediante su difusión y el acatamiento
legal.
Así como la reputación de una compañía se traduce
automáticamente en una mala imagen institucional ante la sociedad, lo mismo
vale para el Personal Branding de todos aquellos que asumen actitudes y
comportamientos perjudiciales hacia los demás.
Las
personas influyen e importan
También existe otro impulso que permitirá
amortiguar, neutralizar o revertir las consecuencias negativas del “empleo”
indebido de los robots. Esa fuerza anida y es parte de nosotros, es decir, que
gracias al poder que hoy disponemos por el acceso a la información, estamos en
condiciones de hacerla valer por distintos medios y plataformas.
En consecuencia, una doble fuerza permitirá bloquear
las conductas desviadas de aquellos que pretenden tergiversar la razón de ser
de la robótica: el estado a través de las normativas y los ciudadanos, mediante
el ejercicio responsable del poder que nos asiste por estar informados.
En la medida que establezcamos una empatía personal hacia el robot, éste
pasara a ser un verdadero aliado-amigo. Porque le permitirá al ser humano
comenzar a “ocuparse” y a “trabajar” en otras actividades que requieran de su
habilidad-talento para, en definitiva, sumar un nuevo valor hacia sus prójimos, al tiempo que dota de sentido a la vocación de vida que está llevando a
cabo.
¡El portador de Tu Marca Personal va metamorfoseando y enriqueciendo su vocación a
partir del devenir tecnológico, sin que por ello signifique tener que claudicar
en lo suyo ni mucho menos en los resultados que su obrar y desempeño tienen
para sus prójimos y la sociedad!
José
Podestá