Ritmo Personal

24 febrero 2019 ·

Somos individuos, nos asiste el misterio –muchos dicen no saber quiénes son– poseemos un reloj biológico, pensamos distinto –gracias a Dios–, nos movemos a nuestro ritmo. Entonces, ¿por qué hay seres que se creen superiores –por ejemplo, algunos políticos, directivos o jefes– que pretenden, como dice el refrán, de “ponernos a todos en la misma bolsa”?


Inseguros e ignorantes

Seguramente que la mayoría de ustedes tiene bien en claro el concepto de “inseguro”, pero no siempre el de “ignorante”, porque de por sí es un término bastante amplio. Con este calificativo no me estoy refiriendo al analfabeto ni tampoco al que no sabe nada, sino a aquella persona que detenta un poder –por ejemplo, tiene gente a su cargo– pero no sabe cómo tratar al ser humano, a pesar de que él también lo es. Entonces, “considera” que “su” gente es como un “rebaño” y por ello pasible de exigirles resultados similares, en tiempo y forma. Ni se le ocurre “pensar”, que ante un mismo problema o desafío, no todos actuamos ni respondemos de la misma manera –nuevamente, gracias a Dios–, porque si así fuera no estaríamos frente a un “rebaño humano”, sino más bien ante un “escuadrón de robots”.

Nuestra sorpresa ante tal proceder llega a deslumbrarnos cuando descubrimos que la persona que procede de tal manera cuenta, además, con un título o un doctorado universitario. Pero luego nos tranquilizamos al recordar que así como “el hábito no hace al monje”, tampoco es “certificado de garantía” que una persona tenga títulos universitarios, cuando en la práctica carece del elemental “sentido común” en aquello que dice y, además pretende, que luego los otros respeten y cumplan con sus directivas. ¡Y pensar que algunas organizaciones hasta les pagan un sueldo por ello!

No todos rendimos por igual

En época de Henry Ford y de la producción en cadena, comenzó a “tipificarse” los distintos procesos y a determinar el tiempo promedio en que un operario debía llevar a cabo su tarea, en el puesto de trabajo asignado. Al respecto, el actor y director de cine Charles Chaplin llegó a desmitificar tal disparate en su película “Tiempos Modernos”. Ustedes quizás querrán saber por qué lo recuerdo hoy en día. Por la sencilla razón que el ser humano no es pasible de “imponerle” un tiempo cronometrado para la realización de “su” trabajo, por la sencilla razón de que contamos para ello con nuestro propio ritmo físico y anímico.

Sin embargo, también hubo más tarde una corriente de “intelectuales” psicólogos que sugirieron a la organización crear un clima de inseguridad, porque estaba “demostrado” que ante un ambiente de tales características, el personal se concentraría en hacer “su” trabajo en el tiempo estipulado; caso contrario, sabía que podría llegar a perder el empleo. Tenemos aquí otro buen ejemplo del término “ignorante”, al que me había referido al principio; de allí el subrayado que hice de la palabra “intelectuales”.

Entonces, como no todos rendimos por igual y porque también existen organizaciones orientadas hacia el personal, éstas logran de su gente los mejores resultados, en tiempo y forma. Han migrado del trabajo por “horario” al trabajo por “objetivos”, porque dentro del mismo subyacen los resultados. Así, los equipos interdisciplinarios y étnicamente heterogéneos de estas organizaciones se amalgaman y disfrutan de lo que hacen, porque en definitiva, son los que a su “ritmo” están llevando adelante sus propios proyectos.

Personal Branding y ritmo

Lo mencionado vale también para el emprendedor y el profesional independiente. ¿Por qué? Porque de nada vale establecerse un estándar de realización para que luego, por nuestra constitución o limitación física y anímica, no vamos a poder concretar. O lo que es peor, si uno se lo termina “auto-imponiendo” –para no perder tiempo– en el corto plazo lo estará “pagando” con su salud.

Así como en cada etapa de la vida vamos haciendo las cosas en función de nuestros objetivos y proyectos, lo mismo vale para el tiempo y el ritmo que hemos de asignarles y que, en definitiva, será el óptimo que nuestra biología nos permita hacer. De allí que el desarrollo y posicionamiento del Personal Branding está lejos de ser una “carrera de postas”, sino más bien la sumatoria de aquellos sucesos que nos permiten ir proyectándonos en imagen y reputación, en la medida que nuestro ritmo personal nos asista.

¡El portador de Tu Marca Personal respeta su ritmo porque sabe que se trata de un proceso de obrar sucesivos, que para nada demanda sacrificar ni perjudicar el sentido de su misión!
José Podestá

Compromiso Responsable

17 febrero 2019 ·

Uno puede pensar o creer que aquella persona que acepta llevar a cabo determinado proyecto o consigna, asume por ello un compromiso responsable. Pero no siempre es así. ¿Por qué? Porque sobre la marcha puede confluir un sinnúmero de sucesos –propios o ajenos– que terminan paralizando o abortando literalmente la acción o el sentido de la misma. Si alguno de ustedes considera que esto es a lo que nos tienen acostumbrado los políticos en campaña o algún ministro, por más que tengan razón, no es en ese ámbito al que ahora me estoy refiriendo, sino al plano meramente personal, es decir, al que tiene que ver con nuestras proposiciones como así también con el proyecto o plan de carrera laboral y profesional.


Eslabones vinculantes

Si bien cada uno de nosotros nos movilizamos a partir de nuestros intereses, por obra de alguna oportunidad o bien por alguna directiva recibida, todo lo que hagamos o “no” a partir de ese momento, hablará por supuesto de uno mismo –con el impacto que luego ello tendrá en el Personal Branding. Pero también podrá ejercer alguna repercusión o llegar a tener alguna incidencia en terceras personas que, muchas veces no las tenemos en cuenta o bien ni se nos ocurre pensar en ellas. De allí que es muy importante saber:

- Que en la vida estamos en “función de”, más allá de todo lo que hagamos o dejemos de hacer. ¿Esto qué significa? Que no estamos “solos en la madrugada” ni tampoco a lo largo de cada jornada.

- Que escasamente somos un “humilde” eslabón referencial que nos hace sentir parte de un todo, y al mismo tiempo, nos encontramos vinculados con nuestros prójimos a través de lazos “invisibles”.

Si bien aceptamos sin reparos la relación vinculante que existe en la naturaleza, nos ponemos más dubitativos cuando de uno mismo se trata; tal vez deberíamos tener más en cuenta la interrelación que existe entre nuestro microcosmos interior –factor clave para que estemos sanos– con el equilibrio dado en el macrocosmos.

Entonces, en la medida que no nos olvidemos que somos una “partícula” que no está sola, sino que tiene un sentido y razón de ser en el presente en que nos toca vivir –tal como le ocurre al resto de nuestros prójimos– seguramente que comenzaríamos a ponerle un poco más de atención a los compromisos y desafíos que la vida nos va asignando –y a veces hasta “regalando”– en el sendero sobre el cual venimos dejando las “huellas” de nuestro existir.

A esta altura uno bien se podría también preguntar por qué si he de ser una persona responsable y comprometida con mi misión en la vida tenga que tolerar, por ejemplo en el trabajo, que mi superior inmediato hasta se “jacte” de no tener un comportamiento responsable con sus subordinados, proveedores ni clientes. Al respecto, yo no puedo responder ni esquivar este tipo de realidad, por la sencilla razón del desconocimiento en que me encuentro con relación a:

- Las profundas razones que llevan a la persona actuar de esa manera. Quizás se encuentre “restaurando” las culpas que anidan en su ADN y que por ello hace que en este momento de “su” realidad histórica “deba” hacer lo que hace. Pero cuidado, no es que uno lo esté justificando, sino que nadie de nosotros está en condiciones de juzgar al prójimo, por más que lo hagamos “irresponsablemente” y con frecuencia.

- Puede ser que nos haga sentir su imposición como un “efecto buscado” para generar, en uno, la reacción del cambio o mejora que la organización espera de nosotros; a veces hasta suele emplearse el método del absurdo para generar en el otro el efecto buscado.

Pero lo que sí no debemos aceptar de una persona es que lo suyo tenga que ver con actitudes tóxicas, generadas tal vez por algún conflicto psicológico, porque entre todos nos debemos respeto, más allá de la posición formal o informal que esa persona tenga en la organización o en la vida.

A veces uno ingresa en una empresa “tóxica”, sin que nadie nos haya obligado. En ese caso, si bien el dato objetivo y concreto es la organización, más que limitarme exclusivamente a criticarlos per se, debería ponerme a reflexionar acerca del por qué me ha sucedido a mí, para recién luego actuar en consecuencia.

En este caso se trata, aunque uno lo sienta como un absurdo, asumir un compromiso responsable tal que me permita “ver” y mejorar aquello que el destino me “enfrenta” en un momento determinado de mi biografía. Si uno lo reduce a una mera “casualidad”, seguramente que en poco tiempo le volverá a ocurrir.

En consecuencia, el compromiso responsable no se agota simplemente en hacer las cosas de la mejor manera posible. También tiene que ver con aquella tarea interior que me permita llegar a “rectificarme” en algún aspecto clave de mi propia misión.

¡El portador de Tu Marca Personal sabe que no está solo en lo suyo y de lo que también le puede llegar a suceder a los prójimos, toda vez que incurra en compromisos que distan de ser justos, vinculantes e inclusivos!
José Podestá

Juntos o Separados

10 febrero 2019 ·

Así como hay personas que son más creativas y productivas trabajando solas, también están las que necesitan del otro para potenciarse y llevar a cabo sus propuestas con un aceptable grado de solvencia. Entonces, uno bien podría preguntarse: ¿Cuál de las dos tipologías es la más conveniente y satisfactoria? Sin dudas, las dos. ¿Por qué? Porque como seres únicos e irrepetibles nos hemos ido preparando, desde “antes” de nacer, para llevar a cabo “nuestra” misión. Y para ello nos hemos ido formando y desarrollando en pos del proyecto-objetivo personal.


La diversidad, suma

Uno de los principales problemas del mundo laboral, generado desde el área de personal, tiene que ver con la uniformidad y la estandarización de las tareas, además de la fijación de un salario “promedio” para los puestos en cuestión. Sin duda que el beneficio principal de este enfoque es permitir tener acotado el costo de estructura del personal de la compañía, desde el presidente/CEO hasta el cadete; hace al principio de organización y administración. Pero este enfoque se olvida u omite al actor clave: ¡El empleado!

Si bien a nadie se le ocurre sumar peras con manzanas, lo mismo sucede con las personas. Por más que físicamente nos diferenciemos por géneros, no podemos ser “encasillados” porque nos asiste, en esencia, el “don de la desigualdad”. Lo que sí podría ser viable en la organización es que ésta se tome el “trabajo” de establecer familias de individuos, a partir de algunas tipologías básicas en torno a la personalidad, vivencias anímicas y proyecto personal.

Como podrán darse cuenta, lo mencionado está en las antípodas del enfoque meramente estadístico al que la organización pretende “imputarnos”, para lograr con ello una gestión ágil y ordenada del personal. Es así como se llega, con justo motivo, a algunas de las consecuencias no deseadas, como ser:

- Pérdida de productividad.

- Subvaluación del personal, a partir de la tarea y el salario asignado.

- Clima laboral desfavorable.

- Reclamos sindicales,…

Por supuesto que el tamaño de la organización es un factor decisivo, porque si cuenta por ejemplo con 20.000 empleados o más, necesitará aplicar principios básicos y mínimos de administración. Sin embargo, poco y nada importa la cantidad o el tamaño de la compañía, sino el concepto a partir del cual ésta lleva a cabo su gestión. ¿En qué sentido?

Tomemos el caso de una empresa conocida por la mayoría de ustedes: Toyota. Más allá de la cantidad de empleados –cercano a los 330.000– esta empresa se enorgullece en definirse a sí misma como:

-  “La organización que aprende”.

-  ¿De quién? De sus empleados. Pero si éstos estuvieran “encorsetados”, difícilmente lograrían su objetivo.

- ¿Por qué?

a. Porque en Toyota están ubicados en el “centro” de la organización.

b. Dominan con sus conocimientos y experiencias.

c. Trabajan en grupos de afinidad, pero étnicamente heterogéneos. Aprenden “todos de todos”, no del “jefe”. Parecería ser que Toyota tiene bien en claro el refrán que dice: “El que sabe, sabe, y si no es jefe”.

d. Las decisiones, sugerencias y cambios parten de los grupos.

e. El error equivale a un “nuevo” saber.

Por supuesto que hay organizaciones de este estilo en todos los tamaños que se puedan imaginar, incluso “retailers”, como es el caso del comercio minorista de calzado y ropa Zappos, en los Estados Unidos, con 1.500 empleados.

Personal Branding potenciado

Cuando uno es parte de un proyecto u organización que tiene en cuenta la individualidad de las personas, y saben de acuerdo a su misión qué es lo que a la persona le importa hacer, con lo cual el “contenido” que luego ésta va incorporando en “su” Personal Branding pasa a ser superlativo, con relación a lo que otros logran sumar trabajando en una organización “estadísticamente” estructurada. Pero como decíamos al principio, como individuos y atento a su conformación anímica, es en definitiva la persona la que optará por el espacio más amigable que le permita consagrar su realización.

¡El portador de Tu Marca Personal necesita también del espacio-lugar adecuado para desarrollar su misión en la vida, motivo por el cual difícilmente optará resignarlo por dinero, porque sabe que con ello no sólo estará traicionando su propio destino, sino dejando fuera a todos aquellos que necesitan de su impulso para alcanzar, también, sus propios objetivos!
José Podestá

Comprometerse es Cumplir

03 febrero 2019 ·

Muchas veces se dicen cosas sin tener en cuenta el efecto que éstas luego generan en sus destinatarios. A partir de lo que dice y se compromete hacer el candidato que está en campaña para acceder, por ejemplo, a la presidencia de la Nación, hasta la “trillada” promesa a la que se compromete el jefe con sus empleados en materia de aumento de salarios, existen un sinfín de frustraciones y reclamos.


Lamentablemente la palabra se ha venido “devaluando” por obra y gracias de aquellas personas irresponsables, mediocres y hasta inmorales que poco y nada les importa decir lo que “dicen”, justamente porque saben que no la van a cumplir. Para éstos, los otros –sus prójimos– son meros “objetos” funcionales a sus propios intereses, y pasibles luego de un inmediato “descarte”. Por cierto que la distancia es aquí abismal respecto del valor que la palabra tenía, hace un siglo atrás, más allá de quién la empleara; por lo general, cuanto más humilde era el formulador, más compromiso, confianza y respeto acompañaban a sus proposiciones.

Esta “evolución” –que en realidad se asemeja más a una “involución”– hace que uno muchas veces solicite la reiteración de lo dicho, justamente para tener el reaseguro de su formulación. ¿Por qué? Porque hasta puede llegar a ocurrir luego que el emisor “niegue” lo dicho, toda vez que se vea acorralado por su propia mentira e imprudencia, y pase a repetir el tradicional mantra: “Yo nunca he dicho tal cosa”. Y como lo mencionado fue verbal y no por escrito, toda esa expresividad se la termina llevando el viento.

Para el Personal Branding, un alerta

En la realidad en la que vivimos e intentamos socializar se le ha ido sumando, desde distintos ámbitos, la emisión de los “fakes news” como así también los inaceptables enunciados que ahora se nos presentan como “posverdad”. Esto demanda, especialmente para todos aquellos que aspiran por sus convicciones y sentido de la responsabilidad no terminar siendo “cómplices” del sistema, a tomar los recaudos mínimos y necesarios.

Si bien puede ocurrir que a veces nos “tentamos” por hacer un “me too” de enunciados que luego sabemos no vamos a poder sostener ni cumplir, ello no sirve de excusa ni mucho menos para una posterior justificación. Si tienen duda de ello, los invito a que se coloquen ustedes en el rol del receptor, para darse cuenta de lo que uno siente cuando la mentira –porque de eso de trata– pasa a ser la moneda corriente en las relaciones de todo tipo.

Para aquellos que les interesa e importa el desarrollo y posicionamiento de “su” Personal Branding, deberán pues preservarse para no verse luego afectados, o lo que es peor, involucrados por la formulación de compromisos que no han sido tales. Aquí no vale pensar ni creer que a mí nada me podrá afectar, por tratase de algo que ya está instaurado y aceptado. ¡Error! La palabra es un don e implícitamente un misterio, a partir del cual uno va llevando a cabo su misión en la vida. Si la utilizo también para situaciones de paso, sin consciencia ni compromiso de ello, no tengan dudas que luego les llegará su “devolución”; recuerden que el boomerang se inventó hace mucho tiempo.

Quizás algunos de ustedes no sepa que, en tiempos muy remotos, el lenguaje no era meramente externo ni abstracto como hoy, sino que el hombre lo formaba desde sí mismo para comunicarse con el entorno. Era “su” verdad al servicio de sus hermanos, en donde el compromiso de cumplir era implícito, estaba dado. Posteriormente, la evolución y el desarrollo fueron haciendo lo suyo, sin por ello desmerecer el sentido de la palabra y su puesta en acción. Hoy, en cambio, ha llegado a su nivel más bajo por las razones ya mencionadas, estando en “nosotros” revalorarla y dignificarla; de nuevo, poco importa lo que en aras del materialismo, los resultados económicos y las “oportunidades”, hagan de ella. Lo que importa es y será el uso y compromisos asumidos.

Entonces, el “doble mensaje”, la intención solapada y aparentemente manifiesta que el oportunista hace de la palabra, nunca llegarán a expresar un compromiso de verdad. Simplemente terminarán agotándose en una posverdad, en una mentira que, al poco tiempo, “regresa” para “desnudarse” al pie del nombre y apellido de su formulador.

¡El portador de Tu Marca Personal debe ser muy consciente de las deslealtades que no sólo impactan en él, sino de las que también puede llegar veces a formular, y por ello hacerlo trastabillar hasta frente a sus prójimos!
José Podestá

 

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