Alegría versus Enfado

03 octubre 2009 ·

Esta sería la fórmula ideal que debiera darse como estado de ánimo en toda empresa, profesión o emprendimiento personal. Pero las estadísticas se animan a señalarnos que, en la práctica, hay tendencia por el opuesto. Efectivamente, gana el enfado por un 53 % versus la alegría en un 19%, según una reciente conclusión surgida en el II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional realizado en España.

Más allá de las estadísticas, es el mismo contexto el que actualmente nos permite darnos cuenta del problema-humor reinante entre la gente. Simplemente basta con observar sus caras, por ejemplo cuando viajamos en los medios de transporte o esperamos en la fila de un banco o supermercado. Las preocupaciones derivadas por la inestabilidad de todo tipo y la presión por el cambio continuo, son una muestra de la supremacía del enfado como la emoción de mayor impacto que incide en nuestro comportamiento y estado de ánimo.

Si desde el afuera transportamos esta actitud hacia el ámbito laboral y profesional, ciertamente que estaremos sumando nuestro problema personal al clima laboral reinante en la organización. Y sin darnos cuenta, estaremos retroalimentando o potenciando esta emoción negativa –que desde ya tiene lo suyo– al resto de nuestros vínculos. Por supuesto que aquí poco y nada puede hacer Tu Marca Personal en salvarte; quizás, hasta juegue en contra de acuerdo al grado de visibilidad que uno haya alcanzado.

Pretender que esa realidad circundante sea el opuesto, aunque nos parezca casi una utopía, es lo debemos conciente y actitudinalmente aspirar. Sobretodo cuando venimos portando y desarrollando nuestro Personal Branding. Entonces, más allá de las emociones negativas o tóxicas que nos pese, la voluntad de superarlas bien vale el cambio de ánimo y actitud por todo lo bueno que tiende a movilizarnos en lo personal y hacia los otros.

Si bien para Tu Marca Personal es clave la percepción que producimos por nuestro desempeño en nuestros vínculos de relación –colegas, directivos, socios o clientes– para nada debería centrarse o agotarse toda nuestra “performance” en lo meramente técnico-funcional. Si ello no se hace mediante un balance equilibrado con las emociones, nuestra probabilidad de continuidad y éxito será muy precaria. ¿Por qué? Porque a nadie termina seduciéndole una relación superlativa, única y distintiva que le pueda brindar “un ogro”, por la sencilla razón de rechazo que termina produciendo.

En consecuencia, Tu Marca Personal no se construye exclusivamente vía un desempeño centrado meramente en lo técnico-profesional de excelencia. Demanda también estar muy bien parado sobre las emociones y en la gestión inteligente que hagamos de ellas.

A medida que uno se va dando cuenta de los propios talentos disponibles, deberá también prestarle mucha atención a las emociones negativas que aparecen de improviso –incluso muchas veces de manera agresiva– jugándonos una mala pasada. Al tenerlas perfectamente identificadas en la nómina de nuestras debilidades, habrá que ponerse a trabajar muy seriamente para su pronta superación. Caso contrario, la única huella o surco que terminaremos dejando en nuestro mercado, es la opuesta a Tu Marca Personal. Es decir:

¡Que dejen o comiencen a no tenernos en cuenta!

Así como la Marca de un producto o servicio termina perjudicándose por la mala praxis del marketer, en el Personal Branding una mala gestión de la inteligencia emocional directamente pasa a ser letal.


José Podestá

 

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