La Perfección Como Obstáculo

26 junio 2011 ·

Cuando quedamos expuestos a una situación de cambio, es bastante común –y casi natural– que nos resistamos e intentemos bloquearlo, dilatarlo y de ser posible, aniquilarlo. Si uno pudiera ver este comportamiento es perspectiva, seguramente que lo identificaríamos con la actitud que asume el avestruz frente al peligro: ¡Pone la cabeza bajo tierra!

A pesar que tal comportamiento es bastante adolescente, porque el cambio o eventual peligro no desaparecerá por el simple hecho de no querer asumirlo, tal actitud se manifiesta en forma recurrente en todos los ámbitos: laboral-profesional y en la vida de relación.

¿Qué conviene hacer?

Lo primero es darnos cuenta que estamos pretendiendo negar un suceso de la realidad. Lo segundo, es que por tal motivo estamos formando parte de la grey de personas que les cuesta tomar una decisión, aunque se trate de algo que pudiera servir eficazmente para la vida, como lo es el Personal Branding.

¿Qué hay detrás de este problema?

¡MIEDO! El cambio suele hasta paralizar a muchos, haciendo que finalmente se termine asumiendo una posición reactiva-defensiva, dejando que el control de tu vida quede prácticamente a la deriva o en manos de otros, mientras lo acompañamos con el lamento y la queja. Esto nos conduce a vivir en un estado de incertidumbre porque sentimos que no estamos haciendo, en definitiva, bien las cosas.

Si algo no está funcionando y ello termina impactándonos, tarde o temprano deberemos tomar una decisión y sostenerla en el tiempo. Con ello estaremos ejecutando un quiebre del problema, antes que éste termine literalmente quebrándolo a uno.

¿Qué nos dice la voz interior?

Generalmente mucho. Lo malo es que para no escucharla hoy se opte, gracias a la tecnología, andar por la vida con los auriculares puestos en las orejas, perdiéndose con ello incluso hasta el sonido de la naturaleza, tal como lo vemos frecuentemente en las personas que van corriendo o paseando a orillas del mar o por un bosque. Y tampoco se enteran de los cambios que, en algún momento, les hubiera posiblemente deparado una mejora superlativa en sus vidas.

Falta de enfoque y proactividad

También es muy común esperar que otros nos digan, de antemano, cuál es el camino para poder alcanzar nuestras metas, cuando en realidad debe ser uno mismo el constructor de su propio camino, paso-a-paso, con la impronta, decisión y acciones que se consideren adecuadas. Por supuesto que en este “trabajo” se puede consultar o escuchar la opinión de terceros, además de nuestra voz interior.

Y si algo salió mal, aquí no habrá culpas ajenas ni propias: simplemente se trata de sumar aprendizaje y nuevos conocimientos, que luego permitirán que ese camino lo podamos transitar con menores sobresaltos.

Los dos extremos

Para capitalizar el cambio externo o decididamente ser el artífice del propio cambio, conviene tener fundamentalmente en claro los dos extremos del proceso.

1. Cuál es el fin perseguido
Qué es lo que se pretende. A dónde se aspira llegar. Qué cosas o brecha de carencias se deberán cumplimentar para alcanzar la visión.

2. Confianza en uno mismo
En el trayecto siempre habrá imprevistos naturales o inducidos por otros. Hasta el capitán de un velero lo sabe y sin embargo, termina llegando al puerto deseado.

Esto implica, entonces, que debemos ir avanzando “sin auriculares”, escuchando la voz interior, las intuiciones, valorando los logros pasados y la experiencia que se está construyendo. Y si esto no alcanza, siempre está a mano la ayuda y el consejo de las personas en las cuales confiamos y respetamos.

¡El refrán nos recuerda que lo perfecto es enemigo de lo bueno! Sabiendo que el cambio hoy es continuo y acelerado, lo que importa es ir construyendo y modelando sobre la marcha, tal como el portador de Tu Marca Personal lo aprendió mientras construía su camino!

José Podestá

 

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