El Doble Mensaje

23 octubre 2011 ·

Seguramente que a nadie le gusta ser sorprendido en su buena fe, sea en la vida de relación o en el ámbito laboral-profesional. Si ello es así, también es muy importante que uno mismo lo tenga bien en cuenta cuando ocupe o tenga una posición ejecutiva dentro de la organización, porque tal vez y sin darnos cuenta –o sí– terminamos en algún momento diciendo algo a los empleados que rima con el doble discurso.

Esta carencia, que también se suma a otras propias del ser humano, termina por producir reacciones y percepciones muy negativas en términos de imagen. Al respecto, sabemos muy bien que cuando alguien se forma una opinión negativa del otro, prácticamente es muy difícil que la cambie.

Por lo general el ser humano suele cometer este tipo de torpezas, sin medir en ese momento las consecuencias. Con el tiempo se termina cosechando una mala reputación, aunque en la tarea laboral-profesional predominen las aptitudes sobresalientes. Todos tenemos muy presente la expresión: “fulano es buena persona, pero…”

Alguno de ustedes podrá pensar que, en la práctica, el mundo hoy funciona así. Más aún, muchas veces se observa que en algunas organizaciones este tipo de proceder –tal vez porque va en defensa de los “intereses de la empresa”– no sólo es aceptado sino también hasta mejor remunerado.

¿Qué hacer al respecto?

En función de una saludable convivencia y relación se debe valorar la palabra, incluso por respeto al otro. El hecho que hoy uno perciba que hasta la palabra está devaluada, no significa que ello esté bien. En realidad, ello es reflejo de la denigración de los valores vigentes, sumado al excesivo individualismo y mercantilismo imperantes.

Entonces, hacerlo porque en caso contrario uno puede llegar a quedarse afuera del sistema, se torna en un acto irresponsable y hasta con repercusiones ético-moral a nivel inconsciente.

Ser franco y directo también puede ocasionar en el otro un hecho que le produzca molestia, malhumor o rencor. Sin embargo, por estar en este caso anclado en una rectitud de proceder, con el tiempo la persona damnificada terminará seguramente reconociendo que se trató de algo justo. El líder, algunas veces, decide cosas que no gustan a algunos pero que luego son aceptadas porque apuntan a una mejora-solución general.

Vemos pues que a pesar de generar una situación molesta en el otro, tal como sucede cuando nos sorprendemos del doble mensaje, es este caso para nada se reciente la imagen del emisor.

Para quien se encuentra ya focalizado en el desarrollo del Personal Branding, la rectitud de proceder no es un dato menor. Hoy estamos inmersos en la cultura del compartir- mostrar y conversar, incluso de cosas íntimas, sea en las redes sociales o en los grupos de relación. Por tanto, es fundamental mantener una coherencia entre el decir y el hacer, a los efectos de no quedar luego expuestos ante una situación embarazosa y de connotaciones negativas para el plan de carrera laboral-profesional que tanto trabajo demanda.

¡Aunque el recto proceder y el decir no sean atributos de valor para muchos, su práctica habla muy bien del portador de Tu Marca Personal. Incluso, hasta “marca” como una ventaja competitiva!

José Podestá

 

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