Las Empresas Son Las Personas

21 julio 2013 ·

Mientras el CEO esté persuadido que su permanencia en la organización depende del nivel de calidad del personal, seguramente que todo marchará dentro de lo previsible. Pero no basta que él lo sienta así. También deberá asegurarse que el staff que le reporta directamente comparta la misma postura. Caso contrario, el director de manufactura creerá que lo más importante es el equipamiento y las materias primas o los productos-servicios, en el caso de Marketing.

Por supuesto que para ser una empresa-marca de aceptación y éxito en el merado, hoy se debe concurrir con propuestas superadoras y de excelencia. Ello no está en duda y ni es objeto de cuestionamiento alguno, por la sencilla razón de ser de modo excluyente la llave de ingreso al mercado que se desea servir. No obstante, tengamos en cuenta que sólo se trata de un enfoque económico-financiero y de creación continua de valor.

Si estamos de acuerdo que las empresas son las personas, al lado racional del management le está faltando la dimensión cualitativa y emocional. Por tanto, para ir más allá del límite de la racionalidad –que tanto tiempo y recursos le demanda a la organización– se necesita transitar y valorar el rol que tiene el empleado como sujeto de la gestión.

No son recursos, son personas

Parece ser que en los últimos años las Asociaciones de Recursos Humanos no saben cómo reposicionarse del lamentable error conceptual que los llevó a considerar a las personas como un objeto-recurso. Ello es otro ejemplo del sesgo cuantitativo-racional y formal que vino predominando en las organizaciones, y que hace sentir o creer que el empleado debe ser resumido a un costo al que debe extraerse el máximo beneficio. ¡Qué tal!

Como estas Asociaciones no desean hacerse cargo del error, mantienen aún el mote de recursos humanos, pero en los congresos o seminarios que realizan convocan a especialistas para que hablen del aspecto emocional, del sentido que el trabajo tiene en la vida del empleado, del nuevo significado de la palabra trabajo, del maltrato que se ejerce sobre el empleado –incluso ejecutivo y profesional– cuando no es reconocido por la organización, etc.

Pero lo peor de todo ello es cuando estos ejecutivos de personal regresan a sus empresas y siguen haciendo más de lo mismo, en lugar de constituirse en los agentes del cambio y del reposicionamiento en sus respectivas áreas. Tampoco se esfuerzan en ayudar y persuadir al CEO y al resto de sus pares del primer nivel, acerca del lugar que las personas deben ocupar en la organización.

Tal vez lo que no saben o ni se imaginan estos ejecutivos es que, en un futuro no muy lejano, han de perder el cargo. No porque en lo técnico no sean eficaces y eficientes, sino por no haber realizado el cambio de paradigma que la empresa debió oportunamente adoptar con las personas.

Esta forma de maltrato al empleado luego se ve reflejada y proyectada cuando, por ejemplo, un cliente desea formular un reclamo. Más allá de la labor titánica que éste deberá emprender para que en la empresa lo atienda un ser humano, luego se encontrará con las habituales respuestas evasivas. O lo que es más humillante, con el posterior envío de un set de productos como una forma de soborno para que el asunto tenga un rápido y feliz final, aunque desde la mirada de la empresa se lo viva como un servicio de atención al cliente. De esta forma, el cliente que reclama termina recibiendo un maltrato tal que se asemeja al del recurso humano.

¡El portador de Tu Marca Personal sabe de la precariedad derivada del recurso humano, motivo por el cual optó y se esforzó por no ser parte de ningún rebaño ni llegar a ser tipificado como un empleado-ejecutivo promedio!
José Podestá

 

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