Esclavitud Laboral

18 agosto 2013 ·

Referirse a la esclavitud laboral en el siglo XXI no deja de ser muy preocupante, sobre todo frente al énfasis y la difusión práctica de la responsabilidad social empresaria.

Ya en otra oportunidad hice referencia al desgraciado y reiterado suicidio de jóvenes y adultos, por haberse visto desbordados –quizás ni escuchados en sus demandas– en empresas de occidente y oriente. Pero también hay casos de personas que una vez agotadas las instancias del reclamo, optaron por inmolarse a lo bonzo, es decir, rociándose el cuerpo con combustible y luego prendiéndose fuego.

Cuanto este tipo de noticias se difunden, más allá del desprestigio que en ese caso afecta a la empresa en cuestión, cuesta aceptar las sinrazones que en boca de los funcionarios o ejecutivos luego tratan de explicar, para que en la sociedad haya el menor impacto negativo posible.

Si una persona sufre deplorables condiciones laborales –jornadas de más horas de las estipuladas, no pago de las cargas sociales, imposibilidad de acceso a la cobertura médica, etc.– resta por preguntarse cuál es la misión y responsabilidad que le compete al área de personal. 

El vacío legal

Cuando una persona es empujada a cometer un acto contra su vida, porque se encuentra acorralada entre sus necesidades básicas y las condiciones laborales que le son impuestas, ocurre que la culpa se privatiza y recae exclusivamente sobre la responsabilidad individual. Por lo general, la empresa intenta no reconocer su parte. El seguro tampoco. ¿Por qué? Porque no se trató de ningún accidente laboral sino de un evidente intento o consumación de suicidio, es decir: “Una decisión personal y ajena a la empresa, organización o dependencia pública

La RSE empieza por casa

La presión que algunas empresas sienten en materia de RSE, los lleva a mostrarse de puertas-hacia-afuera como buenos ciudadanos. Sin embargo, el camino a seguir es exactamente al revés. Primero hay que tener la casa en orden, con todo lo que ello implica: ¡Respeto y reconocimiento integral de los derechos del empleado, además de las condiciones laborales!

No observar esta realidad ya ha ocasionado diversos problemas, porque así como los mercados han devenido en conversación –comentamos en las redes sociales nuestras experiencias, emociones, disfrutes y frustraciones, de modo frecuente– también los empleados están en conversación. En tal sentido, algunas empresas hoy se enteran de sus incumplimientos y faltas por la actitud asumida por sus empleados, porque se consideran los depositarios del derecho y con el poder de hacerlos valer. Más aún, cada vez hay más consciencia que el poder está en sus manos, cosa que es cierta, y que por ello están habilitados en hacerse valer y escuchar por sí mismos.

En consecuencia, cuando la organización cree que es el empleado el que debe aceptar “las reglas del juego”, por encontrarse en una situación de inferioridad, es evidente que sus directivos harán valer sus prioridades y exigencias. Pero sí en cambio sienten que sin el empleado no podrán llegar al puerto deseado, estarán más predispuestos a escuchar y brindar los recursos adecuados.

¡El portador de Tu Marca Personal, al estar persuadido que él es la empresa –Yo SA– difícilmente se dejará arrebatar y ser parte de cualquier desvío organizacional!
José Podestá

 

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