El ser humano, como individuo, es un reservorio de
habilidades-talentos del cual no todos tenemos plena consciencia de ello. Pero
si tenemos que resumir en dos tipologías las cualidades o exteriorizaciones de
una persona –incluso como empleado o profesional– seguramente que optaríamos
por las que expresan proactividad y anonimato.
Los
unos y los otros
Con ello estamos expresando una mera simplificación
porque, en realidad, el ser humano es sí mismo un misterio, con todo lo que
ello implica; y si tenemos alguna duda de ello, veamos cómo la gente –incluso
uno mismo– reacciona frente a un suceso extraordinario o en las cosas de todos
los días. Pero cuando se necesita estudiar el comportamiento en la sociedad
–tema de interés central de los sociólogos– se recurre lamentablemente al
encasillamiento en distintas tipologías. De todas las que uno se pueda
imaginar, hoy hemos optado por dos que suelen tener bastante consideración en
el ámbito de las organizaciones.
Muchas veces las búsquedas resaltan que el
postulante debe ser una persona proactiva y agresiva, en el buen sentido de la
palabra. Con ello la empresa buscará asegurarse poder contar con una persona
que muestre plena autonomía, autoridad y carácter en su estilo y proceder.
Hasta aquí no debería ocurrir conflicto alguno, siempre y cuando este perfil cuente con un equilibrio
emocional interno. Sin embargo, ello no siempre ocurre.
Este perfil suele integrase muy bien cuando la
cultura de la organización está en sintonía con ello. Pero a veces la empresa
opta por dar un salto por elevación,
porque lo que busca es producir una situación bisagra interna para “movilizar”
al personal de esa área. Y es aquí cuando las cosas comienzan a complicarse,
porque el directivo en cuestión incorporado con ese perfil comienza a generar
tensión, frustración y una eventual caída en la productividad, porque el
personal lo rechaza tal como si fuese un elemento extraño. ¿Cuál es la lectura
de esta situación? Que el cambio interno no necesariamente debe estar en manos
de un “salvador” sino en la claridad estratégica, comunicacional y de objetivos
que la empresa pretenda generar.
La situación es muy distinta cuando la organización
ha privilegiado el perfil de seres confiables, porque ello encierra hasta
atributos morales. Si la empresa es el resultado de las personas que la
constituyen, este atributo no es poca cosa. ¿Por qué? Porque es más fiable para
el logro compartido y transversal de consensos y porque cada uno está
concentrado en hacer lo mejor, con el beneficio que esto tiene.
Evitando
los extremos
Por lo general se cree que en la medida que se logre
un cierto antagonismo se puede acceder a mejores resultados. Esto es tan falso
como la postura psicológica que reinó, durante décadas en la segunda mitad del
siglo XX, en la que se sostenía que al personal había que “presionarlo” y
generarle hasta un cierto grado de inestabilidad-inseguridad laboral como
“técnica” para mantenerlos cohesionados
en sus puestos de trabajo. ¡Qué tal!
Si bien todavía hay algunos empresarios y directivos
que creen en lo mismo, es bueno que sepan que si persisten en ello hasta podrán
llegar a poner en riesgo a la organización.
¡El portador de Tu Marca Personal privilegia
el equilibrio entre la gestión y la relación, porque de ello surgirán la estima
y la percepción de valor que los otros se formen de él!
José
Podestá