A partir de la segunda mitad de la década de 1990 se
aceleró el recambio generacional en las organizaciones. Algunas empresas
percibieron, de entrada, que además se les presentaba una oportunidad para
reducir el costo laboral, dado que el empleado o ejecutivo a reemplazar lo
sería por jóvenes con menor nivel de experiencia y menor salario. Pero lo que
no se imaginaron estas empresas fue que los “desplazados” se llevaron consigo,
no sólo la cultura y los principios-guía de la empresa, sino también dos
factores intangibles clave: el expertise
y el sentido común.
El vacío de management
resultante comenzó a impactar negativamente dentro de la organización. Las
relaciones ya no eran como antes y los desaciertos no se hicieron esperar. Fue
así como la “rotación” se tornó en una constante en la mayoría de las empresas,
preocupadas por la pérdida de competitividad y de calidad.
Redacción
devaluada
Algunos periódicos, preocupados por la caída en la
venta de ejemplares, iniciaron en esa época un proceso de aggiornamiento en la Sala de Redacción, pensando que de esta forma
se lograrían dos efectos sinérgicos:
a. Revertir la caída de la facturación.
b. Brindar un estilo de lectura más “amigable” y de
cercanía con el lector.
Sin embargo, no sólo no se alcanzaron ambos
objetivos sino que la venta aceleró su tendencia declinante. Esto no es algo
que alguien me lo contó sino que lo he visto muy de cerca porque, durante años,
estuve vinculado y coordinando actividades en la industria del periódico en
América Latina.
Los directivos de los diarios habían tomado tal
decisión, de espaldas al cliente. En esa época era frecuente escucharlos decir
que “el lector no sabe lo que quiere.”
Desde ya, tal pensamiento e “iluminación” no era exclusivo de esta industria;
se inició a principios del siglo pasado con la máxima de Henry Ford –“Un
cliente puede tener su automóvil del color que desee, siempre y cuando sea
negro.” Tal soberbia terminó a los pocos años cuando Alfred
Sloan, de General Motors, le demostró lo contrario.
Olvidarse e ignorar
al lector leal del periódico, es decir el que diariamente lo compra y hace con
ello viable el negocio editorial, implicó que en forma abrupta éste se
encontrara con cambios de estilo, de diagramación, de redacción, con reiterados
errores gramaticales-ortográficos y de contenidos que nivelaron el producto hacia
abajo. Por supuesto que los cambios deben hacerse, pero a partir de las
prioridades que tiene el lector de hoy y en total sintonía con él.
El resultado de
ello está a la vista. En el mundo vienen cerrando diarios emblemáticos, otros
se venden o directamente migran del soporte papel a la plataforma digital.
La replicación manifiesta
Lo comentado
también hizo lo suyo a partir del recambio llevado a cabo en las organizaciones
y empresas de rubros diversos. Ello determinó que algunas de ellas, comenzando
en los Estados Unidos, volvieran a convocar al personal “de valor” que habían
desplazado tiempo atrás; otras a incorporar personal del grupo etario de
cuarenta y cinco más años, para volver así a recomponer o al menos equilibrar
los “valores perdidos.” Mientras tanto,
la gran mayoría de las organizaciones que no estuvieron de acuerdo en dar
marcha atrás con el recambio generacional –que por supuesto es y siempre será
necesario realizar, pero con sentido común– continúan buscando
respuestas-soluciones que no se dan y generando con ello una rotación
frecuente, incluso a nivel de los CEO’s.
¡El portador de Tu
Marca Personal, más allá del ciclo de evolución laboral-profesional en que se
encuentra transitando, cuenta ante el recambio con el reaseguro que le brinda
su nivel de actualización, experiencia, resultados y el sentido de anticipación!
José Podestá