Las marcas líderes comerciales se han visto
sorprendidas, en los últimos años, por la creciente legión de fans que se han ido encolumnando de
forma tal como si fueran sus protectores
naturales. Realmente algo muy bueno deben haber recibido de ellas, más allá
de la propuesta de valor que las caracteriza, para que el ser humano sienta que “su” marca preferida ocupa un
lugar importante en su vida.
Más
allá del psicólogo
Si algo así hubiese ocurrido hace diez o veinte años
atrás, es muy probable que el asunto terminase en un escándalo. ¿Por qué?
Porque los productos y servicios se conciben para que algunos de ellos
satisfagan las necesidades básicas de la persona, mientras que los restantes
permitan cubrir aquellas otras prioridades que cada uno sienta que son
funcionales con su estilo de vida, confort, recreación, cultura, etc. Y para
aquellos que necesitan “reforzar” su ego, la apariencia social, su baja
autoestima o cualquier otra carencia, existe la gama de los productos y
servicios suntuarios que se ofrecen para tal fin.
¿Qué nos dice todo ello? Que más allá de las
prestaciones y beneficios básicos que dan lugar a que las marcas identifiquen a
los productos y servicios que amparan, hay otras oportunidades de negocios que
no deberían ser descuidadas. Son, básicamente, las que tratan de suplir o más
bien de apuntalar a:
- Las inseguridades del ser humano.
- Las carencias anímicas y de índole afectivo.
- El vacío existencial, la soledad y la incomunicación
humana, esta última tampoco ha sido
resuelta por la telefonía móvil, a pesar que la mayoría de las personas
lleven en su mano el celular, tal como si fuese el nuevo fetiche de la
posmodernidad.
Es
distinto en las relaciones humanas
En la vida de relación social, laboral, cultural o
profesional el ser humano tiene la gran oportunidad de ir construyendo su
futuro a partir del prójimo. Somos parte de una comunidad y de una sociedad que
nos brindan la oportunidad de poder llegar a trascender, haciendo aquello que
por vocación nos sentimos motivados.
A medida que uno va trascendiendo en la vida por lo
que se hace, se va dejando atrás una huella o marca que tiene que ver con el estilo y la impronta de su obrar, por
la entrega y compromiso asumidos. Entonces, algunos prójimos comenzarán a ver –o
tal vez descubrir– que se trata de algo valioso y por ello digno de ser tenido
en consideración. Esa devolución que van realizando los “otros” pasa a ser el
mejor aliciente, estímulo y señal que pueda recibir el portador de la marca. Así, éste comienza a vislumbrar que lo que
viene haciendo tiene un sentido en su vida.
El reconocimiento y valoración que la persona recibe
en vida vincula con las relaciones humanas de sus prójimos hacia él, y
viceversa. El resultado de ello permite, en definitiva, que los otros se
vinculen e interactúen con su marca.
Ello tiene un valor superlativo tal que no es comparable ni equiparable con la
naturaleza de los objetos materiales que, por las carencias y quizás la ausencia
de un proyecto personal, vienen tributando los que no saben que las relaciones
humanas no están en el entorno virtual ni en las redes sociales, y mucho menos
en las selfies de ocasión.
¡El portador de Tu Marca Personal es un ser
social comprometido en lo suyo, porque sabe que todo ello sólo tiene un sentido
y propósito siempre y cuando esté destinado para sus prójimos!
José
Podestá