La aceleración del cambio, que se gestó a partir de
la globalización, ha producido una gran tensión en el mundo en general y en el
ámbito de las organizaciones en particular. Si bien los avances sorprendentes
que se han dado en los últimos años han generado mejoras en múltiples ámbitos,
no ha ocurrido lo mismo con el destinatario y desarrollador del mismo: el ser
humano.
Seguramente que muchos pensarán, al respecto, cómo
es posible que se diga algo así cuando el avance, por ejemplo de la medicina,
ha permitido entre otras cosas extender la expectativa de vida del hombre. Desde ya es
así y hasta las estadísticas se encargan de mostrarlo. Pero como toda mejora de
cambio, éste conlleva un costo que afecta hasta en lo anímico espiritual del
ser humano.
Cambiar
no es fácil
El avance de las mejoras suelen verse desde dos
ámbitos: el externo y el interno. Como espectadores del cambio, éste permite
que nuestra capacidad de asombro no se agote. Sin embargo, cuando el cambio nos
afecta en lo personal, la actitud es totalmente distinta. ¿Por qué? Porque
modificar el comportamiento genera en el ser humano una sensación de
incertidumbre, resistencia y temor, cualquiera sea el momento o la época en que
se produzca.
Esta percepción es innata porque tiene que ver con
la necesidad de seguridad del individuo. Además, si somos honestos nos cuesta y
hasta nos disgusta afrontar el cambio porque nos obliga a salir de la zona de
confort. Nuestro cerebro “se planta” en lo que conoce porque lo nuevo o lo imprevisible
conlleva a un gasto mayor de nuestras energías, para poder afrontar el estrés
que desde lo interno nos produce el miedo, la ansiedad o cualquier otra
emoción.
La
gestión del cambio
Para poder abordar la dinámica del cambio y la
necesidad de transformación que cada vez se da con más frecuencia en las
organizaciones, ha surgido una nueva especialidad: el change management. El especialista en cambio está capacitado para
brindar soluciones y acompañar los procesos, con la finalidad que se transformen
en oportunidades de crecimiento. Pero todo ello a partir de una toma de
conciencia por parte del empleado, por ser éste el ejecutor del mismo.
Para que ello ocurra de modo satisfactorio es fundamental
que el área de Capacitación y Desarrollo produzca las condiciones necesarias.
Por ejemplo, en un ambiente de trabajo cada vez más digital es fundamental que
exista coordinación entre el área jerárquica, las estructuras, los procesos y
las habilidades de las personas. De lo que se trata, entonces, es lograr que el
cambio y el comportamiento dejen de ser antagónicos. Para ello es clave que el
empleado tenga en claro la estrategia y la parte de ejecución esperada, a los
efectos de poder generar el valor y la creatividad que considere más adecuada.
Cuando los especialistas o gestores impulsan la
cultura del cambio, no sólo desde arriba sino en sentido transversal, el ser
humano deja de levantar su barrera natural frente a lo desconocido, porque a
partir de la información derivada de la estrategia para el cambio, sabe no sólo
de qué se trata sino el por qué y el para qué de su razón de ser. De esta
forma, él mismo pasa a constituirse en un agente
de cambio desde su puesto de trabajo, algo que nunca se lo había imaginado
que podía hacer y suceder.
¡El portador de Tu Marca Personal es un
innato planificador y gestor del cambio que se fue preparando y desarrollando,
desde el momento en que decidió llegar a ser reconocido, respetado y valorado
por lo que sabe, por lo que hace y cómo lo hace!
José
Podestá