Parecería ser que la tecnología tiende a ir en
contra del ser humano en general –adictos dependientes a los soportes móviles y
redes– y al empleado en particular –control de sus movimientos y actividades a
través de un chip insertado en el brazo.
Ya
se utiliza
Al menos una empresa sueca ha iniciado la incorporación
de un chip en el cuerpo de sus empleados. Al respecto uno se pregunta,
entonces, acerca del alcance real de la privacidad del individuo y de los
derechos humanos.
El tema es más importante de lo que uno se puede
imaginar. El dispositivo brinda “múltiples funciones”, como ser:
- Ingresar al edificio y oficinas sin necesidad de tarjeta
o control alguno.- Acceder a los servicios centrales: fotocopiadora, retirar un café o bebidas de la máquina expendedora, sin necesidad de poner monedas ni tarjeta de compra, etc.
- Complementarse con el sistema GPS. Ello hace obsoleto el sistema de pulseras que llevan los presos, en sus muñecas o tobillos, cuando se encuentran fuera de la cárcel.
- Optimizar el desempeño, toda vez que el supervisor
detecta una mala maniobra de cualquier empleado; el sistema emite una pequeña
alarma que visualiza el supervisor en la pantalla de su PC. Para “encausar” las
cosas, el supervisor emite una pequeña
descarga eléctrica para que el supervisado entienda que está cometiendo una acción incorrecta, para que la
corrija de inmediato.
- Rastrear las conversaciones de los empleados
mediante la incorporación de un micrófono.
Para aquellos que se encuentran en el negocio de
robots aplicados al ámbito administrativo, esta “novedad” y todas las “mejoras”
que se le irán incorporando de ahora en más, permite hacer realidad al empleado robot –y porque no a los
futuros ciudadanos robots– se
constituye en una amenaza letal para las máquinas robots.
Barajar
y dar de nuevo
Si bien esta “innovación” no dejará de ser altamente
atractiva para aquellos directivos que aún consideran que el empleado, además
de ser un “mal necesario”, debe estar bajo estricta normas y dispositivos de control,
es por cierto una lamentable noticia.
Una organización se crea para cumplir un fin
determinado. Por tanto, para que sea viable y sustentable en el tiempo, se
necesita que cuente con empleados de valor. Más aún, el empleado –como primer cliente interno– debe ocupar el centro
de la organización y recibir, de sus directivos, todo el soporte necesario para
que puedan concentrarse en los dos objetivos transcendentes: la misión y la
visión.
En consecuencia, los “retrógrados” mecanismos de
control aplicados al empleado –además de haber sido considerado durante décadas
como un objeto-cosa, es decir, un recurso humano– nada tienen que ver con el management actual. Lo que realmente se
necesita es que la organización tenga un proyecto atractivo y desafiante para
que sus empleados lo hagan “suyo”, aportando altas dosis de creatividad,
innovación, compromiso y sentido de pertenencia.
Entonces, si en lugar de acordes grados de libertad
la empresa “ofrece” la aplicación de un chip inteligente, con lo que ello implica
en términos éticos de valoración y respeto para el ser humano, dependerá de la
sociedad, de sus instituciones y organismos de contralor obrar en consecuencia.
Si el Estado ya dispone de una oficina de Defensa
del Consumidor, deberá ahora darle una prioridad anticipatoria a la creación de
la oficina de Defensa de las Personas.
¡El portador de Tu Marca Personal se
encuentra felizmente en las antípodas de aceptar y aplicar el uso de
dispositivos de control y regulación a sus colaboradores, porque sabe muy bien
que con ello atenta a la integridad y a la dignidad de sus prójimos!
José
Podestá