¿Sabrán los diseñadores de robots que, en algún
momento, podrán llegar a ser reemplazados por el producto de su invención? Así
como en épocas de IBM una mainframe de
anterior generación se utilizaba para desarrollar a la “nueva”, lo mismo está
ocurriendo con la robótica. Al respecto, si bien la tecnología y la
inteligencia artificial/IA avanzan literalmente de un modo exponencial, no
todos piensan –o quizás prefieren no pensar– en las consecuencias sociales y
psicológicas que irá produciendo el paulatino remplazo del trabajo humano por
el robot.
La
repetición está en problemas
En la película Tiempos
Modernos, escrita y protagonizada en el año 1936 por Charles Chaplin, éste
se encargó de ironizar y satirizar duramente las consecuencias psicofísicas
negativas que tenía para el obrero el trabajo manual en la línea de producción continua.
Esta situación se mantuvo, sin embargo,
prácticamente durante décadas y sin variantes. Seguramente que si desde los
inicios de la producción en cadena hubiesen existido los robots a cargo de las
tareas repetitivas –que de por sí requerían máxima atención y dedicación a lo
largo del proceso de manufactura– ello hubiese sido visto con beneplácito y
buenos ojos.
La rutina y reiteración de tareas secuenciales que
no ayudan al ser humano para crecer y desarrollarse como persona, no deja de
ser contraproducente y alienante. ¿Por qué? Porque el mantener fuentes de
trabajo en donde el empleado u obrero hace las veces de un “robot” y poco o
nada puede hacer para sumar valor de su parte, ello no dista de ser un trabajo
inhumano. De allí el aporte significativo que realizó Chaplin al advertirlo y
criticarlo en su época, más allá de haber sido tildado por ello de socialista o
comunista.
El
trabajador no es un “recurso”
Cuando la fuerza animal fue reemplazada por el
transporte mecánico, nadie salió a cuestionar la pérdida de empleo del animal. Al contrario, se consideraba
“inhumano” lo que se hacía con estos seres. Sin embargo, no ocurre lo mismo
cuando es la máquina la que termina apoderándose del trabajo del ser humano.
Cuando trabajaba en IBM, en época de las mainframes, se me ocurrió preguntarle a
un director de ingeniería qué pasaría cuando “la máquina” termine haciendo el
trabajo humano. La respuesta del ejecutivo fue espontánea, pero en línea con el
pensamiento de esa época: “siempre le quedará al ser humano la opción de
desconectarla”.
Hoy en día, el darse
cuenta de desconectar la máquina nos lleva a la prioridad de comenzar por redefinir el trabajo y las profesiones
que estarán expuestas a su reemplazo y eventual desaparición dentro del mediano
y largo plazo. Y aquí está el problema, porque no existen suficientes
referentes que se estén ocupando de ello –tema que también debería abordar el departamento de las personas en las
organizaciones– motivo por el cual cuando el problema se presenta, surgen de inmediato
las reacciones de quejas, reclamos y paros.
Mientras tanto, en muchas empresas todavía se tipifica
al trabajador como un recurso humano asignado
a un puesto determinado, el cual tiene en el mercado laboral un “precio”, es
decir, un salario promedio. Entonces, ese trabajador no sólo queda expuesto a
llevar a cabo un conjunto de tareas
repetitivas, sino que carece de los grados de libertad que le permita sumar su
impronta personal. Mientras tanto, estas tareas probablemente seguirán vigentes
en esa organización hasta que incorporen el “robot de reemplazo”. Al respecto,
cada vez más la robótica viene avanzando en tal sentido, para beneplácito de
los empresarios.
Los que se interesan en el Personal Branding estarán
mejor preparados y “parados” frente al recambio de las personas por robots, por
el hecho que lo suyo tiene más que ver con la creatividad, la innovación y la
creación de valor en la tarea o profesión que llevan a cabo. Es decir, la
repetición y la rutina poco y nada tienen que ver con su desarrollo laboral o
profesional. En cambio sí tiene mucho que ver, por ejemplo, con la improvisación
que habitualmente realiza el músico de jazz cuando ejecuta un tema. Por más
conocido que sea el tema, éste lo “recrea” sumándole su lirismo y expresividad,
algo que un robot “inteligente” no puede hacer, simplemente porque “no es
humano”.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe que lo
suyo demanda la aplicación creativa e innovadora en la tarea o profesión que
lleva a cabo, siendo por ello reconocido por sus pares y en el ámbito al que se
proyecta, pero jamás por robot alguno!
José
Podestá