Cada vez más directivos de una organización caen en
la cuenta que el personal de calidad
es un factor clave del éxito. Algunos, en cambio, no están tan seguros de ello.
Incluso están los que dicen, a pesar de disponer del recurso financiero, que no
están en condiciones de pagarles lo que valen. Además “para eso estamos
nosotros, que sabemos muy bien lo que queremos y necesitamos hacer”.
Ventaja
competitiva
Un condicionante de la actualidad es que la empresa
ya no puede establecer sobre el personal las normativas autoritarias del ayer.
El sistema de “subordinación y valor” –tan propio del entorno militar–
prácticamente no tenía contraindicaciones en el ámbito laboral, porque se lo
asumía como un “deber ser”. Es decir, era visto como una imposición o
resultante de las normas socio-culturales vigentes.
Pero algo comenzó a no funcionar satisfactoriamente
una vez que se inició la globalización. Junto con ella los procesos de
producción se pudieron acortar, irrumpió la moda del “me too” y se arribó a un
mercado que hoy está sobreofertado de productos y servicios. Así se fue
instalando la expresión “sobran productos y servicios, faltan clientes”. El
quiebre de la anterior tendencia sobrevino, básicamente, por los siguientes
factores:
- Un mercado cada vez más informado y en estado de conversación.
- Un cliente que dejó de ser pasivo, leal y
tolerante, porque gracias al acceso a la información comenzó a ejercer su
poder, recomendación y colaboración hacia aquellos productos y servicios con
los cuales más se identifica.
Todo ello hizo que las fortalezas que exhibían las
empresas –expresadas en términos de ventajas competitivas– hoy dejaron de ser
un factor clave para la sustentabilidad. Por tanto, comenzó a necesitarse el
empleo más intensivo de la inteligencia aplicada a todos los procesos, no sólo
el productivo.
De allí el recambio actitudinal de las organizaciones
hacia la valoración del empleado, por ser éste percibido como el actor y
artífice de las nuevas propuestas creativas y de innovación que se necesitan
aplicar en toda la cadena de valor.
Con ello finalizó también una época caracterizada por el rol del empleado-jefe
dependiente.
Tiempo
de talentos
Ya hemos mencionado en otras oportunidades que los
individuos poseen habilidades naturales. Si bien no todos somos conscientes de
los talentos propios, quedamos por lo general admirados de los ajenos. Pero lo
cierto es que cada uno es portador de algún atributo que lo diferencia del
resto.
También se ha mencionado que el talento no es un don
exclusivo de las personas sobresalientes, súper dotadas o genios. En realidad
ellos son la excepción, motivo por el cual las organizaciones no pueden
funcionar con las excepciones sino con un conjunto de personas heterogéneas,
proactivas y motivadas por compartir un proyecto en común.
Cuando nos referimos al Personal Branding,
especialmente destinado para todos aquellos que aspiran ser valorados por lo
que hacen y cómo lo hacen, también se pone el foco inicial en la indagación
personal de las habilidades manifiestas que luego serán necesarias para el
futuro posicionamiento de Tu Marca
Personal.
En consecuencia, las organizaciones son plenamente
conscientes que necesitan disponer de personas
de valor a lo largo de su estructura. Es decir que ya no basta que los supervisores
sean los portadores de tales habilidades, porque en la práctica cada empleado necesita
ir construyendo o destruyendo todo aquello que tenga o no
valor en su tarea, sin necesidad de requerir “permiso” alguno.
Esa habilidad-talento puesta en acción es lo que
cada uno brinda en su emprendimiento, trabajo o profesión, y es una de sus
fortalezas puestas en acción. Por tanto, cuando se tiene en claro que el
proyecto asignado ya no representa el desafío o el interés que motivó al
empleado o al ejecutivo acceder al puesto en cuestión, esa “individualidad”
tiene todo el derecho y la libertad de partir en busca de su desarrollo
laboral-profesional. De allí que “retenerlo” no tiene justificativo ni razón
alguna.
Si lo mencionado no llegara a ser compartido por
algún empresario –incluso hay quiénes les cuesta aceptar que el empleado de
valor renuncie a un proyecto– lo invito a ponerse en el rol de esa persona para
internalizar su decisión. Seguramente que entonces se dará cuenta que no le
asiste ningún poder ni derecho para persuadirlo o forzarlo a permanecer.
¡El portador de Tu Marca Personal es consciente
de sus talentos y valores, motivo por el cual sabe que son funcionales a la
prestación del servicio que brinda y del tiempo que está dispuesto a permanecer
en ello!
José
Podestá