Cultura de Trabajo

10 abril 2016 ·

Por lo general quien ha tenido padres, docentes o jefes estrictos descubre, años más tarde, de lo afortunado que fue. ¿Por qué? Porque sin darse cuenta, fue incorporando valores y experiencias que luego pasaron a ser importantes en su vida.

Lo opuesto nos exime de todo comentario. Seguramente que alguno de ustedes conoce o quizás ha vivenciado lo que implica no llegar a tener referentes que iluminen, orienten y motiven.
Los extremos no ayudan

La historia de las organizaciones nos muestra que los extremos estrictos y la lasitud no inspiran ni sirven. Entonces, uno se pregunta el por qué ocurren. La respuesta de ello seguramente la encontraremos en la cultura de estas empresas.
De nada sirve que una compañía, comercio o emprendimiento tenga una cultura, cuando ésta no es vivenciada en el día a día por la dirección y sus empleados. Se supone que la cultura de la organización resume la misión –su razón de der– el conjunto de valores –sus principios guía– y la visión –el objetivo de realización trascendental.

Cuando se es parte de una empresa que “destila” cultura en todos los sentidos –vertical, horizontal y transversal– esa cultura se va incorporando en las personas más allá del rol o posición que ocupa dentro de la organización. Luego uno escucha o se entera de algunos empleados que, al cambiar de compañía, suman y mencionan entre sus habilidades no necesariamente el expertise técnico-práctico adquirido, sino el valor que para ellos tiene el “traer” consigo mismo esa cultura.
Algunas organizaciones suelen sentirse diferentes por el hecho de ser muy exigentes en lo suyo. Ello no está mal, siempre y cuando no recurran a prácticas que suponen para los empleados el “vivir” dentro de un clima de demanda extralimitada en lo personal. Al respecto, ya me he referido en otra oportunidad a este tipo de empresas tóxicas que, por su “cultura ilógica”, registran en su haber el lamentable suicidio de varios de sus empleados que no pudieron superar las exigencias extremas.

El tener una cultura “sensata y humana” no deja de tener sus beneficios básicos, como ser:
-Potencia la identidad y reputación de la empresa, motivando tanto al personal interno como a los que aspiran llegar a ser parte de la misma.

-Reduce la rotación de personal, al generar un positivo vínculo de identidad de las personas con los valores y el estilo de la gestión, aunque consideren que el nivel de exigencia es estricto, pero justo. Por el opuesto, cuando la cultura está ausente, es floja o desconocida, se termina por ser parte de una empresa en donde las personas no saben para qué trabajan allí.
-Estimula las relaciones y el trabajo grupal, porque este tipo de empresa sabe muy bien cuál es el lugar que debe ocupar su gente: ¡El centro de la organización!

La cultura de trabajo –como la cultura de vida– es una habilidad “blanda” que no sólo califica en forma superlativa sino que también contribuye al enriquecimiento del yo soy.
Entonces, en la medida que esta habilidad no quede eclipsada en la búsqueda laboral frente a las habilidades “duras”, las organizaciones podrán disponer de colaboradores de calidad que potencien sus valores, y en definitiva, las transformen en más “humanas”.

¡El portador de Tu Marca Personal se va enriqueciendo de las culturas laborales  a medida que avanza en su plan de carrera laboral y profesional y en el servicio que brinda a sus prójimos!
José Podestá

 

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