Cuando una persona se ocupa por mejorar sus
competencias con el objetivo de llegar a ser más eficiente y eficaz, es
frecuente escuchar la expresión tengo que
achicar la brecha. Aquí uno se podrá preguntar: ¿Achicar qué? Se trata de hacerlo
entre lo que se tiene y lo que se quiere acceder. Lo bueno de esta instancia es
que no expresa una mera ilusión o deseo, sino un compromiso concreto de
superación.
No
se está solo
Sabiendo que no todos somos iguales, por más que
muchas veces algunos factores de poder intentan reducir al ser humano a la
categoría de “masa”, en el desarrollo del proyecto laboral y profesional suele
observarse que algunas personas se bastan a sí mismos y con solvencia. De esta
forma van “achicando” y “gestionando” esa brecha sobre la marcha. Otros, en
cambio, les resulta más difícil poder hacerlo, necesitando para ello del
soporte o la asistencia de un tercero.
Dentro del ámbito de las organizaciones, la mayoría suelen
contar con el área de Capacitación y Desarrollo para poder llevar a cabo los
distintos programas que les son requeridos desde los distintos sectores. Si
bien muchas veces las carencias de las personas surgen a través de la
evaluación semestral o anual que es llevada a cabo por su inmediato superior,
también dentro de dicha área se atienden los pedidos puntuales de aquellas
personas que necesitan asistencia en su plan de carrera.
Sin embargo, el plan de carrera no demanda
simplemente la actualización o incorporación de nuevos conocimientos, sino
también la necesidad de lograr operativamente un desempeño superlativo en materia de resultados. Destaco el término
superlativo porque toda organización se encuentra hoy muy atenta al valor agregado que cada empleado pueda
aportar en lo suyo. De esta manera se va construyendo la productividad.
Pero también existe otro soporte importante,
especialmente para todos aquellos que, independientemente del conocimiento
adquirido, carecen de las habilidades para alcanzar el desempeño aspiracional. Es aquí cuando irrumpe el coaching, para entrar en acción.
Cuando el plan de carrera contempla que en un determinado
momento la persona deberá ocupar un cargo de responsabilidad –sea
departamental, divisional o regional– el mismo le demandará ejercer el rol de
líder, algo que no se aprende necesariamente en un curso. Para ello está el coach ontológico, quien podrá asistirlo
y prepararlo para el nuevo desafío.
Vemos entonces que la persona, cuando se desempeña
en relación de dependencia, no se encuentra necesariamente sola o a merced de
las circunstancias. Tampoco lo está el profesional independiente, ya que
también puede y suele recurrir a los servicios del coaching, aunque en este caso lo tenga que hacer bajo su cargo.
Todo lo mencionado se aplica y vale para los
interesados en el Personal Branding, ya sea que estén desempeñándose dentro de
una organización o bien de manera autónoma. Lo importante, en este caso, es
tener en cuenta que el conocimiento adquirido y actualizado no es el límite,
sino una simple llave de ingreso al sistema. A ello se le deberán adicionar las
habilidades blandas, que nada tienen
que ver con las competencias individuales.
Tengamos en cuenta que el coaching ontológico nos prepara para ir más allá de la tarea en sí,
orientándonos en todo lo referente a los vínculos y las relaciones. No se ocupa
de la formación ni de la ampliación del conocimiento técnico, pero sí de la
forma en que se interactúa con los demás, sin llegar a interferir ni
entrometerse en resultado alguno. Ayuda así también a achicar la brecha.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe muy
bien de sus limitaciones, más allá de lo meramente técnico o específico de su
actividad o profesión, motivo por el cual en el desarrollo de su vocación
tampoco excluye al otro!
José
Podestá