En un contexto que se caracteriza por la sobreoferta
de productos y servicios con escasa diferenciación, sumada a la presencia de
personas formadas a través de programas de enseñanza prácticamente similares,
hace que sea cada vez más difícil poder llamar la atención. Parecería que los
principios básicos del marketing ya no se tienen en cuenta o no “funcionan” tan
bien como antes.
La
trampa del “me too”
Si bien estamos expuestos ante un escenario de tales
características, en proporción son muy pocos –tanto a nivel organizacional como
de personas– los que se ocupan por contar con un posicionamiento
“estructuralmente” diferencial. En esta realidad influyen dos variables
básicas:
- El cambio acelerado que irrumpe y se instala,
cotidianamente, en el conjunto de la sociedad.
- La dependiente actitud de las organizaciones y de
las personas a todo lo que emana y condiciona desde el mundo exterior, además
de la globalización.
Entonces, si a un determinado producto o servicio le
va muy bien, sería de tontos no “copiarlo” –léase hacer “me too”– en todo lo que se pueda para acoplarse como un eslabón más
a la “locomotora” exitosa que marca esa tendencia en el mercado. Asimismo, si
el mercado demanda programadores, especialistas en tecnología, abogados o economistas,
por qué no estudiar aquello que tenga “asegurada” una salida laboral-profesional
en los próximos años.
Los lectores frecuentes de estas columnas saben del
error “estratégico” que cometen aquellas organizaciones y personas que, por no
partir de las cosas básicas, mínimas y necesarias que demanda el tener en claro
la misión y la visión de un negocio, como así también la misión y la vocación de
la persona, terminan luego malogrando lo que quizás era una buena oportunidad,
en un nuevo fracaso o frustración.
El querer parecerse a un suceso reconocido y
aceptado no deja de ser una copia. Recordemos lo que nos pasaba en la escuela o
en la universidad cuando uno se copiaba para aprobar una asignatura. No sólo se
corría el riesgo al fracaso sino que, como un ser “irresponsable”, uno
terminaba malgastando el tiempo y la oportunidad que representaba esa instancia
única en nuestras vidas.
Lo mismo le vale a la gran mayoría de las empresas líderes-globales
que, urgidas por tener que “mostrar” crecimiento y ganancias continuas,
incurren por ejemplo en el cortoplacismo del “me too” o en la apropiación indebida de patentes, quedando así
expuestas a juicios internaciones por plagio o litigios similares; seguramente
que ustedes tienen información y conocimiento de estas compañías. Si recordamos
que una organización es, ante todo, el conjunto de personas que la integran,
ello hablaría en estos casos de la no práctica de los principios fundacionales,
de los valores y de la cultura.
La
otra trampa
No hay duda alguna que hoy el mundo, los países, las
sociedades, las organizaciones y las personas enfrentan crisis de todo tipo.
Más allá de la responsabilidad que les incumbe a los líderes, que
lamentablemente son escasos, no dejan de ser escuchadas, recomendadas y
valoradas –yo diría fuera de contexto– las proposiciones que hacen al título de
esta columna.
Si bien en muy cierto que frente a una crisis valen
las afirmaciones como las de “movete rápido”, “rompé las cosas” o “hacé lío”
–por supuesto en el buen sentido de su expresión– todo ello terminaría jugando
en contra cuando se lo asume como una “verdad revelada” en lugar de antes tener
bien en claro el qué y el para qué de ello.
Para evitar estar o seguir caminando sobre la
“grieta” surgida de la realidad, es necesario que el ser humano decida hacer lo
que debe hacer una vez que haya logrado discernir su misión y la vocación, es
decir, lo que está dispuesto llevar acabo o ejercer por el sentido que tiene en
su vida.
Con ello no sólo estará dando respuesta al contenido
de su misión, sino también para el
legado que “siente” deberá brindar a sus prójimos –se trate de la empresa en donde
está llevando a cabo su proyecto laboral o bien como profesional independiente.
Caso contrario, el “moverse”, romper” o “hacer” terminarán sumándose al
folklore del me too ya existente.
¡El portador de Tu Marca Personal se preparó
para estar correctamente posicionado en lo suyo, siempre y cuando no haya
claudicado ante los “espejitos de colores” que emanan de las comercializadas
promesas e ilusiones del contexto actual!
José
Podestá