Privacidad Respetada

08 enero 2017 ·

Que el gobierno de Francia haya sancionado una ley prohibiendo que las organizaciones exijan a sus empleados la conectividad y respuestas de información, fuera del horario laboral, es un hecho tanto auspicioso como lamentable. ¿Por qué? Porque una vez más se demuestra que el ser humano –en este caso aquel que tiene empleados a su cargo– considere que le asiste el “derecho” de disponer del tiempo y la vida ajena, a cambio de un salario, ello no deja de ser una actitud que vincula con el “primitivismo”, a pesar que nos encontremos transitando el siglo XXI.

Autoritarismo alienante

La práctica de la dependencia laboral a toda hora es una típica desviación patológica y de falta de autocontrol, incrementada en los últimos años por el uso de los soportes multimedia. Al respecto, es muy frecuente ver personas que se han convertido en dependientes “compulsivos” de todo tipo de mensajes, a toda hora y en todo lugar.

Sin darnos cuenta, la tecnología se ha venido apropiando de nuestra libertad y privacidad. Más aún, opera en nosotros con un efecto “anestesiante”, a punto tal que puede llegar a anular, entre otras cosas, la comunicación y el diálogo familiar o cobrarse víctimas inocentes, como el caso lamentable de un niño de cuatro años que se ahogó en China mientras la madre estaba “distraída” con su celular. Al respecto, ¿existe un mensaje que demande mayor atención y dedicación que la vida de un hijo? Seguramente que ustedes saben de otros sucesos en línea con lo mencionado.

Volviendo a Francia y su nueva ley laboral que exige a las empresas “desactivar” la obligación de sus empleados a responder el teléfono, e-mails y mensajes electrónicos después del horario de trabajo. A la fecha, se trata de una disposición única en el mundo que posiblemente sea paulatinamente replicada en otros países. ¡Enhorabuena!

Permitir a los trabajadores desconectarse y vivir sus vidas no sólo es muy auspicioso. Nos muestra, además, que ante el exceso de cualquier tipo de “ismo” –en este caso el autoritarismo alienante proveniente de la organización– haya surgido por la implementación de una norma que ponga las cosas en su lugar, cuando el tema debería haberse resuelto por una toma de consciencia reflexiva de los seres humanos.

Las investigaciones en Europa señalan que el 71% de los ejecutivos mira sus e-mails y otros mensajes electrónicos por la noche y durante los feriados. Pero por otra parte, un 76% se “queja” porque los instrumentos digitales tienen un impacto negativo en sus vidas personales. Entonces, está claro que hay una carencia volitiva o de la voluntad para comenzar a vivir de una manera más sensata.

Entonces, en la medida que no hagamos uso del sentido común para evitar ser parte del “rebaño”, se tardará en llegar a “descubrir” que existen momentos en la vida que son mucho más gratificantes que la dependencia tóxica y alienante en la que hoy nos encontramos.   

Retorno a lo natural

Seguramente que a las organizaciones les costará mucho “digerir” la prohibición de la práctica y la presión abusiva que en materia de conectividad post oficina “creían” poder ejercer sobre sus empleados. Pero también es muy probable que gracias a ello “descubran” que el clima laboral y productivo comienza a mejorar sensiblemente, gracias a los espacios de diálogo y convivencia entre las personas.

Por supuesto que el retorno a un vínculo laboral más “humano” no se logrará por generación espontánea. Sabemos que bajo el amparo de sus directivos, existen “jefes hiperconectados” que someten a sus subalternos a su propio ritmo, enviando mensajes fuera del horario laboral –incluso durante los fines de semana y en tiempo de vacaciones– esperando una respuesta “inmediata” y sin tener consciencia ni interesarles el impacto que tal “intrusión” pueda tener, no sólo en el destinatario, sino también en su entorno.

A ello me refería al principio cuando aludí al hecho lamentable que ha llevado a la “necesidad” de tener que sancionarse una ley para evitar tales “disparates”, con la buena intención de producir un retorno al estadio natural de responsabilidad “social” del que no tendrían que haberse apartado.

¡El portador de Tu Marca Personal podría llegar a ser un “hiperconectado” en lo suyo, pero si no se da cuenta que a raíz de ello estaría eventualmente atentando contra su misión y el proyecto laboral-profesional que decidió llevar adelante, serán sus prójimos –clientes, empleados, pacientes o el entorno– los que terminarán finalmente neutralizando su accionar!

José Podestá

 

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