Procrastinación Eficaz

22 enero 2017 ·

Para entender fácilmente el significado de procrastinar, podemos asimilarlo a todas aquellas personas que, por diferentes motivos anímicos, se constituyen en postergadores seriales de todo tipo, incluso de los asuntos cotidianos más insignificantes. Por tanto, se encuentran prácticamente en un estadio inferior al de las personas “reactivas”, es decir, de aquellas que se van “adaptando” a las circunstancias o vicisitudes de la vida, pero sólo cuando se ven sorprendidas o frente al problema en cuestión.

Seguramente que todos nosotros solemos ser procrastinadores en “algo”, pero para nada significa que en determinadas circunstancias ello se torne necesariamente en algo malo o negativo. Por ejemplo, cuando en la organización nos comunican y de un modo imprevisto, que a mediados del año están interesados en transferirnos a la filial de India –como parte del plan de desarrollo personal–  es muy probable que no vayamos a responder o aceptarlo de manera inmediata. Al menos, hasta tanto tengamos bien en claro:

- Los motivos-razones de la promoción versus el riesgo de llegar a fracasar en un entorno cultural muy distante y ajeno.

- Cómo se “amalgama” la propuesta respecto del plan de carrera laboral-profesional sobre quien recayó el ofrecimiento.

Algunos de ustedes podrán pensar que tomarse los recaudos en este ejemplo es básico y elemental. Sin embargo, no siempre es así; hay personas que les parece tan estupendo y maravilloso ir a la India, que no se les cruza por la mente hacerse reparo alguno.

El “serial” es otra cosa

Tal como lo había mencionado, la procrastinación se la “practica” en todo tipo de sucesos, incluido los más cotidianos y frecuentes, que pueden ir desde trámites, finalización de los estudios, cambiar de empresa, hasta, por ejemplo, el de no llegar a asumir la formalización en la pareja o la ruptura eventual de una relación. ¿Qué se persigue con ello? De todo un poco, es decir: demorar, diferir o postergar las tareas o las decisiones.

Tampoco la procrastinación es algo nuevo, pero sí lo es la mayor cantidad de “practicantes” o de “seguidores”. Básicamente, se trata de uno de los males del presente, debido a los cambios frecuentes en el estilo de vida, en las exigencias externas o las autoimpuestas, como así también en la forma de relacionarnos o no con el otro, es decir, tu prójimo.

Como se podrá deducir, la falta de motivación es el principal impulso que estimula al procrastinador; también la indecisión hace lo suyo. Pero no siempre es fruto de una desidia personal, sino que se puede deber por los estímulos provenientes del mundo exterior. Al respecto, la realidad nos muestra que hoy todo es precario y provisorio, que poco y nada está diseñado para durar. Frente al estado de incertidumbre, el individuo puede darse al abandono de ideas o de algún proyecto, como así también el evitar asumir un compromiso responsable y social en lo cotidiano.

El riesgo de la “sociedad infantilizada”

Que el niño o el adolescente posterguen sus cosas –hacer las tareas, bañarse, ordenar, etc.– porque “creen” que están haciendo, por ejemplo, otras más “importantes” en la plataforma digital, van de esta forma incorporando paulatinamente el hábito de la procrastinación. Hasta se puede llegar a justificar, con razones, cuando en la práctica todo ello tiene que ver más con la presencia de una sociedad cada vez más “infantilizada”; aquí los adultos tampoco se están quedando al margen de ello.

También están los procrastinadores “selectivos”. Son aquellos que para nada descuidan su plan de carrera laboral-profesional o un nuevo emprendimiento, pero decaen en el intento cuando se trata de cuestiones personales. Incluso están los que se estimulan por las cuestiones sociales, ecológicas, pero luego no “pueden” o les cuesta llevarlo al propio ámbito familiar.

Tampoco es definitivo

Cuando una persona mayor trasciende en lo suyo o es noticia porque logró finalizar la carrera universitaria o el estudio que vino postergando por distintas razones, siente alivio y alegría por algo que durante años sufrió por no poder. Aquí deberíamos sentirnos más solidarios con estas personas, porque de un modo consciente han logrado superar a la “compañera de vida” de todo procrastinador crónico: la culpa.

¡El portador de Tu Marca Personal es un ser expuesto a tener que optar por alguna postergación, en más de una oportunidad, pero sabe que gracias a una procrastinación “productiva” puede seguir avanzando en su misión, a pesar de llegar a dejar pendiente algo que en su momento pudo ser importante!

José Podestá

 

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