El Sentido de Autoridad

05 febrero 2017 ·

Seguramente que no es del agrado de la mayoría el tener que ser dependiente de un supervisor, jefe, gerente o director, especialmente cuando éste no tiene el hnow-how esperado, carece de las condiciones naturales de liderazgo o lo que es peor, de ambas cosas en forma simultánea.

Pero también es cierto que no todos podemos llegar a ser jefes, por la sencilla razón que se necesita de las personas para que las cosas se hagan y sucedan. Esta relación asimétrica nos lleva, entonces, al concepto de autoridad.

La autoridad ha experimentado en el devenir de los tiempos de una cierta restricción. Desde el principio se la ha interpretado como coacción e imposición, así como sumisión a esa coacción e imposición. Pero cuando se refiere a las personas, remite a dos requisitos indispensables:

- Que una de ellas se encuentre en una posición más avanzada que la otra.

- Que esta última tenga el deseo, afán, impulso, disposición e intención de seguir al más avanzado para capitalizar los logros de aquél para su propia superación.

Dupla eficaz

Cuando en una organización el subordinado tiene la posibilidad de reportar a una persona que, más allá de su autoridad, es modelo-ejemplo de aprendizaje y emulación, no deja de ser un hecho muy auspicioso por todas las consecuencias que se derivan de ello: mejora en la productividad, en el clima laboral, en el disenso, en el aporte de ideas, etc.

En este caso no sólo se beneficia el subordinado, sino también el portador de la autoridad. ¿En qué sentido? Paulatinamente se va también “enriqueciendo” de los “otros” puntos de vista que emanan de sus subordinados, sobre todo en contextos como el actual en donde predominan las incertidumbres y el cambio de las reglas del juego que están más allá de la organización misma.

Por otra parte, no debemos de olvidar que en lo esencial todos los seres humanos son equivalentes, uno al lado del otro. La diferenciación que a diario vemos entre las personas, ya sea en el trabajo o en la sociedad, no necesariamente se debe al factor “inteligencia” o posición social, sino a nuestra “conciencia”. Felizmente, hay personas de conciencia más evolucionada; también se da para las restantes áreas anímicas. Pero, reitero, todos los individuos en cuanto poseedor de un “yo”, son totalmente equivalentes aunque el grado de evolución de su carácter, de ciertas cualidades y habilidades, los distinga.

Autoeducación y autocontrol

Nuestros padres han sido un factor clave para que en el día de mañana fuésemos capaces de llegar a ser portadores de autoridad. Al respecto, nuestra madre al nutrirnos con leche desde pequeños también nos fue brindando, día a día, las fuerzas vitales y su amor materno.

Toda esa “nutrición” pasó a tener más adelante un impacto muy positivo en nuestro ser, en lo concerniente a lo espiritual, psíquico y físico. Por tanto, cuando sabemos de una persona que no tuvo de niño “la” suerte de haber pasado por esta vivencia fundamental, no deberíamos “descartarlo” ni “marginarlo”. Al contrario, porque somos portadores de la “herencia materna” recibida, deberíamos ser lo más solidario posible con todos aquellos que por distintas causas del destino se vieron privados de ello.

Pero también nuestro padre biológico tuvo su rol clave, tanto en lo viril como portador de un “yo” que, desde pequeño, nos estimuló a que busquemos en él guía y dirección. Con ello y a través de los primeros años de nuestra niñez, comenzó a plasmarse nuestra consciencia. En nuestra niñez ambos ejercieron la autoridad como representantes del mundo, y nosotros lo hemos tomado como “ejemplo” e “imitación”.

Ahora como adultos y quizás centrados la mayoría de ustedes en su plan de carrera laboral y profesional, se les presenta el tema de la autoridad no necesariamente como algo que deberían esquivar o evitar –recuerden que en algún momento también la deberán ejercer– sino de tenerla muy en cuenta para asumirla con sabiduría y respeto hacia sus prójimos.

Un aspecto muy positivo que no siempre se lo recuerda en materia de autoridad, tiene que ver concretamente con lo que alude su significado: vincula con un acontecimiento “creador”, con una “propagación”. ¿Esto que nos dice? Cuando el individuo es portador de autoridad, “algo” se ha propagado, desarrollado o desplegado, motivo por el cual puede ejercer una influencia “creadora” sobre el prójimo, tratando que esa influencia lo estimule y entusiasme a seguirle y así a ampliarse y agrandarse a sí mismo en toda su existencia.

Como se podrán imaginar, la autoridad a la que estoy haciendo referencia no tiene absolutamente nada que ver con la “legión de seguidores” que un ídolo o celebridad circunstancial suele tener hoy en día. Tampoco con aquella desviación “tóxica” de autoridad que proviene del ámbito político, del fundamentalismo o de cualquier tipo de imposición ideológica; en la historia ustedes encontrarán ejemplos muy lamentables de desviaciones de autoridad que, por lo general, han terminado “usando” la buena fe de sus seguidores y de los ciudadanos.

El sentido de autoridad “en serio”, que aquí estoy haciendo referencia, alude a la emulación y superación personal. Por tanto, pasa a ser un factor clave en la misión y vocación respectiva.

En consecuencia, el ejercicio de autoridad responsable demanda a su portador de la autoeducación y del autocontrol. Tengamos siempre muy presente que entre ello y su desviación existe un margen muy acotado, que tiene que ver con la conciencia del individuo y la puesta en práctica de los valores morales que anidan en su interioridad.

¡El portador de Tu Marca Personal cuenta con autoridad técnica y funcional en virtud de la misión y vocación que caracteriza su trabajo y profesión, sabiendo de la responsabilidad que ello tiene en el vínculo y relación con sus prójimos y su futuro personal!

José Podestá

 

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