Empatía vs. Ego

09 abril 2017 ·

El ego es el opuesto más directo de la empatía. ¿Por qué? Porque  todo aquello que se fue construyendo en pos de una sana armonía y felicidad, se “rompe” cuando alguna de las partes “claudica” por distintos motivos ante su propio ego.

Si bien en las últimas décadas el ser humano vivió frecuentemente en un estado de “latente” confrontación –incluso consigo mismo– existe una profunda razón que no siempre la tenemos en cuenta. Ocurre que nuestra inteligencia viene evolucionando en sentido negativo, concibiendo preferentemente lo falso, el error, el engaño y a pensar el mal.

Ello no es nuevo ni propio del hoy. En tiempos de los misterios griegos y egipcios, se “sabía” que la inteligencia humana se encaminaba hacia el mal, y que cada vez sería más difícil reconocer el bien por medio de la simple inteligencia. ¿Esto qué significa? Que la humanidad se encuentra en una transición, porque cuando el hombre fuerza su inteligencia consigue vislumbrar el bien. Pero en los hechos que vemos a diario, incluso en el ámbito de las organizaciones, la inteligencia humana se viene inclinando cada vez más a pensar el mal y a implantarlo en la moralidad, así como en el conocimiento, engendrando el error.

Esta realidad, que la estamos percibiendo cada vez con mayor frecuencia, nos señala que la inteligencia inspira en el hombre actual tanto orgullo y arrogancia, con lo cual se va retroalimentando el desarrollo unilateral de la inteligencia ante la ausencia-vacío del yo espiritual, que también anida en nuestro interior.  Entonces, la supremacía del ego encuentra el terreno propicio para producir los conflictos “domésticos” al que nos autoexponemos –muchas veces hasta como actores principales– de la mano de su principal aliado: el egoísmo.

Si ustedes reflexionan sobre las múltiples crueldades que se dan en el mundo de hoy, salpicando la evolución de nuestra cultura –apenas comparables a la de los tiempos bárbaros– no dudarán en admitir el proceso de la decadencia  de la inteligencia.

Con claridad ya se dejan ver dos cosas importantes:

- Hombres muy inteligentes con una manifiesta propensión hacia el mal. Ello no está circunscripto a ningún nivel socioeconómico, profesional o laboral específico. Tampoco etario, como es el caso que está teniendo la expansión “global” del bullying en las escuelas; lo mismo ocurre con el mobbing, en las organizaciones.

- Muchas personas que reprimen inconscientemente el aspecto negativo de la inteligencia, pero no luchando contra ella sino dejándola “dormitar”. Lo vemos, por ejemplo, cuando la sociedad se muestra pasiva e indiferente ante cualquier tipo de desmán en perjuicio de sus prójimos; incluso lo escuchamos en expresiones tales como: mientras a mí no me pase, no es mi caso, etc.

Darme cuenta

Más allá de estar también uno involucrado en alguno de los dos procesos mencionados, es a partir de esta toma de consciencia en que podremos cambiar y mejorar.

Si lo llevamos al terreno práctico, pensando incluso en el Personal Branding, vamos a poder llegar a percibir que en cualquier organización civil, política, sindical o laboral, existe un “caldo de cultivo” para que broten los egos. Sin irnos tan lejos, en la formación del grupo al que aspiramos a integrar, deberemos llegar a transitar por varias etapas:

- La inicial, en donde impera el respeto y por lo general todo está bien visto.

- La turbulenta, cuando emergen los líderes –el formal y los informales– con sus respectivos “egos” puestos en acción.

- La normativa, en la que se fijan las reglas básicas que van a conformar la cultura de la organización.

- La puesta en acción, en donde cada uno sacará a relucir sus capacidades y habilidades en pos del resultado y compromiso asumidos.

Así como una excelente estrategia puede sucumbir debido a una mala ejecución, también puede perderse cuando los egos, las envidias y otros componentes “tóxicos” personales entran en acción. Contrariamente a lo que se piensa, el problema no está en el conflicto, sino en cómo cada uno gestiona sus emociones. Si bien el debate puede generar un avance, en el instante en que los egos toman partido, lo que de allí prospera es imposición y luego la presencia de los perdedores.

Lo que se debería evitar es la pérdida del equilibrio relacional, y desde la dirección de la organización crear las condiciones generales para evitarse la acumulación de poder. Caso contrario reinará el desconcierto, porque nadie sabe hacia dónde dirigirse para hacer una propuesta interesante. El resultado de ello seguro que ustedes se lo imaginan: mayor estrés, baja productividad, magros resultados y eventuales personas que terminarán siendo despedidas.

Entonces, si el líder aspira a prosperar necesariamente deberá apostar mucho más al debate, al consenso, al logro de acuerdos y a evitar la división. Por eso es parte formal del grupo, en donde sus integrantes ya tienen bastante con llevar adelante sus respectivos proyectos, que el tener que además soportar presiones “malsanas” de gente que, por su egoísmo y ridícula aspiración de poder, dejan de ser empáticos y honestos consigo mismo.

¡El portador de Tu Marca Personal necesita priorizar su inteligencia emocional y la empatía social, para evitar caer en el error, el orgullo y la arrogancia, pues con ellos jamás podrá llevar a buen puerto su misión y vocación de vida!

José Podestá

 

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