Cuando Pensamos lo Mismo

26 noviembre 2017 ·

Así como alguien puede tener un impulso “deliberado” a copiar-plagiar algo ya existente, también puede ocurrir que algún ser humano piense lícitamente y lleve a cabo una idea que ya fue implementada por otro. Mientras al primero le asiste el rigor de la justicia por haber procedido con dolo, el segundo es muy probable que deba fundamentar que lo suyo fue fruto de un pensar autónomo, que para nada estuvo basado en algo ya existente, por la sencilla razón de no haber tenido un conocimiento previo de ello.

En la vida corriente suele ser una práctica bastante frecuente que un competidor realice un “me too”, es decir,  lanzar o reformular productos y servicios que tienen un gran parecido con los ya existentes en el mercado, a pesar que ello va en contra de la lógica y del factor diferencial sustentado por el marketing. Ello es así en el mundo de las empresas, a raíz de la  sobreoferta existente y de la necesidad que tienen las organizaciones de generar rotación e ingresos cada vez más rápido. Sin embargo el resultado no siempre es el deseado, básicamente por dos motivos:

- El cliente o consumidor está hoy informado y no está dispuesto a ser engañado, salvo que la relación costo-beneficio de alguna propuesta le resulte de su interés.

- Por el reguardo legal y marcario que los damnificados activan de inmediato.

La gente no es tonta

Si bien sabemos que existen personas muy desubicadas y soberbias que subestiman a sus prójimos porque los consideran “inferiores y poco inteligentes”, en el hoy es algo que felizmente no se puede admitir ni justificar. ¿Por qué? Porque gracias a la fluidez y el acceso a las fuentes de información, el ciudadano detenta el poder que le brinda la información y lo hace valer en el proceso de su toma de decisión.

Dentro de las organizaciones suele ocurrir lo mismo, toda vez que intentan “uniformar” al personal o lo que es peor, “clonarlos” para evitar las asimetrías que les impacta en el costo laboral. Sin embargo, por lo mencionado precedentemente el empleado también detenta el poder al acceso a la información interna de la empresa, más la visibilidad derivada del comportamiento no ético de algunos de sus ejecutivos.

Finalmente, el riesgo también está latente en el posicionamiento del Personal Branding. No suelen ser pocos los que aspiran “mimetizarse” con la imagen de aquellos que consideran sus líderes o modelos referenciales, cuando en realidad de lo que se trata en Tu Marca Personal es de ser único, distinto y original. Justamente el desafío está aquí en saber “integrar” el nombre y apellido a la vocación –proyecto, trabajo o profesión– que se está llevando adelante y que en un futuro podrá llegar a constituirse en un legado para los prójimos.

Lo mismo, pero distinto

En la práctica, todos terminamos en nuestra actividad o profesión partiendo de un genérico –médico, psicólogo, supermercadista, editor, consultor, etc. Salvo que se trate de una creación original, personal, lo cierto es que nos involucramos en un proyecto sabiendo que ya existen “colegas” que han pensado hacer lo mismo. Sin embargo, por nuestra personalidad, vocación, actitud y talento, nos vamos a esmerar en hacerlo de un modo diferente porque para nada nos seduce restar en la vida, sino sumar.

Utilizando una expresión habitual del ámbito empresario, aspiramos de muy buena fe brindar un “valor agregado” en lo nuestro, ya sea en el estilo-forma de cómo lo llevamos a cabo, valorando la importancia, el servicio y el respeto que se merecen nuestros destinatarios, cuidando evitar perjuicios a terceros, etc. En la medida que lo tengamos asumido e integrado en el hacer diario, nuestra actividad-profesión tendrá para los demás un perfil distinto, a pesar que se trate del mismo genérico que otras personas también lo vienen llevando a la práctica.

Como podrán imaginarse, el Personal Branding en este caso adquiere otro matiz y dimensión. Como ya lo he mencionado en otras oportunidades, no se trata de estar pendiente de ello ni de “trabajar” para el Personal Branding. ¿Por qué? Porque ésta es básicamente la “percepción” –sobresaliente, regular o mala– que la gente se forma de uno mismo, a partir de nuestras obras.

De esta forma es como estamos haciendo honor o no al nombre y apellido que nos individualiza en la sociedad, pudiendo llegar a ser recordado y valorado en el futuro, siempre y cuando las nuevas generaciones “perciban” el valor y la trascendencia que tiene nuestro legado para ellos.

En la historia hay buenos ejemplos de personalidades que hicieron lo suyo con gran responsabilidad, pero sin embargo no llegaron a tener el reconocimiento esperado en vida. Sin embargo, con el pasar del tiempo “sus” obras o aportes llegaron a “trascender” y pasaron a ser de gran consideración. Alguno de ustedes podrá pensar que se trató de un Personal Branding “tardío”. Lo que ocurre, lo vuelvo a  repetir, es que uno no debe “trabajar” en pos de “su” Personal Branding –eso es más bien para los egocéntricos y mediáticos– sino de llevar a cabo “la” vocación que es funcional a “su” misión en la vida. Luego, serán los prójimos los que te “juzgarán” en vida y en la posteridad, por lo que has sido capaz de brindar a la sociedad.

¡El portador de Tu Marca Personal pone su inteligencia, trabajo y pasión al servicio de lo que sabe está llamado a ser y hacer en la vida, para beneficio de sus semejantes!

José Podestá

 

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