Un Robot Como CEO

06 enero 2018 ·

Ante el avance sostenido de la robótica y la inteligencia artificial, comienza a desdibujarse el umbral que distinguía a la ciencia ficción de la realidad. Asimismo, también es cierto que no necesariamente un nuevo paradigma deja por anulado al otro, sino que la resultante tiende a metamorfosearse en una nueva solución, al menos hasta que la realidad lo termine eventualmente superando.

Más allá de los intentos que se vienen haciendo para la gestación de un CEO “metálico”, no es algo que debiera preocuparle a los que hoy en día ejercen dicho puesto con plena humanidad.

Que en la actualidad el cargo de CEO este expuesto a un alto nivel de despido o rotación, no significa que pueda ser reemplazado necesariamente por un robot. El problema-desafío al que hoy está expuesto el CEO tiene más que ver con su incapacidad para anticipar el futuro de la organización, innovar creativamente frente a las crisis recurrentes y saber cómo motivar a su gente para que hagan realidad el proyecto en cuestión.

Cómo “ayuda” un robot

La aceleración del cambio, sumado al exceso y depuración de la información, a la toma de decisiones y el control del curso de acción, demandan el uso de tecnologías cada vez más sofisticadas. Para reducir el error a su mínima expresión –debido al costo que generan– bien vale entonces que no sólo el CEO, sino también los directores de áreas, dispongan de “máquinas” que aprendan por sí mismas y operen a una velocidad tal que el ser humano ya no está en condiciones de poder igualar.

Mediante el reconocimiento de voz e imágenes, estos “robots” pueden realizar los análisis más sofisticados, analizar una inversión, calcular probabilidades de éxito en escenarios alternativos, diseñar proyectos, evaluar resultados y hasta “atreverse” a sugerir recomendaciones.

Hoy también en factible que un robot “interprete” anímicamente a una persona, “hable” en un lenguaje coloquial y seductor, asumiendo de “rol” de un avatar con el cual se puede interactuar como si estuviera “vivo”. Decir que con ello peligra la estabilidad del CEO o también de cualquier dirigente político, deportivo, sindical,… es no saber distinguir entre la excelencia que nos puede brindar un robot como “herramienta-soporte”, con la experiencia, la intuición y el sentido común del ser humano.

Además, porque una máquina haya vencido a campeones de póker, go y ajedrez no significa que su “creador” –el ser humano– haya quedado rezagado o literalmente “acabado”. Por otra parte, el que inventa y desarrolla estos “productos” tratará por todos los medios de imponerlos en el mercado, por la sencilla razón de tratarse de “su” negocio.

Si dentro de un tiempo el directorio de una organización aprobara por mayoría “reemplazar” al CEO por un robot, seguramente que quedarán expuestos dentro y fuera de la compañía a serios problemas de relación y empatía con sus ejecutivos y el personal, justamente porque al momento de adoptar tal “magistral” decisión, estos directivos no tuvieron en cuenta las consecuencias negativas de tal decisión; la emoción superó a la razón.

Por supuesto que también habrá empresarios “entusiastas” que se mostrarán muy de acuerdo con el “reemplazo”, porque no deberán pagarle un sueldo ni tributar las cargas sociales. Pero cuando llegue el momento y la necesidad de que este CEO robot tenga que viajar al exterior, para llevar a cabo negociaciones complejas con inversores, clientes, funcionarios públicos o proveedores, y deba exponerse a situaciones complejas de relación e intercambio, seguramente que no podrá “cumplir” con lo esperado por las partes. Recién entonces “su” empresa –especialmente los directores que lo “eligieron”– se darán cuenta que una “herramienta” es en realidad sólo eso, es decir. ¡Una herramienta!

Entonces, en la medida que el ser humano no se deje “seducir” incondicionalmente por los “fierros inteligentes”, podrá ejercer el margen de maniobra que le dicte su ser interior, al que muy pocos tienen hoy en cuenta pero es el que, en definitiva, sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros.

¡El portador de Tu Marca Personal no necesita de “un doble”, porque sabe que su proyecto tiene que ver directamente con la gente, con sus prójimos!

José Podestá

 

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