Seguramente que la mayoría hemos escuchado en más de
una oportunidad la expresión arquetipo,
sin que por ello tengamos muy en claro a que refiere. Si nos guiamos por el
diccionario de la Real Academia Española/RAE, alude a toda “representación que se considera modelo de
cualquier manifestación de la realidad”.
Sin embargo, en esta oportunidad mi intención es ir
un poco más allá de lo aparente.
Lo
invisible en lo visible
Cuando uno agrega al concepto-nombre lo que vemos o escuchamos
–en nuestro caso, Personal Branding– en realidad deberíamos estar yendo más allá
de la experiencia de los sentidos, que sólo nos muestran la apariencia exterior
de las cosas. Sin embargo, no tomamos plena consciencia de ello a raíz del ritmo
o “vértigo” de la vida diaria a la que estamos expuestos.
Esa íntima relación del hombre con el entorno ha
sido objeto de análisis por diversos autores. Por ejemplo, en el caso del poeta
y científico alemán Goethe, le ocupó casi toda su vida como investigador.
Gracias a ello pudo, finalmente, penetrar con la conciencia en la esfera que
está más allá de la naturaleza visible. ¿De qué manera? Descubriendo la “planta arquetipo”, es decir, la realidad
espiritual existente detrás de todas las plantas y que, en última instancia,
son las imágenes visibles de ese arquetipo
las que terminan siendo percibidas por nuestros sentidos.
Quizás alguno de ustedes les llame la atención el
hecho que las plantas tengan “espíritu”. Efectivamente, no sólo las plantas:
las piedras, también. Pero este no es el tema al que me voy a referir.
Algo parecido existe en otro nivel. Como seres
humanos también tenemos un arquetipo
en común. El mismo está referido al ser espiritual superior que, de acuerdo a
las respectivas creencias, es el que se hace imagen arquetípica toda vez que
meditamos, comulgamos o nos concentramos en ella.
Cómo
actúa en el Personal Branding
Lo que habitualmente percibimos y nos impacta en el
portador de Tu Marca Personal, no tiene nada que ver con su “apariencia
visible”. La forma de cómo se viste, habla, lidera un equipo o goza de un
merecido reconocimiento profesional –tanto de sus pares como de la comunidad
académica– hace en realidad al “packaging”,
para utilizar una expresión técnica de marketing, es decir, a su “envoltura”
exterior. Si bien todo ello suma para el
desarrollo y el posicionamiento del Personal Branding, poco y nada nos dice del
ser “anímico-espiritual” que anida en él y por supuesto también en los prójimos
con los que se vincula, interactúa y convive a lo largo de su vida.
Entonces, así como existe la “planta arquetipo” ya mencionada, también está el Personal Branding arquetipo que se
proyecta y está “latente” en cada uno de nosotros.
El
rol de la vocación
Ya en otras oportunidades me he referido al concepto
de vocación, el que para nada tiene
que ver con la elección de aquel trabajo o profesión que uno considera por el
mero hecho de ser el de mejor retribución.
Entonces, la vocación
no se agota en la elección de un trabajo-carrera, sino que es la “resultante”
de lo que estoy llamado a ser, en función de mi misión en la vida. ¿Esto qué significa? Que no hemos venido a la
Tierra para hacer simplemente lo que a cada uno se le ocurre, sino para dar
respuesta a lo que nos “duele del mundo”, es decir, al llamado de aquella
actividad o profesión que el mundo nos hace e invita a trabajar, ésta nos vincula
también con nuestro destino.
En la medida que tomamos consciencia de ello, el
trabajo-profesión que expresa mi vocación,
pasará a ser un “ritual”. ¿En qué sentido? Por el hecho de constituirme en la
“llama” puesta al servicio del mundo, de mis prójimos, asumiendo el rol que
me corresponda, ya sea como artesano,
médico, piloto, ingeniero, agricultor, contador o gerente.
El estudio terciario, universitario o de posgrado
hace a nuestra “formación” y tiene un mayor valor esperado que su simple
enunciado en un CV. Quizás ustedes conozcan personas que se “ocupan” en
“coleccionar títulos” que nunca llevarán a la acción. Más aún, incluso ni les
interesa lo que han estudiado, pero lo hicieron porque “creen” que con ello han
de tener mejores oportunidades de ser tenidos en cuenta en una eventual
búsqueda laboral.
Lo mencionado, como podrán darse cuenta, es la
antítesis del Personal Branding arquetipo,
por más que a algunos les pueda llegar a dar un buen resultado en el corto
plazo.
El trabajo-profesión asumido como vocación –por lo que ello implica– le
demandará a la persona su “consagración” en la vida, es decir: ¡El bautismo de fuego! Por tanto, en la
medida que lo entendamos así, estaremos “trabajando” para este mundo y a favor
de los prójimos que necesitan y “valoran” de nuestra entrega. El resultado de
ello, lo invisible de nuestro
quehacer, es lo que hace al “arquetipo
individual” que, en definitiva, caracteriza al Personal Branding.
Así es como luego nos termina impactando en el
tiempo y en la historia lo realizado por aquellos seres humanos que han sido identificados,
post el bautismo de fuego, por la
“llama personal” que caracterizó el trabajo-vocación
realizado y que en definitiva ha sido en respuesta a su misión de vida.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe que
está motivado en hacer aquellas cosas que fundamentalmente respondan, a lo largo
de su vida, a los llamados del mundo en que le ha tocado vivir!
José
Podestá