Momento de Transición

22 julio 2018 ·

Hay personas que son creativas e innovadoras en la medida que se les permita trabajar de modo unipersonal. Otras, en cambio, se potencian cuando sienten que son parte de un equipo. Sin embargo, ambas tipologías tienen las mismas posibilidades de trascendencia con relación al Personal Branding. ¿Por qué? Porque el desarrollo del mismo dependerá de cómo hacen lo que hacen –en lo estructural– más allá del ámbito circunstancial en que se encuentren.


No somos iguales

Seguramente que ya han escuchado decir que “el ser humano es una entidad única e irrepetible”, aunque se trate de hermanos gemelos. También es muy probable que conozcan casos –o hayan tenido noticias de ello– que sostiene que una persona exitosa de tipología individualista tiende a fracasar cuando se la induce u obliga a trabajar en equipo; lo opuesto también se da. Es por ello que cuando esta situación tiene lugar en el ámbito de una organización, el área de personas debería tenerlo muy en claro, para evitar futuros conflictos y frustraciones entre las partes.

Desde ya que el contar con un perfil individualista no es excluyente, en absoluto, para desempeñarse en una compañía, dado que existen áreas que permiten e incluso “demandan” este tipo de perfil, como ser: auditoría, I&D, patentes y marcas, creatividad, medios, entre otros. Además, no necesariamente el individualista es por naturaleza una persona parca o antisocial, más allá de las consabidas excepciones producidas por algunas circunstancias psicológicas. 

Así como la tendencia del trabajo desde el hogar “obligó”, en cierta medida, a que las personas sean “disciplinadas” para poder llevarlo a cabo, lo mismo está ocurriendo con el aprendizaje y el estudio en la plataforma digital, cualesquiera sean los niveles –secundario, terciario, universitario y de posgrado. Por tanto, el problema para “funcionar” eficientemente en esta modalidad suele afectarle más al ser social que al individualista.

Este escenario se complica más a partir de la confluencia étnica en el ámbito de las organizaciones, debido a la creciente necesidad de tener que estar interactuando ante una realidad culturalmente heterogénea, más allá que el trabajo se realice de modo presencial u online, o a través de distintas subsidiarias. Esto nos obliga a ser cada vez más permeables y “dúctiles” en el trato, relación y asimilación de las culturas, como condición básica y necesaria para poder alcanzar los objetivos compartidos.

Lo mencionado también vale para las profesiones independientes. ¿Por qué? Porque cada vez más son menos “independientes” de lo imaginado, debido a que ha comenzado a tener lugar la necesidad de vincularse –personalmente o vía online– también con colegas, clientes o “pacientes” de otras geografías y culturas.

Todo esto que en la actualidad ya es parte de nuestro estilo de vida, trabajo y profesión, fue anticipado en 1968 por el filósofo canadiense Marshall McLuhan, al acuñar y aplicar la expresión de “Aldea Global” inicialmente al campo de los medios, con el posterior efecto que luego tuvo lugar con la globalización propiamente dicha. McLuhan sostuvo que “el medio es el mensaje”, sin saber que años más tarde el hombre también se constituyó en un “medio” que comunica y hace. 

El momento de transición que estamos transitando hoy, pareciera ser que tendrá una duración mayor a la prevista, debido al avance tecnológico e innovación permanentes. Todo ello hace que estemos trabajando e interactuando en un hábitat carente de fronteras, en la que todos somos parte activa de una geografía expansiva en donde el ser humano ha tomado su “posesión”.

Personal Branding ampliado

La expansión global y el protagonismo del ser humano permiten que el Personal Branding se constituya en un recurso clave para la identidad, trayectoria y reputación de las personas. Se trata de una oportunidad y desafío porque está dejando de estar meramente anclada en el área doméstica-residencial, para “ganar” también su “espacio” global.

Para ello, una vez más, el plan-proyecto laboral y profesional cobra una dimensión superlativa. Sin ello difícilmente se podrá lograr un desarrollo y posicionamiento armónicos del Personal Branding, además de ser vital para el “anclaje” de su portador en las diferentes comunidades globales en las que tiene previsto llevar a cabo su misión.   

Un director de orquesta, como por ejemplo Daniel Baremboim, ya sea en su rol como pianista o al frente de las orquestas Staatskapelle Berlin y West-Eastern Divan, realiza un trabajo de excelencia que bien le vale el reconocimiento y estima internacional. En la Orquesta del Diván no dudó reunir a jóvenes músicos talentosos de origen palestino, árabe e israelí, como ejemplo de contribución hacia la comunión y convivencia de credos, y de un modelo social alternativo en el que se unen la moral y la estrategia, la razón y la emoción; se trata de una lección que ni la política ni los políticos terminan de aprender de la música. Baremboim cuenta con un sitio en la Web en el que resume y potencia su Personal Branding, siguiendo una línea coherente y afín con su misión-destino, procedentes de una rigurosa honestidad intelectual.

Todo lo expresado también vale para las personas que en lo suyo llevan a cabo su desarrollo laboral y profesional en comunidades mucho más acotadas, pero no por ello carentes de gran significación, aunque su labor no llegue a trascender incluso las fronteras del país de residencia.
En ambos casos el logro termina siendo la expresión de la misión-destino individual, expresados a través de la vocación y la pasión que cada uno brinde en lo suyo, para beneficio de sus prójimos.

¡El portador de Tu Marca Personal sabe que su aporte y eventual dimensión para nada debe prescindir de los seres humanos, más allá de cuales fueren su etnia, cultura y credo!
José Podestá

 

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