Corrupción Latente

10 marzo 2019 ·

Seguramente que la gran mayoría de los seres humanos no han “decidido” venir a este mundo con la “misión” de delinquir ni tampoco de presionar a terceras personas para que sobrefacturen el costo del servicio contratado o de la mercadería adquirida por la organización en donde trabajan, con la finalidad de “compensar” así sus magros ingresos mensuales. Se trata por cierto de una actitud y conducta inaceptables, que está lamentablemente vigente desde hace mucho tiempo en la función pública, privada y en la actividad profesional; por ejemplo, toda vez que el médico “receta” determinados medicamentos del laboratorio “amigo” o emite órdenes de análisis o estudios diversos, para que la obra social facture de más, tal como si fueran el pan y las medialunas que se compran en una panadería.


Valores y algo más

Cuando uno contrata un servicio para el empleador y al momento de la emisión de la factura el proveedor pregunta: “¿cuánto debo recargar de más sobre el precio acordado?, nos encontramos ante un problema “cultural” que excede todo tipo de valor y ética. Sin embargo y más allá de la inmoralidad del acto, cuando este ilícito se investiga y luego surgen los responsables, nos cuesta muchas veces asimilar que en el ruedo figuran personas que nos parecían ser “honorables”, por lo menos hasta ese momento.

Si lo mencionado lo vinculamos o llevamos al terreno del Personal Branding, uno puede llegar aquí a tomar consciencia de hasta dónde se considera que una conducta de tales características es corrupta. ¿Por qué? Porque para muchas de estas personas, se trata de “algo” que es una “práctica más que habitual en la sociedad actual, motivo por el cual no “deberían” tener que preocuparse por su impacto en la imagen y reputación del “irresponsable”. A esta altura, la persona ya es plenamente consciente de lo que está haciendo, y si no puede ni llega a discernir o “sentir” lo improcedente de su conducta, difícilmente pueda llegar a “recuperarse” por sus propios medios.

Pero cuidado, porque en todo acto de corrupción siempre hay dos actores:

- El “proveedor”, que a esta altura considera que si no se aviene a sobrefacturar su propuesta, difícilmente lo volverán a convocar a futuro. Para los que se “resisten”, son los que luego ingresan en la terna de “honestos” o “tontos”.

- El que recibe la propuesta solicitada. Ello no significa que luego se quedará con la totalidad del “plus” facturado. A menudo lo viene haciendo también por “indicación” de algún directivo de la organización.

Como seguramente ustedes ya saben, esta “voracidad” por el dinero ajeno también puede y hasta ha llegado a ser parte de la política de estado en algunos países. ¿Cómo? A través de las “presiones” ejercidas por parte de algunos funcionarios estratégicos del gobierno de turno, pero también a partir del “ofrecimiento” realizado por el oferente, para poder eventualmente llegar a ganar la “licitación internacional”.

Mientras los débiles de principios morales nunca se van a resignar a llegar a perder ninguna oportunidad que les permita disponer de fondos “adicionales”, para una vida “digna” futura, también está la inmensa mayoría de seres humanos que para nada están predispuestos a disponer de lo ajeno. Además, son los que en algún momento de la vida les tocará aplicar justicia sobre aquellos que, por su codicia y “olvido”, perdieron el rumbo y sobre todo lo más importante: la misión que debían llevar a cabo, en beneficio de sus prójimos.

El “todos” lo hacen, no justifica

Los impulsos y las razones psicológicas que llevan a cometer todo tipo de ilícito y corrupción son, de por sí, complejas –sumado el grado de demostración y ostentación que posteriormente realizan algunas personas acerca de su buen nivel de vida– poco y nada ayudan a la expansión de “valores” con sentido dentro de la sociedad actual. A ello se le suma la exacerbada necesidad de la gente por todo lo material, como compensación natural de la  carencia o del vacío espiritual que anida en sus vidas; de allí la dificultad que luego tienen para “reencontrarse” consigo mismo y poder así hallar el “camino” del que no deberían haberse salido. ¿Por qué? Porque les cuesta el poder llegar a entender y aceptar que aunque la práctica corrupta este latente en el día-a-día, para nada se justifica. Más bien, son parte de una “legión” de seres “grises” que vienen malversando el sentido de la vida.

En la medida que los interesados en el Personal Branding sean conscientes del “poder y trascendencia” que tiene su nombre y apellido –como “marca” de su obrar en la vida– podrán estar en una mejor situación de autodefensa ante la corrupción latente. ¿Por qué? Porque al tener en claro la razón de ser de su misión y el sentido de la vocación elegida  para hacerla realidad, disponen de más y mejores “recursos” para la preservación de su integridad. Entonces, podrán llegar a darse cuenta lo que implica claudicar en “su” proyecto frente a la “tentación” del dinero fácil.

¡El portador de Tu Marca Personal quizás se encuentre muchas veces más expuesto y hasta “presionado” por la corrupción latente, pero también sabe que si opta por ello –por más garantías de “seguridad” que le prometan– no estará exento de exponerse a las consecuencias de una eventual y posterior “muerte civil”!
José Podestá

 

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