El marketer sabe muy bien que el valor de un buen packaging va más allá de la protección o conservación del producto: es un elemento clave de la cadena de valor publicitaria y comunicacional. Además, tiene el beneficio de poder constituirse en un vendedor silencioso eficaz –trabajando para la marca en la modalidad 24/7– siempre y cuando se encuentre correctamente exhibido.
Pero cuando uno pretende trasladar y replicar con similar intención esta práctica al terreno del Personal Branding, las consecuencias pueden llegar a ser inversamente proporcional al efecto buscado. ¿Por qué? Porque Tu Marca Personal poco y nada tiene que ver con la imagen personal –que desde ya es algo que no se debe descuidar– sino con la propuesta de valor que uno es capaz de brindar a partir del trabajo y desempeño individual.
Esto es fundamental tenerlo muy en cuenta, particularmente cuando uno ya asumió y tomó la decisión de querer salir del rebaño laboral o profesional en que se encuentra, o bien cuando se está en vísperas de emprender un nuevo plan de carrera.
Aquí la magia no existe. Pero sí un trabajo interior –reflexivo, serio y profundo– que permita dilucidar cuál es la propuesta de valor a partir de la cual se desea que el mercado –la oficina, emprendimiento o profesión– comience a percibir que la gestión laboral brindada es diferente y superior a lo hecho por otros compañeros, colegas o eventuales competidores. Entonces, recién a partir de ese momento Tu Marca Personal estará funcionando, dejando en el público de interés una huella o estela de reconocimiento y valoración por lo realizado.
Es por ello que el Personal Branding siempre debe comenzar por uno mismo: Pero de adentro hacia afuera y nunca al revés. La buena imagen derivada de Tu Marca Personal es uno de los factores clave del éxito, porque expresa el reconocimiento cosechado por el desempeño:
Pero cuando uno pretende trasladar y replicar con similar intención esta práctica al terreno del Personal Branding, las consecuencias pueden llegar a ser inversamente proporcional al efecto buscado. ¿Por qué? Porque Tu Marca Personal poco y nada tiene que ver con la imagen personal –que desde ya es algo que no se debe descuidar– sino con la propuesta de valor que uno es capaz de brindar a partir del trabajo y desempeño individual.
Esto es fundamental tenerlo muy en cuenta, particularmente cuando uno ya asumió y tomó la decisión de querer salir del rebaño laboral o profesional en que se encuentra, o bien cuando se está en vísperas de emprender un nuevo plan de carrera.
Aquí la magia no existe. Pero sí un trabajo interior –reflexivo, serio y profundo– que permita dilucidar cuál es la propuesta de valor a partir de la cual se desea que el mercado –la oficina, emprendimiento o profesión– comience a percibir que la gestión laboral brindada es diferente y superior a lo hecho por otros compañeros, colegas o eventuales competidores. Entonces, recién a partir de ese momento Tu Marca Personal estará funcionando, dejando en el público de interés una huella o estela de reconocimiento y valoración por lo realizado.
Es por ello que el Personal Branding siempre debe comenzar por uno mismo: Pero de adentro hacia afuera y nunca al revés. La buena imagen derivada de Tu Marca Personal es uno de los factores clave del éxito, porque expresa el reconocimiento cosechado por el desempeño:
¡Es el fundamento por el cual otros te han de elegir!
En consecuencia, la presencia + imagen + identidad personal –el packaging– recién se convierte en un aliado de Tu Marca Personal cuando uno haya logrado la visibilidad de reconocimiento por el trabajo y desempeño peculiar. Si bien la tentación por el camino inverso es muy alta, sobretodo para quiénes pretenden saltear o ignorar las reglas básicas del Personal Branding, no tengas dudas que el resultado de ello siempre conduce al mismo suceso: es la antesala de un fracaso ejemplar.
José Podestá