No me he de referir a la rotación del
empleado-ejecutivo dentro de la organización, sino al cambio frecuente que
asume el empleado en su búsqueda de realización personal.
En ese sentido, uno de los problemas más frecuentes
que enfrentan las organizaciones es la rotación continua. Si bien en el ayer se
consideraba que el postulante con alta rotación en empresas era digno de
sospecha, por la sencilla razón que no era una práctica bien vista, en la
actualidad si el postulante carece de experiencia en diferentes culturas y
mercados, puede verse postergado o reemplazado por otro que sí la tiene.
El
contrasentido manifiesto
Vemos, entonces, que la organización se disgusta
cuando el personal de calidad decide partir hacia nuevos proyectos, pero le importa
muchísimo que los puestos clave los ocupen personas con formación y experiencia
“global.” Es decir, no le gusta perder para nada a los mejores –a pesar de sus
políticas de retención– pero están muy abiertos a capitalizar o “seducir” a
determinadas personas que hoy se encuentran llevando a cabo una carrera exitosa
en otra organización.
Este tipo de comportamiento no es nuevo. Desde
Cristo en adelante está asumido que el ser humano es un signo de contradicción. ¿Por qué? Porque, por naturaleza, somos un
misterio más allá de nuestra envestidura de individuo.
El
cambio necesario
Si bien no todos logran entenderlo, lo único que no cambia es el cambio,
porque en los tiempos que corren es continuo y acelerado. En consecuencia, la
persona que en su carrera laboral y profesional se va formando sobre esta
plataforma, estará apostando a no descapitalizarse en lo suyo.
Quienes han tenido conciencia de ello, básicamente
terminan capitalizando dos beneficios de valor:
a. Son seres competitivos y referentes en lo suyo.
b. Ejercen poder de atracción y respeto en sus
ámbitos de relaciones.
El portador de Tu Marca Personal quizás es el que
mejor entienda esta realidad. Por tratarse de un emprendedor autónomo, aunque
se desempeñe en relación de dependencia, sabe que el conocimiento –tanto
teórico como de gestión– es su capital de trabajo, motivo por el cual lo va
consolidando sobre la cresta del cambio.
Si bien hay dos actitudes para vincularse con el
cambio –la reactiva y la proactiva– la segunda es la que hoy más importa. De
ello se habla bastante en las organizaciones, aunque muchas veces vemos cómo
algunas líderes se ven sorprendidas por la mencionada velocidad del cambio, y
terminan adaptándose reactivamente.
La actitud proactiva, frente al cambio tiene dos
manifestaciones básicas:
a. La de anticipación.
Si bien es la más valorada por las organizaciones,
sus beneficios no dejan de estar condicionados por la forma en que los otros la
terminan adoptando, rápidamente.
b. La de creación.
Es la óptima, porque ya sea por innovación o
patentes de invención, su portador se asegura de poder navegar por más tiempo en un océano
azul, es decir, libre de las amenazas y la rápida erosión de la
rentabilidad.
Cómo
se logra
Entonces, aquellos que están auto-entrenados por
haber transitado por múltiples proyectos y organizaciones, cuentan con el mejor
know-how y expertise para la creación de los cambios necesarios en los tiempos
actuales.
Si hoy están desempeñándose en una empresa, de nada
vale intentar retenerlos, porque sería como pretender convencer al pájaro que
no vuele; y si lo ponemos en una jaula –como la retención– estaríamos atentando contra el impulso de calidad,
innovación y de excelencia que se pretendía capitalizar con esa persona:
Literalmente, lo estaríamos “castrando,” aunque algunos luego decidan optar por
el bonus o algún otro “espejito de
color”.
Sin embargo, que no les quede duda alguna: Si han
logrado la retención, generaron dos
pérdidas.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe, muy
bien, que lo suyo es la creación continua, por ser el titular de Yo S.A.!
José
Podestá