Uniformidad Letal

28 agosto 2016 ·

En el mundo de las organizaciones e instituciones no siempre se aceptó la diversidad en el pensar y el hacer del empleado. Si bien hoy es un requisito prácticamente excluyente, durante décadas el área de recursos humanos se “ocupó” por erradicar a todas aquellas personas que no “aceptaban” ser parte de la legión de iguales en sus respectivos sectores, incluido los directivos de primer nivel.

Adiós al paradigma de la uniformidad

En más de una oportunidad he escuchado en las búsquedas de alto nivel ejecutivo que el postulante debía ser una persona muy predispuesta a la no confrontación de opiniones e ideas con sus superiores. Como en los tiempos pasados las organizaciones no estaban expuestas a los cambios imprevistos y a las crisis recurrentes propias de la actualidad, la “docilidad” de los empleados no modificaba el clima laboral u organizacional.

Esta forma de pensar y de actuar fue creando una tipología de empleado que, con el tiempo, desembocaría en una consecuencia no deseada: el empleado promedio, rebaño o “clon”, es decir, ubicado dentro de una media uniforme que respondía a la consigna de obediencia para hacer lo que el “jefe” establecía. Hasta era frecuente escuchar la sentencia “aquí el único que piensa soy yo”, toda vez que un empleado pretendía sugerir de muy buena fe alguna propuesta de mejora.

Las organizaciones también se beneficiaban con ello por tener bajo control el costo laboral. ¿En qué sentido? En la medida que en cada una de las descripciones de tareas había  “empleados-promedios”, el salario-sueldo también corría con la misma suerte. Así, las empresas se evitaban incluso de tener eventuales conflictos salariales entre pares.

Quien hoy lee o escucha algo así es muy probable que le cueste comprender tal despropósito, básicamente por dos razones:

- La uniformidad es contraria a la dignidad de la persona, desde el momento que cada uno de nosotros en un individuo que tiene una misión y un proyecto de vida a realizar.

- La sumisión nada tiene que ver con la creatividad, la innovación y el valor agregado que cada persona debe incorporar en su trabajo o profesión.

Sin embargo, tengamos en cuenta que la uniformidad no es exclusiva del ámbito de las compañías. Hoy también se da en la formación universitaria; prueba de ello es la similitud de las nuevas carreras, asignaturas y programas que muestran contenidos muy parecidos, tanto a nivel de grado como de posgrado. En tal sentido, los invito a que realicen sus propias pesquisas y saquen sus conclusiones.

El sentido del Personal Branding

Cualquiera sea la profesión que se tenga en cuenta –abogacía, psicología, administración, medicina, etc.– no es fácil encontrar entre los profesionales significativas diferencias entre sí. El motivo de ello guarda bastante relación con la mencionada uniformidad en la enseñanza y estudios. De allí que algunos de estos profesionales terminen luego “optando” por otro tipo de actividad, ante el limitado campo de desarrollo profesional existente; también es cierto que en ello suele incidir que la profesión elegida poco y nada tenía que ver con la vocación y su sentido vinculante con la misión de la persona.

Pretender que el Personal Branding brinde una solución a tal problema o posterior frustración no deja de ser una utopía o ilusión, a pesar que algunos “expertos” en el tema prometan lo contrario. ¿Por qué? Por algunas razones, como ser:

- El Personal Branding no resuelve la incorrecta elección de una carrera laboral o profesional, ni mucho menos la uniformidad consentida.

- Sí aporta mucho para el mediano y el largo plazo, en la medida que el plan de carrera o el proyecto de vida de la persona funcione adecuadamente, es decir, que esté vinculado a la ya mencionada misión y vocación.

- Sólo brindará trascendencia en el tiempo por el sentido e importancia que tienen los “otros”, es decir, los prójimos. Así como una celebridad puede disfrutar de su Personal Branding en la medida y el tiempo en que sus “fans” así lo establezcan, aquella persona que llevó a cabo su proyecto de vida con vocación y sentido social, lo irá capitalizando favorablemente a lo largo de su vida.

¡El portador de Tu Marca Personal es un ser que se opone a cualquier intento de uniformidad, porque sabe que su misión es un reto y un compromiso puestos al servicio de sus semejantes!

José Podestá

Comprometerse con el Trabajo

21 agosto 2016 ·

El compromiso en los empleados y profesionales vincula con el estado emocional y racional que los motiva a dar lo mejor de sí en la tarea, oficio o profesión elegida. Sin embargo, el Estudio Global de Compromiso Aon Hewitt 2016 realizado en 164 países, resalta que sólo casi la mitad de las personas saben qué es y qué implica el compromiso.

En qué consiste

El compromiso de las personas se manifiesta en tres aspectos:

- El hablar favorablemente de la organización o de la profesión que se ejerce y desarrolla.

- La intención de permanecer en la actividad, porque hace al plan de carrera laboral-profesional.

- Contribuir desde esa tarea-actividad en la mejora continua, sabiendo que lo suyo no sólo responde a su vocación, sino que tiene por destinatario a sus prójimos.

Cuál es y debiera ser la motivación

Por el alto condicionamiento cultural y de exposición a los designios del “mundo exterior”, el ser humano “cree” que la remuneración-honorarios y el reconocimiento-prestigio social hacen al compromiso que finalmente uno debería asumir o demostrarlo. Por tanto, en la medida que el salario o los ingresos no guarden relación con la motivación así entendida, para qué uno debería “entregarse” y “comprometerse” en algo que para nada cubre con las expectativas personales.

Como podemos ver, en esta forma de pensar está implícita la actitud condicionante del compromiso a la variable ingresos. Así, lo material se antepone al sentido que para cada persona tiene su proyecto o plan de vida; poner el dinero y el poder como aspiración central, sin privilegiar a los “otros”.

Pero afortunadamente no todos piensan así. De allí que existan seres humanos que, movidos por la necesidad y las carencias de sus semejantes, trabajan para su reinserción y desarrollo en la sociedad, con una total entrega y compromiso.

Quizás la mayoría de ustedes tiene presente la imagen antigua del buzo que con una vestimenta apropiada, pero muy pesada, descendía a las profundidades del mar asistido desde la cubierta de la embarcación para que el suministro de oxígeno al que se encontraba conectado, fluyera sin problemas. Esta imagen la podemos también convertir en una metáfora, para representar a aquellas personas que van por la vida con una mochila muy pesada en sus espaldas, conteniendo en ella todas sus conquistas materiales a punto tal que les imposibilita poder moverse con rapidez y libertad, tal como le ocurre al mencionado buzo.

En la medida que el hombre pretenda sumar y rodearse de aquellos elementos que “cree” le será útil para un mañana sin contratiempos, es muy probable que con ello se esté desviando del motivo y razón de su misión y vocación en esta vida. Así como hemos venido sin dinero a la Tierra, también nos iremos de la misma manera. Creer que el dinero es la principal razón y reaseguro para llevar una vida “digna”, es una trampa existencial. ¿Por qué? Porque la estamos viciando de egocentrismo.

Así como el centro de una organización, sociedad o nación son las personas-ciudadanos, en el eje central de nuestra existencia están los “otros”, es decir, nuestros prójimos. Para ellos es que uno lleva adelante el trabajo o profesión elegida, a tono con la vocación. Luego, la organización o las instituciones proceden a retribuir con dinero por la calidad del aporte personal y del valor agregado que, en función del compromiso y motivación, cada uno haya puesto en lo suyo.

Entonces, en la medida que el compromiso se concentre en hacer muy bien la tarea, al tiempo que no se pierda el norte o sentido que ello tiene para sus destinatarios –sean clientes, consumidores, pacientes, personas en situación de calle, etc.– no sólo se estará obrando responsablemente, sino también que nos estaremos “enriqueciéndonos” mutuamente: tanto el realizador de la tarea como el destinatario y razón de ser de dicha entrega.

Si bien estamos aludiendo al compromiso a nivel de las personas, cuando éstas se agrupan detrás de un proyecto común o trabajan para su empleador, en la medida que la sumatoria de todas estas voluntades hacen lo que hacen en función de sus destinatarios, estarán creando una “riqueza” superlativa que va más allá del dinero o retribución personal recibida. ¿Por qué? Porque no sólo es económica, sino también social.

¡El portador de Tu Marca Personal podrá ser tanto una persona que persigue egocéntricamente la fama, el poder y el dinero en el corto plazo, como aquél que trabaja en función de su misión-convicción y vocación de vida! Como resultado de ambos enfoques, la trascendencia y valoración de sus respectivos nombres y apellidos sólo perdurarán y serán dignos de consideración, por el sentido que hayan asumido en su compromiso laboral y social.

José Podestá

Mundo VICA

14 agosto 2016 ·

La globalización y la aceleración del cambio han generado la presencia, en el contexto en que nos toca vivir, de cuatro variables que tienen que ver con lo “volátil,” lo “incierto”, lo “complejo” y lo “ambiguo”; es lo que se conoce por sus siglas como VICA.

No es mejor ni peor, sino distinto

Mientras en el ayer la vida, el trabajo y el desarrollo de las personas era bastante previsible frente a las oportunidades existentes, para nada guardan relación en el hoy. El motivo de ello es que nos encontramos ahora en un proceso de evolución e innovación continuo, debido al cambio y el avance prácticamente exponencial de la tecnología aplicada en múltiples órdenes de la vida.

Contrariamente a lo que se piensa, las nuevas generaciones tienen por delante un gran desafío y oportunidad. Esto significa que a las vocaciones tradicionales se les han sumado otras que pasarán a ser centrales en los próximos años. De allí que el cambio y la ampliación de enfoque son necesarios y fundamentales para ser tenidos en cuenta, porque ya están aquí, es decir, en la realidad concreta que anida fuera de nosotros.

Así como en el siglo pasado las personas canalizaban su vocación a partir de aquella actividad o profesión que les daba sentido a su misión en la vida, lo mismo vale para las nuevas generaciones y para todos aquellos que sienten que deberán “reposicionarse” en lo que venían haciendo y brindando a sus prójimos.

Nuestro “interior” como punto de partida

Ya en otras columnas hemos alertado y fundamentado que no podemos condicionar nuestro destino personal para que los “otros” decidan por uno. Si bien hay individuos que conscientes o no de ello se prestan a tal tipo de manipulación, es algo que no debemos hacer ni permitir. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que somos seres humanos y no “objetos-cosa” al servicio y conveniencia de aquellos que aspiran influenciar, condicionar o torcer el motivo-razón por el cual hemos decidido venir a la vida. También es cierto que hubo y habrá situaciones extremas que obligan a uno hacer lo que no se desea –muy propio de los regímenes políticos extremistas, como así también de algunas organizaciones autocráticas. Es aquí cuando el ser humano deberá extremar sus esfuerzos para evitarlo y denunciarlo ante los organismos correspondientes; si bien muchas veces ello no es fácil ni tampoco posible en el corto plazo, no por ello uno debe resignarse ante tal adversidad.

Así como en el “mundo exterior” se dan las oportunidades y los condicionamientos que luego podrán terminar impactando en las personas, no debemos olvidar que en lo más profundo de nuestro “mundo interior” está el ADN que contiene a la misión, es decir, a la razón-motivo de nuestras respectivas existencias. De allí también emergen nuestras habilidades o talentos que luego canalizaremos a través de la vocación.

En consecuencia, se trata de una tarea básica, necesaria y fundamental para el devenir de cada persona. Seguramente que ustedes conocen casos de individuos que, desde pequeños, han anticipado a sus padres lo que aspiraban llegar a desarrollar en la vida como vocación, por estar la misma a tono con su misión. Sin embargo, existe una alta proporción de seres humanos que no lo tienen en claro ni tampoco saben cómo llevar a cabo tal “descubrimiento”. Para estos casos hay guías terapéuticos que pueden asistir a esas personas a tomar conocimiento de ello y obrar en consecuencia.

En cuanto al Personal Branding, el punto de partida también remite a la misión y vocación del individuo. Caso contrario, no sería posible que éste pueda llegar a posicionarse y desarrollarse, satisfactoriamente, en el ámbito de la actividad o profesión elegida. Con ello queremos desmitificar la creencia propiciada por algunos “expertos” que impulsan el Personal Branding como la mejor salida y recurso, en los tiempos que corren, para “conseguir rápidamente un trabajo” o constituirse de la noche a la mañana en la “celebridad” del momento.

Entonces, en el presente mundo VICA es fundamental estar bien “parados” como personas, a partir de la biografía, las habilidades-talentos y la razón-motivo de la existencia. De esta manera, los así posicionados contarán con los medios necesarios para llegar a hacer aquello que los acerca y vincula con su respectiva misión.

¡El portador de Tu Marca Personal sabe que para mantener el norte de su vocación, deberá ir equilibrando y ponderando el mundo VICA con el ADN de su impulso interior!

José Podestá

Movete Rápido, Rompé Cosas, Hacé Lío

07 agosto 2016 ·

En un contexto que se caracteriza por la sobreoferta de productos y servicios con escasa diferenciación, sumada a la presencia de personas formadas a través de programas de enseñanza prácticamente similares, hace que sea cada vez más difícil poder llamar la atención. Parecería que los principios básicos del marketing ya no se tienen en cuenta o no “funcionan” tan bien como antes.

La trampa del “me too

Si bien estamos expuestos ante un escenario de tales características, en proporción son muy pocos –tanto a nivel organizacional como de personas– los que se ocupan por contar con un posicionamiento “estructuralmente” diferencial. En esta realidad influyen dos variables básicas:

- El cambio acelerado que irrumpe y se instala, cotidianamente, en el conjunto de la sociedad.

- La dependiente actitud de las organizaciones y de las personas a todo lo que emana y condiciona desde el mundo exterior, además de la globalización.

Entonces, si a un determinado producto o servicio le va muy bien, sería de tontos no “copiarlo” –léase hacer “me too”– en todo lo que se pueda para acoplarse como un eslabón más a la “locomotora” exitosa que marca esa tendencia en el mercado. Asimismo, si el mercado demanda programadores, especialistas en tecnología, abogados o economistas, por qué no estudiar aquello que tenga “asegurada” una salida laboral-profesional en los próximos años.

Los lectores frecuentes de estas columnas saben del error “estratégico” que cometen aquellas organizaciones y personas que, por no partir de las cosas básicas, mínimas y necesarias que demanda el tener en claro la misión y la visión de un negocio, como así también la misión y la vocación de la persona, terminan luego malogrando lo que quizás era una buena oportunidad, en un nuevo fracaso o frustración.

El querer parecerse a un suceso reconocido y aceptado no deja de ser una copia. Recordemos lo que nos pasaba en la escuela o en la universidad cuando uno se copiaba para aprobar una asignatura. No sólo se corría el riesgo al fracaso sino que, como un ser “irresponsable”, uno terminaba malgastando el tiempo y la oportunidad que representaba esa instancia única en nuestras vidas.

Lo mismo le vale a la gran mayoría de las empresas líderes-globales que, urgidas por tener que “mostrar” crecimiento y ganancias continuas, incurren por ejemplo en el cortoplacismo del “me too” o en la apropiación indebida de patentes, quedando así expuestas a juicios internaciones por plagio o litigios similares; seguramente que ustedes tienen información y conocimiento de estas compañías. Si recordamos que una organización es, ante todo, el conjunto de personas que la integran, ello hablaría en estos casos de la no práctica de los principios fundacionales, de los valores y de la cultura.

La otra trampa

No hay duda alguna que hoy el mundo, los países, las sociedades, las organizaciones y las personas enfrentan crisis de todo tipo. Más allá de la responsabilidad que les incumbe a los líderes, que lamentablemente son escasos, no dejan de ser escuchadas, recomendadas y valoradas –yo diría fuera de contexto– las proposiciones que hacen al título de esta columna.

Si bien en muy cierto que frente a una crisis valen las afirmaciones como las de “movete rápido”, “rompé las cosas” o “hacé lío” –por supuesto en el buen sentido de su expresión– todo ello terminaría jugando en contra cuando se lo asume como una “verdad revelada” en lugar de antes tener bien en claro el qué y el para qué de ello.

Para evitar estar o seguir caminando sobre la “grieta” surgida de la realidad, es necesario que el ser humano decida hacer lo que debe hacer una vez que haya logrado discernir su misión y la vocación, es decir, lo que está dispuesto llevar acabo o ejercer por el sentido que tiene en su vida.

Con ello no sólo estará dando respuesta al contenido de su misión, sino también para el legado que “siente” deberá brindar a sus prójimos –se trate de la empresa en donde está llevando a cabo su proyecto laboral o bien como profesional independiente. Caso contrario, el “moverse”, romper” o “hacer” terminarán sumándose al folklore del me too ya existente.

¡El portador de Tu Marca Personal se preparó para estar correctamente posicionado en lo suyo, siempre y cuando no haya claudicado ante los “espejitos de colores” que emanan de las comercializadas promesas e ilusiones del contexto actual!

José Podestá

 

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