Las necesidades y costumbres de cada época fueron
determinando la prioridad de estudiar, además de la posterior graduación
universitaria de grado y posgrado, como requisitos básicos para el acceso del reconocimiento
y ascenso en la escala social. Así ha venido ocurriendo hasta el presente,
prácticamente sin mayores cuestionamientos.
Sin embargo, la universidad en general y el
contenido de las asignaturas en particular, han quedado bastantes rezagados de
la realidad, a raíz de la aceleración del cambio, la innovación disruptiva y
las prioridades del contexto. De allí que el egresado que aspira ingresar en
una organización líder, hoy tiene serios problemas de adaptación y
“aplicabilidad” de sus conocimientos en el área deseada, porque los mismos se
encuentran “obsoletos”. Ello produjo que la relación automática que
tradicionalmente existía entre universidad y trabajo se ha roto.
¿Vale
la pena estudiar?
Por supuesto que sí, porque el estudio es vital y
clave, más allá del diploma obtenido. ¿Ello que significa? Sumar conocimientos
de manera continua y en modo “autónomo”, para estar no sólo al tanto de la
realidad, sino también para poder sumar valor
al momento de proponer o fundamentar una decisión en la organización o en la
profesión. Pero cuidado, porque no se trata de “sumar” diplomas en cursos de
“actualización”, sino de saber demostrar idoneidad, solvencia y “expertise” en la forma de aplicar las
ideas, la creatividad e innovación en el quehacer diario.
Seguramente que muchos de ustedes conocen muy bien
las razones por las cuales cada vez más personajes líderes, en especialidades
diversas, no necesitaron graduarse en la universidad. Los ejemplos de Bill
Gates, Steve Jobs, James Cameron, Mark Zuckerberg, Tom Hanks, Harrison Ford,
Tiger Woods, etc., son meramente referenciales de lo mencionado. ¿Pero qué pasó
en estos casos? Simplemente, haberse “dado cuenta” que por allí no pasaba la vocación de aquello por el cual sentían
“pasión”; tampoco era una “interface” para la misión que estaban convencidos debían concretar en sus vidas.
Error
frecuente
La especialización perseguida en la universidad
llegará a “tener sentido” recién cuando resulte ser funcional con la vocación. Aquellos que estudian
determinada especialidad, ya sea porque está de “moda” o bien porque consideran
que es la que les permitirá “ganar” mayor dinero, tal vez “lleguen” por ello a
ser millonarios algún día, pero seguramente que no plenamente felices por no
haber cumplido con el mandato de su misión
en esta vida; posiblemente ustedes conocen a personas en tal situación.
El ejemplo de los líderes mencionados anteriormente
es una prueba de ello. No fueron médicos ni abogados en la vida real –sólo para
nombrar dos de las profesiones clásicas de mayor difusión universal. En cambio,
han sido y son destacados en lo suyo por la tenacidad y la automotivación
puestos al servicio de lo que ellos consideraron es su misión.
Por otra parte, no debemos olvidar que la gran
mayoría de las personas que se deciden por el estudio universitario, no siempre
suelen tener muy en claro el por qué
y el para qué de ello. Si bien las
universidades han extendido la oferta con nuevas carreras o “productos” –tal
como ocurre habitualmente en los mercados de consumo– no significa que uno
termine “optando” por aquella que “creo” es la que más me va a “gustar”, o
porque “le veo” potencial para una buena “salida laboral”. Cuando alguien
decide así, está demostrando que su vocación
es la gran ausente en su vida, más allá de los sinsabores o frustraciones que
irá cosechando sobre la marcha.
De allí que en materia de Personal Branding se haya
establecido, desde el inicio de su proceso, partir de los dos condicionantes
básicos de nuestra existencia:
- El quién soy;
hace a nuestra identidad.
- La misión;
hace al camino y el sentido de nuestra existencia.
Esto vale para todas las personas. Tanto para aquel
que “siente” que lo suyo es ser un jardinero, como para el que aspira
desarrollarse en la física cuántica; sólo para ejemplificarlo con dos
situaciones aparentemente extremas.
Si bien cada actividad y especialización demanda
preparación e idoneidad, no necesariamente por ello se necesitará recurrir a la
oferta universitaria. También con disciplina, método y constancia, uno puede
lograr su “propia formación” a partir de las plataformas que se van sumando en
el entorno digital.
En consecuencia, la
cosa no pasa por tener “suerte”; en realidad uno deberá “trabajar” para
tener suerte. Entonces, nada mejor y seguro es descubrirlo y hacerlo a
partir del impulso que parte desde “tu” interior.
¡El portador de Tu Marca Personal no está
pendiente por saber si lleva adelante un proyecto escalable o no en su vida,
sino en qué medida se encuentra con ello en el camino correcto, para brindar lo
mejor hacia los demás: sus prójimos!
José
Podestá