La aceleración
del cambio de la que tanto se habla, no está exenta de resguardos y
advertencias. De allí que cuando nos proponemos sumar conocimientos, sea el
joven en una carrera de grado o el adulto en un posgrado, no estamos siendo
correspondidos por la institución-universidad con la solución académica
adecuada. ¿Por qué? Para ello conviene recordar que la misión de la educación, desde que los antiguos la articularon con
el nombre de paideia, era, es y
probablemente seguirá siendo la preparación de los recién llegados para vivir
en la sociedad que les ha tocado.
Pero la vida del “ahora” a la que está expuesto el
consumidor ávido de experiencias nuevas –también el estudiante, cualquiera sea
su edad– la razón de “apresurarse” en sus cosas no tiene que ver con el impulso por adquirir y sedimentar conocimientos,
sino por descartar, sustituir y “pintar-copiar”.
Diluvio
de información
El factor tiranía
del momento que trabaja al unísono es el “diluvio de información”. Esto
debería alertar al decano de la universidad para que disponga de un plan de
asignaturas actualizado –lo ideal sería anticipatorio– en lugar de la oferta
obsoleta que poco motiva y forma al estudiante, porque al momento de egresar se
encuentra que no está en “sintonía” con lo que tiene que aplicar en su trabajo
o profesión. Sin embargo, la realidad es otra para la oferta universitaria,
porque frente a la competencia reinante se tiende a priorizar, como objetivo,
el “atraer clientes” –léase estudiantes– poniendo los esfuerzos en el
reconocimiento de la marca-universidad, el beneficio de proximidad y el
posicionamiento destacado en el ranking anual competitivo, tanto local como
regional.
Así, la tiranía
del momento termina involucrando también a las personas. Porque el mundo
externo espera que la universidad prepare al estudiante para la vida, en lugar
de terminar “eyectándolo” de conocimientos desprovistos de sentido.
Lo que ocurre aquí es que la universidad, que se
supone sigue una lógica de pensamiento deliberado, creatividad pausada y
existencia equilibrada, hoy en día se ve obligada –tal como ocurre con los
productos de consumo– a transformarse en una organización que “debe” reaccionar
rápidamente a las fluctuaciones del mercado, como así también a los cambios en
la opinión pública y el entorno. De allí que no debiera sorprendernos la
presencia del “profesor empresario”, como reflejo lógico y natural del estado
actual de la universidad.
Todo esto sirve, entonces, como un “alerta” para que
los interesados en el Personal Branding lo asuman y tengan en cuenta. Porque:
- El conocimiento académico y el de aplicación
laboral-profesional se encuentran desfasados de la realidad demandante.
- Como habitantes de la modernidad líquida hemos devenido en un “erudito nómada o
itinerante” que necesita de la autoformación y del aprendizaje continuo, especialmente
a la hora de cambiar de trabajo o de buscar nuevas tareas.
- El plan de carrera laboral y profesional necesita
incorporar, en la “mochila”, las herramientas personales que cada uno considere
fundamentales para el logro de su misión
en la vida.
- En el hoy el desarrollo de la profesión está en la
diferenciación, en la especialidad. Entonces, para llegar a ser reconocido y
valorado como tal, se necesitará disponer tanto del conocimiento actualizado
como de la habilidad en la gestión. Ello hace a la necesidad de la evolución,
la que no debiera quedar meramente “anclada” en lo personal, sino también con
la mirada y la contribución puesta al servicio de la transformación del mundo.
Al respecto, tengamos en cuenta que lo que más sobra en la actualidad es el
egoísmo, el individualismo.
- El ser humano es consciente sólo de algunos
efectos que su trabajo y profesión tienen sobre su propia alma, pero nada sabe
acerca de todo el entrelazado y la razón de ser de su actividad en el mundo, y
de lo que luego allí acontece.
- Si bien sólo algunos seres humanos fueron
“llamados” para realizar algo trascendental para la humanidad –vemos al
respecto cómo se desprenden del resto en lo que hacen y cómo lo hacen– ello no
nos excluye ni invalida, en absoluto, para llevar a cabo nuestra respectiva misión.
- No deberíamos preocuparnos si el mundo nos exige,
cada vez más, que seamos referentes de la vocación
que llevamos a cabo, por más específica que ésta sea. Nos ha tocado nacer y
vivir en un país y zona determinada, porque se espera que desde allí seamos
protagonistas del destino y de las circunstancias derivadas del entorno y de
nuestros prójimos.
- Es bueno que sepamos que hace escasamente cien
años atrás, los seres humanos estaban mucho más inmersos en su profesión con
respecto a lo que es hoy en día; sabemos de ello porque llegamos a percibirlo
en nuestros abuelos o bien porque algún familiar nos lo contó. En la actualidad,
por el contrario, predominan en algunos el desgano porque sienten no tener otra
cosa que “su” profesión. Pero cuidado, porque los maestros, escritores,
sacerdotes e incluso los orientadores vocacionales que nos hablan sobre el
tipo, carácter y elección de una profesión, son los que menos perciben la
problemática que ofrece la vida para la profesión en los tiempos que corren.
- La aceleración
del cambio, sumada a la tiranía del
momento, nos crea la “ilusión” que el mundo puede, gracias al desarrollo
unilateral, alcanzar el progreso y el bienestar por sí solo. De la misma manera
como las profesiones “mecanizan” al ser humano hoy en día, éste necesita en la
misma intensidad del polo complementario que llene su ser interior con aquello
que lo acerque a la interioridad de sus prójimos, independientemente de cual
haya sido su especialización.
- Darnos cuenta de ello nos permitirá que a partir
de la profesión y “mecanización”, seamos nuevamente creativos para trabajar
compensatoriamente desde impulsos totalmente
distintos a lo conocido, lo que redundará en una mayor cercanía e involucramiento
con nuestros prójimos. Así estaríamos produciendo un quiebre al impulso que lamentablemente todos
tenemos en común, desde nuestra profesión y especialización, por “querer” ganar
lo máximo posible, sin percibir que ello es lo que a todos luego nos termina
igualando.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe que si
bien la profesión y especialización es lo que nos pide el desarrollo objetivo
del mundo, los lleva a cabo con plena consciencia, porque con ello está
contribuyendo no sólo al desarrollo de la totalidad, sino también con la
evolución de la humanidad!
José
Podestá