Identidad y Reputación Personal

31 diciembre 2017 ·

Suele admitirse que en vísperas de un nuevo hito en la biografía personal –incluso en vísperas de un nuevo año calendario– uno se encuentre más “motivado” por llevar adelante un nuevo proyecto. Sin embargo, también es una muy buena oportunidad para revisar la “imagen personal”, ponerla a punto y en consonancia con aquello nuevo que aspiramos llevar a cabo. Ambos temas necesitan de la misma atención para que vayan retroalimentándose, mutuamente, de un modo mancomunado.

Sobre el particular me voy a concentrar, en esta oportunidad, en las sugerencias que nos brinda uno de los fundadores de LinkedIn –Reid Hoffman– por tratarse de la red social más específica y recomendable para todos aquellos que desean alcanzar “visibilidad” en el ámbito profesional y de servicios. Además, porque brinda un buen potencial para todos aquellos que aspiran al desarrollo de su Personal Branding.

Los consejos de Hoffman

1. Identificar a tres personas que trabajan por objetivos similares a los tuyos y considerarlos como puntos de referencia. ¿Qué los hace diferentes? ¿Cómo llegaron a dónde están? Seguirlos en sus redes sociales, en su evolución profesional y aprender de sus trayectorias.

2. Revisar la agenda y las herramientas digitales para hacerse una idea de cómo uno ha pasado los últimos cuatros sábados ¿Qué se hace cuando no se tiene nada urgente que hacer? La forma en que se utiliza el tiempo libre puede revelar los auténticos intereses. Compáralos con las aspiraciones que se dicen tener.

3. Pensar en qué es lo que aportas de valioso en tu trabajo. Si dejaras de ir a la oficina, ¿qué dejaría de hacerse? ¿Cómo es un día sin uno en la vida de la empresa? Ahí se puede encontrar lo que realmente se aporta. Pensar en lo que la gente halaga de uno: podrían ser tus puntos fuertes.

4. Inteligencia en red; reunirse con tres personas de confianza y preguntarles cuáles son para ellos sus puntos fuertes. Luego, si alguien tuviera que pedirles ayuda o consejo en algo, ¿en qué sería?

5. Plan de readaptación; hacer una lista de las principales incertidumbres, dudas y preguntas sobre tu carrera en el momento presente. Arreglar un encuentro con alguien que haya trabajado en el mismo nicho profesional y que haya cambiado a un nuevo plan de carrera. ¿Cómo realizó el cambio? ¿Por qué? ¿Fue un movimiento acertado?

6. Establecer una identidad independiente del empleador, ciudad o sector. Reservar un dominio personal [nombre.com]

7. Contactar con cinco personas que trabajen en nichos adyacentes e invitarlos a tomar un café. Comparar sus planes con los propios. Conservar estas relaciones en el tiempo para poder acceder a diversas fuentes de información y encontrar una mejor posición para cambiar a algunos de esos nichos, de ser necesario.

8. Analizar la agenda de los últimos seis meses e identificar a las cinco personas con las que hayas pasado más tiempo. ¿Te encuentras satisfecho con la influencia que esas cinco personas tienen sobre ti? Presentar a dos personas que conozcas y que no se conozcan entre ellas. Asegurarse de que el contacto sea útil para ambos.

9. Imaginar que te despiden del trabajo. ¿Quiénes son las diez personas a las que les pedirías consejo sobre qué hacer a continuación? Acudir a ellos ahora, cuando no se necesita nada en particular.

10. Planificar un evento donde los amigos traigan a algunos de sus amigos, e invitarlos a tu red extendida.

Como han podido observar, en este enunciado se insiste con frecuencia en recurrir a terceras personas a las que uno considere que son un factor clave para el desarrollo personal. De la relación que has de ser capaz de sostener a través del tiempo, podrás sumar también “tips” que te permitan ir modelando tu respectiva identidad y reputación personal. Aquí lo importante es no olvidar que de ello depende cómo los “demás” nos ven y valoran, tanto en lo individual como en lo profesional.

¡El portador de Tu Marca Personal podrá ser autodidacta y autónomo en lo suyo, pero al mismo tiempo se mantiene muy atento para que las obras y servicios tengan “sentido” para sus prójimos, incluso para los que están establecidos más allá de las fronteras geográficas!

José Podestá

El Primer Trabajo, La Vocación

24 diciembre 2017 ·

Por lo general la vocación se la relaciona con el proceso de indagación profunda al que recurre toda persona, en algún momento de la vida, para poder determinar el mejor curso de acción. Por tanto, tiene que ver con sus intereses y habilidades, y el motivo-razón de su misión. Recién cuando uno tenga en claro el porqué de su razón de ser en la Tierra, podrá plasmar su vocación a través de:

- El trabajo u oficio al que se siente llamado; emprendedor, cocinero, carpintero, agricultor,… 

- Los estudios terciarios o universitarios que le permita adquirir los conocimientos para el posterior ejercicio de la profesión.

Aunque a veces pueda pasar desapercibido, el tema de la habilidad es muy importante. ¿En qué sentido? Si a uno le encanta algún deporte o un instrumento musical, pero no tiene las destrezas para ello, evidentemente no podrá realizarse en la práctica, con lo cual llegado el momento podrá sentirse muy frustrado por ello. Sin embargo y si conserva tal “pasión”, seguramente que podrá llegar a destacarse eventualmente como comentarista deportivo, crítico musical o lutier. Esto ya nos dice algo muy interesante: que la vocación no siempre puede estar centrada en lo específico, sino también en lo complementario y vinculante. Y para saberlo, reitero, se necesita indagar nuestro ser interior.

Ahora bien, en la presente sociedad competitiva y de consumo se tiende a creer que para progresar es clave realizar un estudio universitario, luego una maestría, para finalmente culminar en el doctorado. Otra postura la avala diciendo que, además, en una “garantía” para acceder a los mejores puestos e ingresos salariales; un13% busca una carrera que le asegure un buen porvenir económico. Sin embargo la realidad no siempre lo torna viable  sino que, incluso, lo señala como algo que está “reservado” sólo para los “más capaces”. ¿Por qué? Porque siempre las posibilidades son limitadas.

El desafío parte del ser

El despertar de la vocación en muy personal; radica en el espíritu, se relaciona esencialmente con la esfera de los valores y por ello es también una categoría moral. Tiene que ver con el destino individual; de allí que toda vocación exige una sana, fecunda e ineludible desigualdad humana. Así como hay niños que desde pequeños les dicen a sus padres lo que quieren ser el día de mañana, también hay personas de la tercera edad que recién en ese estadio de su vida “descubren” cuál era su vocación, y se ponen a trabajar en ella con entusiasmo y pasión.

En la parte central de estos ejemplos se encuentra la gran mayoría. Y por cierto a muchos no les resulta nada fácil. Por lo general no hemos sido debidamente preparados para ello. De allí que no se tenga en claro para qué uno ha venido a la vida, es decir, cuál es mi misión y el sentido de la misma. Otros, quizás más proactivos, acuden en algún momento a los test orientativos –sean de tipo presencial o de “rápida” resolución online– pensando que con ello se les aclarará el panorama. Pero cuando uno observa las estadísticas, éstas terminan confirmando que más de la mitad que “eligió” seguir tal carrera la abandona en el primer año; un tercio de ellos deja la universidad definitivamente Y lo que es peor, casi el 80% de las personas no conocen “su” vocación. Tengamos aquí en cuenta que habiendo promediado los diez y ocho años de edad es cuando se vislumbra la vocación profesional.

Lo llamativo de esta realidad es que el problema mencionado no es nuevo. Se viene dando a través del tiempo, sin que padres ni pedagogos se ocupen demasiado de ello. Por tanto, en la medida que no se tome plena conciencia y se esté plenamente persuadido que el primer trabajo “serio” en la vida tiene que ver con definir “mi” vocación, no se debería comenzar ningún estudio antes de ello. De esta forma, no alimentaríamos a las estadísticas de turno.

Quizás algunos de ustedes puede haber escuchado o bien conoce personas que les han dicho que “lo que hago o estudié nunca me gustó, pero es lo que me permitió ganar buen dinero, viajar y darme los gustos en vida”. Esto para nada es un buen ejemplo a “imitar”, porque de lo que se trata es justamente de “hacer” lo que uno se propuso “antes” de nacer. Y para ello el “sinceramiento” interior es factor clave.

Lo mencionado nos ratifica que resulta bien difícil encontrar la propia trayectoria personal.

La “tentación” exterior

Si bien es común ver que los colegios y las universidades cuentan con programas de orientación vocacional, ello no es necesariamente la mejor solución, pero sí una ayuda “preliminar” para la reflexión interior, profunda, que cada uno deberá posteriormente hacer. Tengamos aquí siempre en cuenta de quién está partiendo el “servicio”. Por supuesto que para la universidad –que suele contar hoy con una gran sobreoferta de cursos de todo tipo– es una manera de poder ir “orientando” a sus futuros “clientes” hacia la grilla de “sus” respectivas especializaciones. Pero esto no suele necesariamente estar en “sintonía” con la misión y la vocación de los alumnos.

De lo que se trata es de observar “cuidadosamente” todas estas soluciones “externas y de paso”, para luego poder tomar literalmente  “al toro por las astas”, es decir, llegar a determinar si lo que me “promete” el mundo tiene algo que ver con lo que estoy llamado a ser en la vida.

Una vez que el primer trabajo esté resuelto, recién podré pensar en el sentido que para mí ha de tener el futuro posicionamiento y desarrollo del Personal Branding, por el hecho de ya haber comenzado a transitar el camino que sé es el que “estaba” reservado para mí.

¡El portador de Tu Marca Personal no necesariamente es un universitario o académico, sino aquél que lleva adelante lo que siente que está llamado a ser, irradiando pasión y entusiasmo en lo que sabe que debe ofrendar!

José Podestá

Estimulante Diversidad

17 diciembre 2017 ·

Que el ser humano es un individuo –etimológicamente significa “in-dividido”– único e irrepetible, es un dato de la realidad. Que los políticos y las organizaciones se “esmeraron” por asimilarlo bajo los conceptos de “masa”, de “iguales” o de “clon”, también lo fue y lo es, pero felizmente no por mucho tiempo más.

El ser diferentes, enriquece

La relación del poder hegemónico y vertical del ayer se ha venido “licuando” gracias al acceso democrático que las personas han tenido de la información. La Internet lo hizo posible y el posterior desarrollo de las redes sociales lo está consolidando.

Ambas plataformas son un buen ejemplo del valor agregado que uno puede llegar a capitalizar, a partir de la inteligencia aplicada a la innovación y al desarrollo tecnológico. Lamentablemente debemos también decir lo mismo cuando esa “inteligencia” se aplica, maléficamente, para generar el terrorismo y la destrucción.

En el hoy conviven en la sociedad quienes son los hijos sin fisuras de la digitalización, que arribaron a un mundo con turbulencias económicas y sociales, y que quizás como consecuencia de ello combinan una actitud de libertad y empoderamiento, con un fuerte sentido de la responsabilidad. Me estoy refiriendo a la Generación Z –los nacidos a partir de 1995– denominada también como los centennials.

Si a ello le sumamos a sus antecesores –la Generación Y o millennials– el 88% vive en los mercados emergentes, el 90% emplea un smartphone y para 2025 controlarán casi el 50% de los fondos del planeta, más allá de representar hoy alrededor del 30% de la población mundial.

Independientemente del sesgo tecnológico que los involucra a ambos, de la atracción y dependencia “excesiva” que les produce el smartphone y de “jactarse” muchos de ellos de emplear hasta cinco pantallas a la vez, lo cierto es que individualmente están asumiendo un comportamiento que los caracteriza, como tendencia, a estar predispuestos para “hacer cosas”; crear en lugar de copiar. Esta actitud no deja de reflejar un importante valor aspiracional de diferenciación que, en la medida de persistir en el intento, terminará produciendo un mayor bienestar en la sociedad.

Trabajo y Marca

Los centennials tienen una preocupación mayor por lo laboral y una actitud realista, motivo por el cual les importa mucho no dejar pasar las oportunidades; saben que nacieron a la sombra de la crisis económica. Sin embargo, son más proclives de “resignar” su vocación –al menos por un tiempo– para dar lugar al pragmatismo.

Esta “necesidad” de aspirar a la realización personal e independencia económica, los predispone a poner en claro su proyecto laboral y profesional, sabiendo que no necesariamente éste lo será “de por vida”. En ello radica “su” originalidad, es decir, salir a la búsqueda de lo desconocido en lugar de “esperar” utópicamente que algo venga a su encuentro.

Pero para nada significa hacer cualquier cosa, sino concentrarse en aquello en donde puedan visualizar su propio crecimiento y desarrollo, donde puedan compartir valores y propósitos de la organización, donde puedan aprender en colaboración con otros y donde tengan un rol protagónico.

La diversidad también está presente en la actitud de mostrarse autodidactas, leales y propensos a apostar por una seguridad económica. Estas fueron las carencias iniciales de sus antecesores, la Generación Y, especialmente en lo referente al cuestionamiento a la autoridad y a su disposición precaria de permanencia en la organización.

Todo ello terminará luego teniendo su réplica en el desarrollo del Personal Branding. Aquí los centennials corren con la ventaja del poder que les brinda el conocimiento tecnológico como fortaleza para cambiar las cosas, para llevar adelante sus proyectos y para emprender.

Gracias a la dualidad contrastante entre los millennials y los centennials, el escenario futuro se verá enriquecido por la competitividad resultante y en definitiva, por la genuina creación de riqueza que luego sean capaces de ofrendar tanto en lo social como en lo ambiental.

¡El portador de Tu Marca Personal irá construyendo su singularidad a partir de la creatividad que sea capaz de imprimir a sus cosas, para luego ofrendarlas en obras o servicios a sus semejantes!

José Podestá

Cintura Ágil

10 diciembre 2017 ·

En la modernidad líquida todo fluye de manera tal que nos resulta cada vez más complicado “anclar” una idea o un proyecto. De allí que estemos inexorablemente expuestos u obligados a permanecer “despiertos”, para no dejar pasar aquellas oportunidades que puedan resultar ser clave y vital en el proyecto de carrera laboral y profesional.

Esta actitud proactiva pone lamentablemente en riesgo tanto el nivel competitivo aspiracional como la salud personal. Pero como es lo que se da, muchos terminan adoptándola como un “deber ser”, para luego dejarse “arrastrar” por las mismas circunstancias.

Emotivo versus real

Si bien la realidad está fuera de nosotros, son nuestros sentidos los que captan los sucesos. Pero éstos son mucho más “aparentes” que reales. ¿Por qué? Porque en definitiva es el ser humano el que le suma a los mismos todas aquellas connotaciones y valores que les dictan la emoción y la razón. De esta forma y en función de la impronta interior, actuamos en función de aquello que hemos creído ver e interpretar del mundo exterior, pero que no necesariamente coincide con lo visto o percibido por los demás.

Entonces, para que el cambio permanente no haga estragos en nosotros, debemos “templar” nuestro cuerpo anímico para no acelerarnos ni desgastarnos con el devenir de las cosas. Además, en ningún lado está escrito que uno deba estar “conectado” las veinticuatro horas por si el “otro” nos necesita, ni tener que estar transitando por la vida con la cabeza inclinada hacia el “tótem multimedia” que se nos adhirió en la mano, para distraernos de lo importante y esclavizarnos mediante una catarata sucesiva de vanidades.

El mundo no necesita nada de ello para su evolución, pero sí de nuestras obras. Es lo que la cultura y la historia han venido señalando a las nuevas generaciones.

La época importa

Este sí que es un dato bien concreto y real. Nos ha tocado estar en la presente época, que poco importa si es mejor o peor a la de nuestros antepasados. Así como ellos ya hicieron lo suyo –en función de los impulsos oportunamente vigentes– ahora nos toca a nosotros el tener que llevar a cabo la propia misión, a través de la vocación que cada uno sabe es la que mejor se alinea con “tu” proyecto laboral y profesional.

El pensar la vocación es posiblemente el acto más importante que debemos determinar, previo a lo que aspiramos hacer. Sin embargo, suele ser el que menos atención se le termina prestando. Supone el poder llegar a discernir, en función de los avances tecnológicos y de las múltiples disciplinas propias de la época, aquella que uno considere es la que siente que debe llevar a la acción.

No significa, necesariamente, que se tenga que “optar” por una determinada carrera universitaria –a pesar de la presión del contexto o de la familia– cuando lo que realmente uno aspira y siente es, por ejemplo, llevar adelante un oficio en particular. Al respecto, esta es una de las “novedades” del hoy: la vuelta o el retorno de los oficios para todos aquellos que aspiran ser dueños de su tiempo y de sus proyectos.

Otra demanda de la época tiene que ver con la actualización permanente. La innovación y  la evolución continua de las actividades han acelerado también la obsolescencia en el saber y en el hacer. La plataforma de Internet ha pasado a ser un soporte de consulta “amigable”, un potencial prestador de soluciones de valor y un eventual facilitador para la formación y participación en grupos heterogéneos de afinidad.

La razón del conocimiento actualizado también tiene que ver con la incorporación de las nuevas herramientas afines al proyecto laboral y profesional. En el ayer el cliente de una empresa o el paciente de un profesional eran “dependientes” de los arbitrios que, muchas veces, se les imponía. En la actualidad ya no es así, porque tanto el cliente como el paciente disponen de información o bien saben cómo acceder a la misma, para evaluar y decidir acerca de la mejor solución o para sus necesidades, sea en forma directa o consensuada.

En definitiva, la época actual ha puesto a las personas en acción. ¿Esto qué significa? No quedarse “estancado” en lo suyo, aunque uno trabaje en relación de dependencia. Por tanto, hay que ser ágil de cintura para saber o poder moverse con mayor solvencia, sentido y eficacia.

El presente ha generado también el advenimiento y desarrollo del Personal Branding, como un soporte estratégico de valor agregado y de diferenciación al que muchos recurren, para no quedar expuestos ni insertos dentro de una comunidad laboral o profesional de iguales, y por el sentido y proyección de las obras que viene llevando a cabo.

¡El portador de Tu Marca Personal sabe cómo moverse ágilmente en lo suyo, cuidando la calidad y el sentido que tiene su obrar, tanto para sus prójimos como para la sociedad!

José Podestá

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03 diciembre 2017 ·

Suele ocurrir y con una mayor frecuencia a lo imaginado, que un suceso imprevisto obligue a uno tener que dejar de lado el proyecto de desarrollo laboral y profesional, por un tiempo determinado. Los motivos pueden ser múltiples –enfermedad, despido laboral, traslado a otro país,...– motivo por el cual los dejo librados al pensar de cada uno de ustedes.

Estas señales, que pueden repetirse en más de una oportunidad, son más propias del destino personal de cada uno. De allí que encierran un misterio y un mensaje que, por lo general, ni se nos ocurre considerar ni mucho menos aceptar. En cambio los asociamos, habitualmente, con los sucesos de “mala suerte”.

Más de uno termina así desmotivándose y hasta deprimiéndose por lo sucedido. Otros, en cambio, lo “viven” como una oportunidad, ya sea para ajustar todo aquello que consideran es lo mejor que deberían hacer, o bien como un “desafío” que la vida les presenta para “probarse” en sus convicciones y vocación.

Nada está perdido

El tener que afrontar cualquier tipo de circunstancias no significa necesariamente llegar a perder la cosecha interior, por más doloroso que sea lo que nos está sucediendo en el mundo exterior. Tampoco supone el “bajar los brazos”, aunque sepamos de casos que así lo hicieron, y que más tarde terminaron lamentándose por ello.

La vida, mal que nos pese, es una “carrera de obstáculos” y es parte de los desafíos que fueron “puestos” para “ayudarnos” en nuestro desarrollo como individuos. De ello tampoco están a salvo los que se interesan por el Personal Branding, por ser éste funcional a los resultados de las cosas que hacemos y cómo las hacemos.

Entonces, el volver a comenzar forma parte del desarrollo personal. Podrá ser un antes o un después del plan que se está llevando a cabo, no necesariamente para ser vivenciado como un “castigo de los dioses”, sino como un signo oportuno de mejora y superación.

Así como un inventor vive probándose a sí mismo, avanzando tenazmente hasta alcanzar su objetivo –quizás se trate de un buen ejemplo de “re-iniciador serial”– cada uno de nosotros no debería abandonar “su” proyecto, sobre todo cuando el mismo es funcional a la vocación y misión en la vida.

En consecuencia, nada estará perdido en la medida que uno decida ser consecuente con aquello que siente que vale la pena hacer.

Seguir adelante

Si todo lo tuviéramos bajo control y el riesgo reducido a su mínima expresión, seguramente que no estaríamos lo suficientemente motivados para llevar a cabo las cosas. Por más desagradable que nos resulte el tener que “competir” –por lo que ello implica en sí mismo–  bien vale el esfuerzo, la sagacidad y el amor propio que en tales circunstancias ponemos en acción, para “emular” a todos aquellos que aspiran a neutralizarnos en el logro de nuestros objetivos.

Sin embargo, debemos estar preparados al imprevisto en cuestión y preguntarnos acerca del por qué y el para qué del mismo. Así como actuamos proactivamente toda vez que retiramos las piedras que nos impiden avanzar en nuestro camino, no debemos olvidar que existen fuerzas o impulsos externos que no siempre vamos a poder evitar.

Estos imprevistos no tienen en sí mismo la “intencionalidad” del perjuicio, sino que están obrando de acuerdo a las leyes universales y a la época en que nos toca vivir. Si bien la historia reúne los ejemplos más dramáticos que nos podamos imaginar, el ser humano viene demostrando su “don” para emerger de todo ello y volver a comenzar.

La enseñanza que nos legó al respecto el psiquiatra austríaco Viktor Frankl, es bien contundente. Entre los años 1942 y 1945 supo “sobrevivir” a varios campos de concentración durante la 2ª Guerra Mundial. Y como “vivenció” que siempre es posible volver a comenzar, plasmó y nos ofrendó “su” legado en la obra El Hombre en Busca de Sentido; allí descubriremos que siempre hay razones muy válidas para retomar el camino del que, “inexplicablemente”, hemos sido apartados de un modo imprevisto y doloroso.

¡El portador de Tu Marca Personal no se abandona frente a los imprevistos y las eventuales “amenazas” que puedan salir a su encuentro en la vida, porque gracias a la “misión” sabe que sus obras tienen un sentido y una razón de ser!

José Podestá

 

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