Para aquellos que se preparan o han establecido en
su visión de mediano plazo ocupar un
cargo ejecutivo, hay algo que es bueno que conozcan: se avecina un futuro de alta paga, combinada con muchas horas de
trabajo.
Suben
las horas
Hace un par de décadas atrás se había procedido a
reducir la jornada de cuarenta horas laborales, a raíz del impacto cíclico de
las recesiones. Sin embargo, desde la década de 1970 se están incrementando las
horas trabajadas, por distintos motivos, especialmente entre los ejecutivos de
salarios elevados y alta calificación.
Si bien la tecnología podría llegar de contribuir en
el logro de un equilibrio razonable entre el ocio recreativo-social y el
trabajo, poco y nada ayuda. Al contrario, la nueva “cultura tech” nos ha llevado a estar disponibles
en el formato 24/7, es decir, en todo momento. Un ejemplo muy lamentable de
esta realidad es la expresión “resignada” del vicepresidente del banco de
inversión Goldman Sachs, de los Estados Unidos, que dice: “No hay límites, no hay descanso”.
Rentabilidad
manifiesta
La gran mayoría de las personas que están decididas
por llevar a cabo su plan de carrera laboral-profesional, lo hacen con miras de
ser parte de una saludable y renombrada compañía.
Dejando de lado las razones o motivaciones que
llevan a estas personas a focalizarse en ello, del lado de las empresas hay
otras “urgencias” que van más allá de tener que disponer de un plantel cada vez
más competente. Entre ellas está la más básica y “letal”: ¡Las ganancias!
Si bien las empresas que cotizan en la Bolsa de
Valores cuentan con planes de negocios que son conducentes al logro de un
objetivo de rentabilidad funcional al crecimiento y sustentabilidad, frecuentemente
están también bajo la presión muchas veces extorsiva de los inversionistas. Es
decir que el mundo de las finanzas, lejos de proveer el “oxígeno” necesario
para la marcha de una compañía, se ha
trasformado en los últimos años literalmente en un “cáncer”. ¿Por qué? Porque
siempre “van por más” en materia de resultados en los balances presentados, a
tal punto que si sus “expectativas” –devenidas en extrema usura– no están
satisfechas, pueden hacer caer el valor de las acciones de la compañía, sin
importarles si ello puede llevarla a la quiebra en un futuro mediato.
Es bien conocido, en tal sentido, el caso de
prestigiosas corporaciones en los Estados Unidos que han estado a un paso de
desaparecer, a raíz de la brutal presión de los inversores. Entonces, para evitar
tal “lapidación”, las empresas necesitan “maximizar las ganancias”. ¿Cómo?
Básicamente a través de dos caminos simultáneos:
-Aumentando los precios, con las consecuencias que
ello luego tiene frente a la competencia.
-Reduciendo costos e incrementando la productividad,
en forma conjunta.
Para que ello sea viable necesitan,
indefectiblemente, redoblar el trabajo diario no sólo del staff ejecutivo, sino
de todos los empleados. Literalmente ello implica que cada empleado dedique más
de cuarenta horas semanales; llegado el caso y aunque parezca increíble, lograr
que el empleado de salario elevado trabaje ochenta
horas por semana: ¡Sí, el doble!
Entonces, para los que están interesados en posicionar
su Personal Branding en una gran compañía, no deberán olvidar que si bien por
el trabajo especializado que van a realizar han de recibir un buen salario,
éste representa en sí mismo el soborno
que la empresa utiliza para mantenerlos diariamente motivados y concentrados
en “su trabajo”.
Consecuencias
personales
Por más entusiasmo que uno sienta por el desafío de
pertenecer a una buena empresa, y más allá de las racionalizaciones acerca de
“qué buena está la paga”, al poco tiempo el cuerpo humano comienza a expresar el
impacto y a pasar la factura en
términos de: alteración del sueño, mayor estrés, menor felicidad, peor salud y
mayores posibilidades de sufrir lesiones y accidentes. Recién en ese momento, quizás
le venga a la memoria el sabio refrán
que dice: “No todo lo que reluce es oro”.
¡El portador de Tu Marca Personal debió
llevar a cabo un proceso de descubrimiento interior, un darse cuenta de su
vocación y el sentido que ello tiene en su vida, justamente para no terminar
siendo un zombi o un “muerto que camina” por la gracia de un salario que, al
final, tampoco podrá disfrutar!
José
Podestá