Así como de una misma marca comercial pueden
desprenderse distintos productos o servicios, cada uno de ellos con sus
respectivas características y prestaciones, lo mismo puede llegar a suceder con
el ser humano. En el caso de las personas, lo estoy refiriendo como una
eventualidad, porque no son mayoría los individuos que desarrollan múltiples
actividades o más de una profesión en forma simultánea.
En el caso de la compañía cuya identidad corporativa
y comercial está bajo el amparo de una sola marca –tal el caso de Samsung,
Nike, Pepsi– saben perfectamente del riesgo estratégico al que se exponen. Del
ser humano no podemos decirlo de un modo contundente, porque no todos están
pendientes de ello. No obstante, en ambos casos son portadores de la identidad
que los acompañará a través del tiempo.
El
porqué de dos profesiones
A lo largo de la historia e incluso en la
actualidad, una persona puede perfectamente llevar a cabo más de una profesión.
Como ejemplo me referiré a un caso muy distante en el tiempo, pero no por ello
menos interesante: Jakob Böhme [1575-1624] quien fuera un importante místico y
teósofo luterano alemán, que también trabajó como zapatero. Lo he elegido
justamente porque coinciden en él dos profesiones que, en sí mismas, están en
sus respectivas antípodas.
Lo primero que aquí uno se pregunta es cómo pueden
convivir ambos trabajos. ¿Por qué? Porque uno de ellos –hacer y arreglar
zapatos– es prácticamente de resolución práctica, cotidiana, mientras que lo
filosófico-espiritual nos remite a un impulso que, seguramente, ya estaba
“anclado” en el ADN de su yo espiritual.
Esto nos lleva entonces a pensar que en la vocación del ser humano pueden convivir
“impulsos” que se constituyen tanto en una respuesta-profesión funcional a la
época en que nos toca vivir –por ejemplo, ser “gerente de Internet de las
Cosas”– y además llevar a cabo “otra” profesión vinculada, por ejemplo, con el
quehacer humanitario.
Sin embargo y quizás por desconocimiento del
orientador vocacional, éste por lo general suele ocuparse por facilitar
elementos para que su “cliente” pueda llegar a decidir o eventualmente “optar”,
por aquella actividad-profesión que sienta es con la que más se identifica,
además de las eventuales buenas perspectivas que pudiera tener para una pronta
salida laboral. Por tanto, este tipo de orientación remite a una solución
práctica para el “cliente”, pero no por ello signifique que necesariamente tenga
una relación-vínculo con la razón-motivo de la misión a la cual está llamado o por la cual vino al plantea Tierra.
Por supuesto que uno no puede obviar la necesidad de
trabajar no solamente para poder vivir, sino también para poder brindar un
sustento responsable a su familia. Esta prioridad es, justamente, la que
mayoritariamente todos tenemos en cuenta –como Jakob Böhme la tuvo en su rol de
zapatero. Pero también existe la “otra” profesión o trabajo que hace a nuestra misión y que muchas veces, por su
desconocimiento, muchos no logran o llegan a ponerla en práctica; seguramente
que les quedará como una asignatura pendiente para un futuro mediato.
La
profesión única, también vale
Pero también son muchos los seres humanos que,
incluso desde pequeños, tienen muy en claro cuál es su misión en la vida y por ello se muestran muy expectantes en poderla
llevar a cabo. De esta forma logran asignar toda su energía en aquello que
sienten es su razón y destino existencial.
Al emanar este impulso desde la interioridad de la
persona e independientemente de no “vivenciarlo” como un punto de partida –como
era el caso del “gerente de Internet de las Cosas”– estas personas lo logran conformar
en la práctica como “la” vocación que
sustenta el trabajo-profesión a llevarse a cabo. ¿Esto qué significa? Que con
la profesión y su práctica van no sólo creando todo aquello que los alegra y
gratifica, sino también aquello que se desarrolla sin que la persona tenga una
injerencia en ello, es decir, los valores presentes y futuros que por su
desempeño han comenzado a “germinar” en la sociedad.
Así, sin darnos cuenta, el ser humano común realiza
el trabajo más insignificante de su profesión, pero también aquello que
pareciera la cúspide o culminación de un trabajo. Por su forma, compromiso y
dedicación, irá proyectando a través del tiempo su identidad personal en la
aceptación, la valoración y el reconocimiento de sus semejantes, mientras su
Personal Branding permanece amalgamado en las “obras” de su misión.
Si bien la culminación de un trabajo es un final,
los trabajos “insignificantes” son siempre un comienzo. Porque todo importa,
hasta el ser un buen zapatero.
¡El portador de Tu Marca Personal va
doblemente enhebrando en el hoy todo aquello que no sólo es una solución concreta,
sino aquello que en algún momento también lo trascenderá!
José
Podestá